Las vacaciones de verano además de aportar un tiempo de descanso, pueden ser una oportunidad para mirar hacia dentro, redefinir objetivos y alimentar tu bienestar personal y profesional.

El verano de por sí y el calor, nos bajan el ritmo. Investigaciones han demostrado que las altas temperaturas afectan negativamente el rendimiento cognitivo, reducen la capacidad de trabajo físico de los trabajadores al aire libre en el sur de Europa hasta el 60% de su capacidad (pensad en ello cuando estéis en una terracita tomando algo gracias al trabajo de un camarero) y hasta la Organización Internacional del Trabajo (OIT) está mostrando su preocupación al estimar que en 2030 se perderá el equivalente a más del 2% del total de horas de trabajo en todo el mundo debido al estrés térmico. Por eso es tan positivo tomarnos unas merecidas vacaciones en verano y darnos el permiso de ir a un ritmo más relajado.
Aprovecha el tiempo
Muchas veces dedicamos más tiempo y alegría a planificar las vacaciones que luego cuando las vivimos. Es como cuando ves un regalo y solo de imaginarte lo que será estás más contento que cuando lo abres y ves que es la camisa de turno. Es un efecto de nuestro cerebro saboteando nuestras ilusiones. Porque la imaginación es muchas veces más potente y excitante que la realidad.
Sin embargo, no desesperes. Aprender a disfrutar de las vacaciones puede salvarte de la desilusión. Extraer lo positivo de cualquier circunstancia y salir del modo “como debería ser” y “expectativas irreales”, te puede llevar a tener las mejores vacaciones de tu vida.
Aprovecha el tiempo que tienes, que los días pasan deprisa, para que cuando te toque volver al trabajo, de verdad sientas que ha merecido la pena este tiempo que te has regalado.
Cómo mejorar tus vacaciones y disfrutarlas a conciencia
Ya que tienes unos días, muchos o pocos, es un tiempo de cambiar de ritmo, lo que es absolutamente saludable para tu cerebro, tu cuerpo y para recuperar energía. Por eso, quiero compartirte algunas claves que te facilitarán las vacaciones para volver con aires renovados.
1. Pon en pausa el piloto automático
Muchas veces vamos tan deprisa que no nos damos cuenta de lo que necesitamos. Hacemos las cosas por inercia o por rutina.
Las vacaciones de verano son una invitación a llevar un ritmo más lento, a detenerse y preguntarse: ¿Cómo estoy? ¿Qué necesito? ¿Hacia dónde quiero ir? ¿Qué me apetece en este momento? Permítete escucharte, atender a tu cuerpo y darle lo que necesita.

2. Conecta con el presente
Cuando ya estés de vacaciones, fomenta la atención plena (mindfulness) en pequeñas cosas: un paseo al atardecer, un baño en el mar, una comida tranquila, una visita cultural. Míralo como si fuese algo nuevo para ti, porque así podrás apreciar matices que con la costumbre ya pasas por alto.
Estar presente ayuda a reducir el estrés acumulado durante el año. El cuerpo le envía señales a tu cerebro de que puedes parar el ritmo, de que no hay que correr, que no es todo para mañana porque mañana tu única tarea será también: estar de vacaciones.

3. Redefine el concepto de descanso
Descansar no solo es dormir más o irse de vacaciones. También puede ser:
- Desconectar del móvil o del ordenador.
- Decir «no» sin culpa.
- Volver a hacer lo que te hace bien (leer, pintar, caminar, escribir…).
- Tomar decisiones sin exigencias.
- Elegir qué hacer en cada momento, con libertad.
Pregúntate: ¿Qué es para ti descansar? Y recuerda que lo que definas no está reñido con cuidarse.

4. Dedicar tiempo a lo pendiente
Aquí no quiero que te hagas trampas. Resulta que has dejado tantas cosas para cuando estés de vacaciones que llegan las vacaciones y no tienes tiempo para nada. Es mejor planificar esa lista de tareas y reservar tiempo para ti.
Muchas personas tienen conversaciones pendientes, sueños aparcados, o simplemente una necesidad de reconexión interna. Aprovecha a dedicarte tiempo, a cerrar etapas, a sanar heridas, a encontrar nuevas ilusiones e intereses, a descubrir y descubrirte y, sobre todo, a ponerte de nuevo en la ecuación, más que ser un quehacer humano.
Puedes escribir un diario de verano que te ayude a conocerte y reflexionar con preguntas que puedas responder cada día: ¿Qué he vivido hoy? ¿Qué agradezco? ¿Qué quiero? Y que eso que tengas pendiente sea pasar más tiempo contigo.

5. Planifica sin presión
El verano no tiene por qué ser híperproductivo, pero puede ser un buen momento para recalcular:
- Revisa objetivos del año.
- Replantea metas con más calma.
- Traza un plan de acción para la vuelta de las vacaciones y cómo quieres abordar el final del año.
Al tomar perspectiva nos resulta más fácil ser objetivos. Por eso, con esa distancia, podemos enfocarnos en el futuro con una mejor proyección, en la que recuerda el revisar aliados y plantearte etapas pequeñas y abordables que te faciliten el logro.

6. Cuida cuerpo y mente con intención
Cuidado con los excesos que luego pasan factura. Aprovecha y disfruta todo lo que puedas, pero como decía el sabio Aristóteles: “la virtud está en el término medio”.
En verano también puedes:
- Hidratarte más. El calor invita a beber. Así que hazlo. O toma alimentos ricos en agua como la sandía o el melón.
- Comer platos menos grasos que se hacen más fáciles de digerir y son más apetecibles cuando hace calor. Ensaladas, carne o pescado a la parrilla, mariscos… Practica una alimentación consciente.
- Moverte mientras te mantienes fresquito. Aprovecha a ir a la piscina o al mar y moverte de forma suave y refrescante. Salir a pasear por el bosque o la montaña sin prisa puede resultar muy agradable.
- Disfrutar de la siesta. En verano parece que el cuerpo lo pide más. El descanso, el saber que no tienes prisa, el relajarte un ratito después de comer, aunque no te duermas puede ser muy favorecedor.
- Elegir mejor el tiempo dedicado a las pantallas. Ver una película que te apetezca, ir al cine, o simplemente solo poner la televisión para momentos puntuales que quieras desconectar. Ojo, no te enganches a redes sociales. Puedes mirarlas a modo de distracción, pero ponte un tiempo limitado.
- Proporcionarte espacios de silencio o meditación guiada. Un tiempo para pensar, para dejar la mente volar, para reconectar, para respirar, para bajar la ansiedad, para quedarte mirando el entorno sin juicio, como simple observador.
- Darte tiempo de aprendizaje y aventura. Si eres de los que se plantea las vacaciones como un momento para viajar y conocer ciudades nuevas, para aprender y descubrir culturas o paisajes distintos, también recuerda que incluso cada etapa de la aventura se puede vivir en presente, no vayas corriendo detrás de un horario estricto, déjate impregnar de todo lo que estés viviendo, dando a cada momento su tiempo.

Con todo lo que te he compartido, ¿cómo te planteas tus vacaciones? Te invito a hacer de las vacaciones de verano una etapa de siembra en ti, más que de huida de tu día a día. Pon valor a lo que decidas hacer, incluso si es simplemente escucharte y dejarte llevar. No te llenes la agenda al 100% y varíala con flexibilidad dejando espacio para lo que te pida el cuerpo en cada momento, para permitirte cubrir tus necesidades y para conectar contigo y con aquellos que tú quieras. Evita llevarte trabajo a tus vacaciones porque tu mente también necesita restaurarse y volver con ideas nuevas.
Quizá este verano no necesitas hacer más… sino ser más tú.
¡Felices vacaciones!
Te acompaño aprendiendo en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills

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