Cuando el resultado que obtenemos tras haber trabajado, estudiado, dedicado nuestro tiempo y esfuerzo no es el que esperábamos o deseábamos, solemos entrar en justificaciones, excusas, balones fuera, culpabilizaciones, en auto-reafirmaciones del tipo “yo lo he dado todo”, en quejas y victimismo porque “el mundo está contra mí” o autodestrucción “yo no valgo para esto”.
“No puedo” y “todo lo que he hecho no vale para nada” son expresiones que no reflejan la realidad.
Supera tu zona de confort
Y digo esto porque está demostrado que siempre podemos mucho más de lo que pensamos. Nuestro cerebro nos avisa antes de tiempo de nuestro límite porque busca nuestro confort, busca que no nos expongamos demasiado, no sea que nos pase algo. Y su función esencial es nuestra supervivencia. Así que habrá que convencerle de que no pasa nada por sacar la patita de nuestra zona de confort para ir un paso más allá en lo que estamos realizando o queriendo lograr.
Valora cada paso del camino
Por otra parte, hagamos lo que hagamos siempre vale la pena. Si hemos estado estudiando para un examen y hemos suspendido, cuando tengas que ir a la recuperación lo estudiado será la base, ya no te tienes que estudiar todo de nuevo, será más bien un repaso, porque lo que sabes, ya lo sabes, y si no lo habías aprendido de la forma correcta, te va a servir para aclarar términos y entenderlo mejor. Desde luego llevarás una ventaja frente a otro que ni se lo miró. Además, está el hábito de estudio. Solo se adquiere cuando nos ponemos a estudiar. Los hábitos son acción, práctica. Solo con la repetición se consiguen adoptar. Por lo tanto, todo lo que hacemos nos ayuda porque nunca volveremos a estar en la situación de partida que estábamos cuando no habíamos comenzado aún.
Del mismo modo, con cualquier otro proyecto que nos planteemos en nuestra vida. El camino nos transforma. Emprendedores que crean empresas y cierran o no consiguen vivir de ello. Tampoco es un esfuerzo baldío. La decisión de tener hijos, su búsqueda, el proceso en el que se aprende sobre cómo, cuándo, qué hacer para tener más posibilidades. Pensad en cualquier objetivo que os hayáis puesto y en el que hayáis dedicado vuestra energía y esfuerzo. Desde los principios a cómo finalmente terminó, seguro que aprendisteis mucho, incluso se puede decir que no sois ya la misma persona, habéis crecido personal y/o profesionalmente aun no consiguiendo el resultado deseado.
Trabaja duro y esfuérzate
Es importante tener confianza en que se va a lograr lo que nos planteamos, porque si no, no empezaríamos, pero también hay que trabajar. Sin hacer nada no se consigue nada. Como ejemplo, os recomiendo leer el libro “La buena suerte” de Alex Rovira y Fernando Trías de Bes.
Necesitamos confianza, pero no ciega. Toni Nadal cuenta que, para entrenar a Rafa Nadal, todo un ejemplo de esfuerzo y dedicación, le decía: “más vale que sepas a lo que te enfrentas y a partir de ahí vamos a encontrar soluciones”. Aceptar la realidad y no estar todo el tiempo con el mensaje positivo de “eres el mejor” o “lo vas a conseguir”. Aceptar que no tenemos todas con nosotros, que las cosas pueden salir mal, que quizá no eres tan bueno, te pone en disposición de esforzarte, aprender, estar alerta, prepararte mejor para desarrollar en ti una mayor capacidad que te permita alcanzar los propósitos.
Y luego ir un paso más allá. También Toni Nadal entrenaba a Rafa Nadal diciéndole que jugara cada partido como si le fuera la vida en ello, porque solo así tendría más opciones de victoria. Si quieres sacar un 10 trabaja y estudia como para 12 que si algo se tuerce, aún puedas lograr tu objetivo. Hasta el marketing de guerrilla se basa en eso. Apunta a las estrellas, porque si te quedas corto, aún bailarás en la Luna. Solo si lo has dado todo podrás sentirte satisfecho de verdad, si sabes en el fondo de ti que podrías haber hecho algo más, seguramente te arrepientas toda tu vida.
El carácter de supervivencia lo tenemos todos, ahora bien, para valorar el esfuerzo y no desgastarnos en él, hemos de forjarnos un carácter de superación y de resistencia. “Te molesta, te aguantas”. Recuerdo que Álvaro Cuadrado, gran empresario y persona, contaba que cuando era niño iba a correr a la playa con su padre y cuando él protestaba, su padre le hacía correr por un tramo de playa más, y así hasta que dejó de protestar. El carácter se forja con la dificultad. Podéis pensar en el gimnasio, cualquier entrenador sabe que la serie en la que ya estás al límite diciendo “no puedo más”, ésa, es la que más vale. Después, te das cuenta cada día de que si al inicio llegabas corriendo hasta la primera esquina, siguiendo y siguiendo, podrás llegar a correr la maratón.
Ante el esfuerzo, resiliencia. Saber que podemos superarlo y recomponernos es una gran ventaja. El esfuerzo es solo parte del camino. El esfuerzo nos pone a prueba en alguna de nuestras capacidades físicas, mentales o emocionales. Nos supone un esfuerzo aquello que representa un cambio hasta que lo hacemos nuestro. Tras el esfuerzo, es importante la reflexión y el aprendizaje para no repetir errores y para avanzar hacia un mayor desarrollo personal y profesional, con madurez y caminando hacia la excelencia. Cuando lo vemos con perspectiva, nos damos cuenta que aquello fue y que aquello sirvió, aunque en el momento en el que sentimos esfuerzo nos cueste más verlo.
Al final, aprender depende de cada uno. Podemos vivir situaciones y salir de ellas sin haber aprendido nada, o podemos salir de la situación que nos ha retado y averiguar cómo llegar a los mismos resultados o mejores aplicando menor esfuerzo. Así que, no dejes de poner todo lo mejor de ti en lo que hagas y sigue aprendiendo para que el esfuerzo sea más efectivo.
¿En qué aspectos de tu vida estás poniendo todo tu esfuerzo? ¿Estás aprendiendo? ¿Cómo está calando este esfuerzo en tu carácter?
Aprendiendo en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
0 comentarios