Las emociones tienen una parte fisiológica, una parte corporal y una parte cognitiva. A ésta última es a la que llamamos sentimiento.
Los neurocientíficos empiezan a conocer las bases biológicas de las emociones y su relación con la razón y con la conducta. Así mismo, han comenzado a ver a través del ordenador cómo reaccionamos físicamente ante determinados pensamientos. De esta forma, encontraron que la respuesta ante escenas desagradables es muy rápida, por lo que parece que ciertas neuronas son capaces de extraer información por sí solas y que la emoción se produce antes de que reconozcamos lo que ocurre. ¿Las emociones nos avisan?
Todas las emociones tienen una función de utilidad para nosotros, por lo que nos sería muy interesante conocer cómo se representan las emociones en nosotros y en nuestro cuerpo, cómo se muestran y cómo las vemos en los demás. Conocer las emociones propias y las de los otros, facilitará nuestras relaciones de convivencia, no sólo a nivel personal, sino también, a nivel profesional. Os dejo la entrevista que Eduard Puncet hizo en su programa REDES a Paul Ekman, pionero en el estudio de las emociones y de su expresión facial, hablando de estas cuestiones.
Por otra parte, cada vez más, están surgiendo más estudios sobre cómo cambiar nuestras emociones. Por ejemplo, a través de la respiración, la postura corporal y el gesto facial, como nos han permitido conocer Susana Bloch y Guy Santibáñez proponiendo el método Alba Emoting. Ellos descubrieron la existencia de un patrón fisiológico diferente para cada una de las emociones básicas del ser humano y que cada una de ellas corresponden a necesidades adaptativas del ser humano, siendo universales.
Sin embargo, ya Beck y Albert Ellis con la terapia racional emotiva, aportaron su conocimiento para cambiar las emociones cambiando el pensamiento. Hablaban de pensamientos irreales que podíamos sustituirlos por pensamientos realistas y objetivos. Un ejemplo de pensamiento irreal sería “no me van a coger en la entrevista” (que es irreal porque el futuro no lo conocemos). Este pensamiento puede hacernos sentir más nerviosos o desanimados a la hora de afrontar dicha entrevista. Un pensamiento más realista que se podría aplicar sería “No sé si me cogerán o no mañana en la entrevista”. ¿Cambia lo que sentimos? Que cada uno haga la prueba.
Por lo tanto, ¿podemos elegir lo que sentimos? No sé si os ha pasado que dos personas hayan ido de viaje juntas o hayan ido a un evento y cada una de ellas os haya contado cómo lo han vivido de forma muy diferente, hasta el punto que una lo pasó genial, se divirtió y la otra se sintió enfadada, cansada, y molesta en determinadas situaciones. ¿Cómo ante un mismo hecho respondemos de forma diferente?
Cada persona lleva consigo sus propias creencias, su historia personal y profesional y puede tener asociados incluso gestos, que puedan hacer las personas, que le supongan una amenaza porque una vez lo vivieron así. Nuestro cuerpo se “acuerda” y cuando lo “recuerda” nos trae consigo la emoción asociada. Y ¿lo podemos cambiar? Los estudios recientes y las distintas técnicas nos dicen que sí, pero en todas ellas hay una cuestión clave: ¡conoce las emociones y cómo funcionan en ti! Si no las conoces ¿qué vas a cambiar?
Te espero en el camino del crecimiento
Raquel Bonsfills
0 comentarios
Trackbacks/Pingbacks