¿Te has bloqueado por sentirte enfadado, triste, frustrado hasta el punto de no poder continuar con la tarea? ¿O al menos hasta que no se te ha pasado un poco la intensidad de la emoción? ¿Te has dejado llevar por tus emociones en la toma de decisiones importantes? ¿Y en tu día a día?
La importancia de aprender a gestionar las emociones
A veces nos vemos envueltos en emociones con una elevada intensidad que nos llega a limitar. Nos cuesta prestar atención fuera de nosotros porque estamos con el foco en nuestra propia emoción. Esto es más fácil verlo en las personas que tenemos delante que en nosotros mismos. Solemos decir que una persona “se mira el ombligo” cuando está absorta en sus propios sentimientos y es incapaz de mirar fuera de sí misma, empatizar o estar pendiente de los demás. Si has vivido o vives alguna de estas situaciones te sugiero no juzgar, porque seguramente en algún momento te ha pasado a ti.
El otro día un cliente me comentó que se le había acabado la excedencia y tenía que reincorporarse al trabajo. Sin embargo, las emociones que le venían cuando pensaba en ello, a pesar del tiempo pasado fuera de la empresa, eran las mismas que cuando se fue y eso le generaba rechazo y ansiedad en la toma de decisiones. No quería volver.
Mi respuesta fue que, a pesar del tiempo, su pensamiento sobre la situación que vivía en la empresa era el mismo.
Cuando me cuento la misma historia que en su día me hacía sentir mal, enfadado, frustrado, triste… es muy difícil que cambien mis emociones al respecto hoy. Necesitamos gestionar las emociones para que haya realmente un cambio, para vivir las situaciones de una mejor manera. No es algo automático. El tiempo no cura todo, solo nos hace que tomemos perspectiva y que quizá, algo que nos ha pasado quede en una anécdota de nuestra vida, porque habrán pasado mil cosas más que nos habrán provocado otras mil emociones diferentes.
El ciclo de las emociones
¿Qué podemos hacer para obtener un mayor bienestar emocional? Dice el ciclo de las emociones:
Situación – Pensamiento – Emoción – Acción – Resultado
Ante una situación o un hecho, debido a nuestra historia, experiencia, valores, personalidad… vamos a tener unos pensamientos, en función de esos pensamientos nos aflorará una emoción, en función de esa emoción actuaremos y así obtendremos un resultado u otro.
Por eso decimos que no es lo que ocurre, es como tú te lo tomas. Bien es cierto que la mayor parte de las veces este proceso es automático, inconsciente, con lo que no te culpes.
La cuestión es que probablemente el hecho no lo podamos cambiar. Como mucho podremos anticiparlo o preverlo.
Por otro lado, el resultado es lo que ocurrirá a futuro como consecuencia de todo lo anterior, así que está, en general, fuera de nuestro alcance (hablando a nivel emocional).
Entonces, solo podemos abordar la gestión de nuestro bienestar trabajando en las otras 3 áreas:
Pensamiento
Cambia tus pensamientos con técnicas de psicoterapia de la razón. Por ejemplo, siguiendo los 7 pasos que seguimos en 2miradas. Esto también te es útil para el análisis de las creencias limitantes, que son aquellas que más que ayudarte a sentirte mejor te mantienen anclado. Revisa tus creencias cuando te sientas bloqueado y el discurso que te cuentas para detectar qué pensamientos tienes que no te están ayudando en este momento respecto a ese tema que te preocupa o te mantiene en alerta.
Emoción
En el caso de las emociones, el trabajo está en regular su intensidad. Es decir, que si vas conociendo lo que sientes (recuerda que identificarlo es el primer paso para poder gestionarlo) podrás ya ir bajando la intensidad. Solo nombrarlo ya ayuda. Y hacerte consciente de que estás sintiéndote de una determinada forma ante una situación te da un poco de margen antes de que se dé la acción permitiéndote quizá elegir.
Hay numerosas vías para gestionar las emociones que te hemos ido compartiendo. Algunas relacionadas con el cuerpo, la voz, o con cómo promover tu bienestar tomando distancia o perspectiva… Lo importante es dar mejores respuestas ante lo que te suceda en lugar de reaccionar explosivamente.
Acción
Aquí de lo que se trata es de trabajar sobre tu comportamiento. Por ejemplo, me pongo a gritar cuando me enfado. Pues en lugar de eso voy a salir de la habitación hasta que me baje la intensidad de la emoción y sea capaz de escuchar y hablar en un tono de voz razonable y así no herir con las palabras que puedo soltar en caliente o empeorar la situación. También puede servirte realizar acciones apropiadas según la emoción. Es decir, en el caso de la tristeza no tenemos mucha fuerza en el cuerpo, apenas tenemos energía. Entonces, permitirte estar triste, no exigirme con esfuerzos que puedo aplazar para cuando me sienta más fuerte es una gran ayuda. Por el contrario, cuando tenemos miedo las acciones de confirmación, contrastar información, documentarse, buscar certezas, nos van a ser muy útiles.
Reconcíliate con tus emociones
Puedes sacar el lado positivo a cada una de las emociones, pues cuando surgen es por algo. Agradecer lo que te vienen a decir siempre te reconciliará con ellas, en lugar de pelearte por sentirse de una determinada manera. Y si tienes que tomar decisiones importantes y estás algo revuelto emocionalmente, piensa en qué emoción sentirás si tomas una decisión concreta. Si tienes varias opciones hazlo con todas ellas. ¿Con cuál te sientes mejor? ¿Cuál te genera un mayor bienestar?
También puedes tener en cuenta lo que te dice tu intuición. Esto es algo sutil y muchas veces se refleja en emociones. Mantente atento y busca el equilibrio entre la razón y la intuición.
No dejes que las emociones tomen las decisiones por ti, hazlo tú teniéndolas en cuenta.
Ahora que sabes esto, ¿cómo vas a gestionar tus emociones? ¿Qué vas a hacer para sentirte con más serenidad y satisfacción? Recuerda que incluso si eres líder, puedes expresar tus emociones (de una manera adecuada, claro). Está demostrado que expresar tus emociones mejora el liderazgo.
Seguimos aprendiendo en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
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