¿Eres proactivo? ¿Te adelantas a lo que puede pasar en tu día a día?
Según la Real Academia de la Lengua Española una persona proactiva es aquella que toma activamente el control y decide qué hacer en cada momento, anticipándose a los acontecimientos.
La proactividad es una perspectiva personal en la que el trabajador asume responsabilidad ante cualquier circunstancia que se presente a nivel laboral. Toma la iniciativa para resolver los problemas y mejorar. Se trata de no dejar que la imprevisibilidad del día a día dicte su actitud y comportamiento
Ante un problema una persona proactiva busca soluciones y mejoras posibles evitando la queja y la procrastinación. Las mueve y motiva la acción, hacen que las cosas sucedan.
Hoy en día, especialmente en las empresas valoran a las personas que sean activas, que tengan una alta capacidad de respuesta, iniciativa y disposición ante cualquier circunstancia o suceso.
Stephen R. Covey, en su libro: “los siete hábitos de las personas altamente efectivas” explica el primer hábito que es ser proactivo y dice que “cuando somos proactivos tenemos la libertad de elegir como actuar, en lugar de reaccionar a lo que va sucediendo a nuestro alrededor. Nos permite forjar nuestro destino”.
Para poder lograr esto es necesario ser responsables de nuestros actos, sin culpar al pasado o a nuestra mala suerte, así como decidir dónde queremos ir y actuar.
Cómo desarrollar tu proactividad
La proactividad se puede desarrollar, por eso, a continuación, te comparto unas claves para ser más proactivo:
Observa. Mantente atento a lo que ocurre a tu alrededor. Conoce lo que sería lo “normal” como para saber cuándo está ocurriendo algo extraordinario. Además, obtén una visión amplia de tu rutina de trabajo. ¿Qué puedes hacer para mejorar tu rutina de trabajo? Ver el todo más allá de las partes te será de gran ayuda.
Organízate. Ten ordenado tu área de trabajo, esto ayuda también a tu cerebro a ordenarse. Cuando cada cosa está en su lugar, se detecta mucho antes cuando algo falla o falta y eso te permite anticiparte para conseguir restaurar el equilibrio.
Planifícate. Aprende a priorizar las tareas para poder cumplir con tus objetivos. Planifica todas las tareas a realizar en orden de importancia y registra el tiempo que te llevará cada una para cumplir con los horarios y tiempos de ejecución. Un poco de esfuerzo por adelantado puede salvarte de una gran crisis más adelante. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. ¿Cuáles de tus tareas son urgentes e importantes?
Revisa todo lo que puede desconcentrarte o desconectarte de lo que te has propuesto realizar. No pierdas el tiempo con tareas que no son necesarias o que simplemente te entretienen cuando estás realizando una tarea importante. Si la tarea no es necesaria, no valdrán tus esfuerzos y serán un desperdicio de energía. ¿Qué tareas roban tu energía o tu tiempo?
Genera una actitud positiva. Es normal que cuando nos equivocamos nos sintamos tristes o frustrados; sin embargo, aprende a gestionar tus emociones y aprende de los errores, resuelve los problemas en lugar de mortificarte con ellos. Las personas proactivas se motivan a sí mismas, es una de sus características. Los baches se superan.
Involúcrate y toma decisiones. Relájate, reflexiona y encuentra la solución. Analiza y guíate de tu intuición. Comparte tu opinión, no te la guardes. Lo valioso de una persona proactiva es que se atreve y asume la responsabilidad de todos sus actos. ¡Atrévete, errar es de humanos! ¿Cuál será el siguiente paso?
Practica la mejora continua. Intenta aprender algo nuevo cada día o apúntate a nuevas formaciones, sé crítico y evalúa tus acciones mejorando todo lo que sea posible. ¿Qué funciona y qué no funciona? ¿Qué se puede hacer mejor? ¿Afrontas el fracaso con madurez?
¿Qué otras claves usas para ser proactivo?
Después de lo que te acabo de compartir ¿de qué te has dado cuenta? ¿Qué vas a hacer para ser más proactivo?
Te recuerdo que estoy siempre a tu disposición, si quieres hablarme de tu caso te responderé cualquier pregunta o duda que quieras hacerme.
No te olvides que te acompaño con pasión hacia el logro de tu éxito.
¿Bien o mal? Parece que estemos siempre juzgando lo que es correcto y lo que no lo es. Aún más en el trabajo donde por supuesto hemos de hacerlo todo a la perfección porque es lo que se espera de nosotros, ¿no? Aunque quizá hemos de preguntarnos: ¿Es correcto para quién? ¿Respecto de qué?
Hay muchas cuestiones que responder y reflexionar sobre este tema:
¿Qué consideras un error?
¿Qué haces respecto al error cometido por ti?
¿Y si lo comete otra persona? ¿Cómo reaccionas?
¿Permites el error o te muestras condescendiente por afecto a la persona que lo ha cometido?
¿Y cuando no tienes apego a la persona que lo realizó?
¿Te castigas, fustigas y te culpabilizas cuando sientes que has errado?
¿Por qué?
Tus principios y creencias: la base sobre la que actúas
El sentimiento que nos genera un error y nuestra actuación al respecto está relacionada con nuestros valores, nuestra cultura, nuestra infancia, nuestra historia, nuestros aprendizajes y experiencias, en definitiva, nuestros principios y creencias para movernos por la vida.
Como cada uno tiene unas bases diferentes, podríamos esperar que lo que para una persona está bien, para otra puede ser deplorable. Sin embargo, no es casualidad que en general todos estemos de acuerdo sobre lo que entendemos por comportamientos aceptables y no aceptables, por ejemplo, en lo relacionado con la integridad física o moral, o con la educación y amabilidad o debido a las normas y leyes que dictaminan cuándo es inapropiada nuestra conducta en sociedad, aunque es cierto que una misma norma puede ser aceptada en una cultura y no aceptada en otra.
Desde niños hemos recibido numerosos “no”, “deja eso”, “así no” … siendo el “no” una de las palabras más repetidas por los padres de todas las generaciones ante el desconocimiento del mundo de los más pequeños. Ha sido la forma generalizada de hacernos entender qué estaba bien y qué no.
Como lo aprendimos de pequeños, tenemos automatizado el poner el foco en lo que está mal. Nos es muy fácil detectar el error, incluso pensar que algo va a salir mal, oler la catástrofe, verla venir, hasta desarrollar un sexto sentido sobre las capacidades de las personas que han de realizar ciertas tareas.
También, gracias al desarrollo de nuestro cerebro, hemos aprendido a etiquetar (“sucio”, “roto”, “falta de respeto”) y, por otra parte, a encontrar explicaciones a los “malos comportamientos” dentro de un contexto (estaba enfadada y por eso reaccionó así, estaba cansado y ya no se aguantaba ni él, es exigente consigo mismo y con los demás también, nunca habla de sentimientos y por eso no sabe expresar cuánto te quiere).
¿Qué pasa cuando el error ocurre en el trabajo?
Lo que ocurre cuando el error se comete en el trabajo es que también nuestros compañeros y nuestros jefes, al igual que nosotros, tenemos esa habilidad para detectar el error. No es una excepción.
Salvo que no te guste nada tu trabajo y estés ahí por estar, con lo que tu efectividad y productividad baja, llevándote a cometer más errores que te podrían dar más igual (aunque en mi opinión eso no lo justificaría), en general, nos molesta que nos hagan ver el error, por vergüenza, por baja autoestima, porque muchas veces no hemos sido ni conscientes de haberlo cometido, porque nos dejan en evidencia si lo plantean delante de otras personas y esto ocurre, porque nuestro cerebro y nosotros como seres humanos, estamos diseñados para hacer lo mejor que sabemos con la información que poseemos en cada momento.
Esto me lleva a dos reflexiones más:
Aprender para tener más opciones y poder hacerlo mejor. Elegir la mejora continua.
Canalizar lo que me supone haber cometido el error para no salpicar a nadie, ni que se quede estancado en mi memoria, impidiéndome avanzar.
El aprendizaje en cualquier caso es: Se puede hacer de otra manera.
Sí, tenemos la tendencia a detectar el error, así que cuando lo detectamos es cuando hemos de plantearnos qué vamos a hacer.
Cuando el error es mío
Cuando el error es mío, las opciones que tengo para avanzar son:
Reconocerlo. Tirar balones fuera no te hará responsabilizarte. No todo es por culpa de los demás. Seguro que tu intervención o no intervención ha influido. Te recomiendo eliminar las excusas y aprender a ver cuál ha sido tu papel en lo ocurrido.
Disculparte. Pedir perdón a quien corresponda es necesario como parte de asumir esa responsabilidad y hacer notar que te has dado cuenta del error.
Poner soluciones. Vale, la has liado. Ahora toca arreglarlo. Lo que esté en tu mano por pequeño que sea, merece la pena. Dejarlo correr a ver si se olvida no siempre da resultado. Si no, prueba. Aunque luego no esperes que, si un día permitiste algo, cuando quieras que no vuelva a pasar y pongas el límite, se entienda. Mejor piensa cómo puedes compensar por error.
Perdonarte. No eres perfecto, lo siento. Ni tú ni nadie. No sabes todo, porque el conocimiento es infinito, ni tienes todas las respuestas, ni puedes estar omnipresente. Llegas a lo que llegas. Y siempre que pongas lo mejor de ti en cada acción, entonces, no habrá reproche. Por eso, no seas tan duro contigo mismo. Cógete con cariño.
Aprender. Lo peor es que todo ser humano tropieza dos veces en la misma piedra en algún momento. Y si es algo que has de aprender, la vida te lo presentará en diferentes versiones hasta que lo aprendas. Cuanto antes, ¡mejor! ¿Cómo lo vas a corregir, compensar, hacer mejor la próxima vez? ¿Qué vas a hacer para que no vuelva a ocurrir?
Cuando el error es de otra persona
¿Qué opciones tengo cuando el error es de otra persona?
Si has detectado el error será porque ya lo has reconocido. Sin embargo, antes de juzgar a nadie, averigua de quién es la responsabilidad del error. Asegúrate que la responsabilidad es de esa persona y no de otra, y revisa en qué medida es una responsabilidad compartida por varios individuos. Los errores no siempre son de una sola persona, pueden ser un cúmulo de decisiones y acciones que han acabado por tener un resultado poco acertado.
Separa el hecho de la persona. El error es el error y quien lo cometió es la persona. Podemos corregir errores, podemos pedir explicaciones, podemos tomar medidas para reconducir situaciones. No podemos cambiar a las personas, no podemos hablar por ellas, no podemos obligarlas a sentirse de una forma determinada. Por eso, no entraremos a cuestionar a la persona sino al error, que sí es algo que podemos manejar.
No lo señales en público. Puede que hacer que sienta vergüenza sea un reactivo para que una persona cambie de actitud. Sin embargo, los estudios demuestran que es más efectivo si haces tu comentario sobre el error a esa persona en privado, mejor que en público. Y si periódicamente tienes reuniones, charlas, con esa persona, la fluidez de la comunicación te facilitará el poder poner sobre la mesa temas delicados, buscando que la persona no se muestre reactiva sino en disposición de escucha. Esto puedes realizarlo tanto si eres el jefe como si es al jefe al que quieres compartirle algo que no te ha gustado o que crees que ha sido un error por su parte.
Permite el aprendizaje. Si es importante para ti que las cosas salgan bien, habrás de dejar tiempo para que la otra persona aprenda a hacerlo bien. Es un proceso, no creas que lo va a hacer bien a la primera. ¡Ten paciencia! Si no sabe, y tú sí, puedes enseñarle; y si no sabes o no puedes, o no quieres, puedes recomendarle dónde formarse, tanto si es algo técnico como emocional.
La ventaja hoy sobre el error es que hasta en las entrevistas de trabajo te preguntarán qué error has cometido en tu vida, cómo lo has manejado y qué has aprendido de ello.
¿Por qué se pone en valor el error? Precisamente porque nos cuesta aceptarlo, y hacerlo denota nuestra humildad y humanidad, unos valores en alza. También porque superarlo y hacer algo al respecto requiere de valentía, iniciativa, determinación y afán de superación. Además de la capacidad de aprendizaje tan importante hoy.
Por eso, porque todos cometemos errores, porque los vamos a cometer antes o después y porque es posible hacer algo al respecto, aunque sea aprendiendo a gestionar el sentimiento de culpa que puedas tener, revisa tus errores, responsabilízate, toma acciones para no volver a caer en ellos, cuida cómo planteas a los demás los errores que ves en sus actuaciones, siempre con respeto y cariño, y no olvides que son personas igual que tú y que recibirán el error de forma similar. Así que, no hagas lo que no te gustaría que te hiciesen a ti y trata de dar lo que te gustaría recibir.
Ahora que sabes todo esto, ¿qué vas a hacer mejor para manejar los errores que sucedan en tu vida?
El dinero que me pagan a final de mes es mi principal motivador para decidir trabajar en una empresa. ¿Es tu caso?
Cuando se firma un contrato laboral llegamos a un acuerdo entre la empresa y el trabajador por el que la empresa hace patente que quiere que el colaborador trabaje, dedique su tiempo, capacidades y conocimientos para alcanzar sus metas u objetivos propuestos; y el trabajador deja sellado su interés en hacer todo eso a cambio de unas condiciones establecidas de salario económico, emocional, beneficios sociales, condiciones laborales, etc. Podríamos decir que eso con lo que hemos estado de acuerdo es nuestra recompensa como trabajadores.
Aunque la teoría motivacional de Herzberg nos dice que cumpliendo meramente el acuerdo podemos llegar a la no satisfacción, si queremos algo más de satisfacción en el trabajo vamos a necesitar que nuestros líderes nos reconozcan, nos valoren, nos potencien, nos faciliten el trabajo, nos comprendan, nos den lo que necesitamos para trabajar, ayuden a promocionarnos, nos capaciten…
Las empresas llevan unos años sumándose a la tendencia de en lugar de pagar un mayor salario ofrecer más recompensas no monetarias. Pero cuidado, es importante que se cumpla un mínimo porque si no, por mucha recompensa, las personas que aceptaron trabajar bajo esas condiciones seguirán buscando un empleo con mejores condiciones. Y luego la empresa se encontrará luchando por la retención del talento o el compromiso de los trabajadores.
Sabiendo que cada generación tiene sus propias necesidades, y que lo que puede satisfacer a una persona con hijos pequeños podría ser diferente de lo que satisface a una persona sénior o a un talentoso joven, cada vez más empresas se plantean recompensas personalizadas. Sin embargo, hay algunos principios importantes a tener en cuenta a la hora de proponer recompensas en nuestra empresa.
Los principios para tener en cuenta son:
Preguntar. Como no tenemos una bola de cristal, ante la duda, mejor preguntar. Podemos organizar grupos de discusión que involucren a colaboradores de distintas áreas y sectores de actividad, de diversas edades o diferentes regiones. Esto nos puede ayudar a decidir qué estrategia de recompensa aplicar, qué incentivos son los más adecuados, qué se puede cambiar para mejorar el modelo de reconocimiento o cuáles son las iniciativas que mejor acogida han tenido.
Indagar. Conocer el sistema de recompensas de la competencia contribuirá a evitar problemas de rotación, conflictos individuales y colectivos. Si por hacer el mismo trabajo en la otra empresa me dan mejores condiciones o recompensas, no me voy a quedar en ésta. Para tener a los mejores hemos de tratar a nuestra gente como a los mejores.
Ser imparcial. Dentro de un mismo grupo o categoría profesional no tienen que existir grandes diferencias entre sus miembros. Ha de haber unas bases para todas las personas, que si hacen o se consiguen lo mismo, la recompensa sea la misma. Por ejemplo, si por tener un hijo tienes como recompensa salir a las 16h para poder ir a buscarlo al colegio, todo el que tenga un hijo en edad escolar podrá acceder a dicha recompensa.
Personalizar. Según la teoría de motivación de Stacy Adams, si yo me esfuerzo más, obtendré una recompensa mayor que otra persona que en el mismo puesto se esfuerce menos. Por lo tanto, hemos de entender también una retribución basada en los resultados y comportamientos de las personas. En los que tendremos en cuenta su iniciativa, interés, creatividad, etc. En definitiva, su rendimiento y desempeño. Además, es importante identificar las preferencias personales para establecer estrategias de reconocimiento que sean acogidas con el efecto deseado. Algunas personas prefieren ser obsequiadas con una comida de reconocimiento con los compañeros y otros con unas entradas para disfrutar de un espectáculo en familia.
Equidad. Todo esto no puede hacerse sin equidad. Si se percibe una falta de equidad en el reconocimiento individual de los colaboradores es fácil que se genere malestar y que se inicie un proceso de reclamación y queja constante que afectará sin duda al rendimiento. Equidad no es igualdad. Equidad es dar a cada uno lo suyo, lo que merece, que no tiene por qué ser igual que lo que le damos al otro (igualdad), pero sí similar, equitativo.
Que haya congruencia. Tiene que existir un equilibrio entre las recompensas individuales y las grupales. Así como proporcionales de forma congruente con el trabajo realizado, la dedicación, la resolución y el resultado obtenido.
Ser oportuna. La recompensa funciona cuando se produce en el momento adecuado. Si el equipo ha hecho un esfuerzo enorme por llegar en fecha a una entrega, darles un día libre será más oportuno a continuación de ese esfuerzo que tres meses después, cuando seguramente se habrá olvidado el objetivo que se consiguió y se habrá entrado en un nuevo proyecto. Para que sea oportuno es indispensable que los responsables conozcan lo que ocurre en el día a día, al equipo y los cambios que pueden ser necesarios para fomentar e incentivar el rendimiento del equipo. Y también es importante asegurarse de que los mandos son conscientes de la importancia que tiene el feedback, cuándo éste ha de producirse de manera informal o con un agradecimiento público.
Comunicación clara. Si estamos introduciendo un sistema de recompensa en la empresa debemos asegurarnos de que todo el mundo es consciente de ello. Es importante que todos tengan claro cuáles son los objetivos, qué es lo que se premia y qué factores justifican la recompensa. Habrá que reforzar el mensaje a través de los diversos canales de comunicación disponibles: reuniones, boletines de noticias, portal de Recursos Humanos… El mensaje ha de llegar a todos y todos tienen que saber las reglas del modelo, ya sea trabajando en las oficinas centrales, en delegaciones o teletrabajando. En general es importante informar a la plantilla de los niveles salariales, de las distintas formas de alcanzarlos, y de los conceptos que comprenden cada una de las partidas.
Sencillez. Debe ser fácil de entender por la plantilla, evitando que se pudiesen generar malentendidos. Y han de ser tangibles para evitar subjetividades.
Ser estable. Implantar un modelo de recompensas tiene que ser persistente bajo unas mismas condiciones. Si cambia con frecuencia puede generar en los trabajadores desconfianza e inseguridad. Lógicamente, debe adaptarse o flexibilizarse en función de la coyuntura económica y de las exigencias del mercado y de la empresa.
Cuando alguno de estos aspectos falla, normalmente nos desmotivamos. Por eso, aunque no seas la persona que decide si esto es así o no, siempre puedes hacer notar que hay otra forma de hacer las cosas para mantener a los colaboradores más contentos. Yo suelo decir, que es mejor proponer que seguir quejándose. Si sabes cómo mejorar, dilo. Si no, tendrás que conformarte con lo que hay. Y entonces tu recompensa será la que estás aceptando. Si quieres que sea de otra forma, ¡ve a por ello!
¿Cómo quieres que sea tu recompensa? ¿Qué recompensa es la que mejor va contigo? ¿La obtienes ya en tu trabajo? Si no, ¿qué vas a hacer para conseguirla? Ponte en marcha, tienes todo el año para obtener mejores recompensas.
¿Sientes miedo a fracasar? ¿Qué haces para superar el miedo al fracaso?
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Realizar una interpretación inadecuada de una situación nos podría llevar a evitarla por considerar que el riesgo es excesivo y que no estamos en disposición de afrontarla.
También, en ocasiones amplificamos las posibles consecuencias de cometer un error al enfrentarnos a la situación, anticipándonos a los resultados y haciendo previsiones con una visión catastrofista y negativa cuando aplicamos el dicho popular de: piensa mal y acertarás.
Además, pensamos que tener éxito o fracasar nos define como personas, confundiendo “tener un fracaso” con ser un o una “fracasada”, y caemos en una simplificación que reduce la riqueza y complejidad de la persona.
Para algunas personas fracasar supone algo irreparable, imperdonable… un resultado que no se “pueden permitir”. Desde esta perspectiva, la presión por evitar el fracaso podría llevar a dejar incluso de actuar.
Las emociones que generan una visión tan “determinante” del concepto de fracaso, limita nuestra capacidad de afrontar las metas propuestas, e implica que la persona tenga la creencia de que no puede asumir futuros proyectos por miedo a la posibilidad de fracasar.
El miedo al fracaso está en gran parte condicionado por tres factores:
La interpretación que realizamos de la situación.
La anticipación que hacemos de las posibles consecuencias.
La valoración que hacemos de nosotras o nosotros mismos a partir del resultado que obtengamos.
Es necesario poner responsabilidad en la gestión de un fracaso:
La gestión del fracaso es necesaria para poder innovar en las organizaciones.
Es necesario para adaptarnos a un entorno cada vez más cambiante
Gestionar un fracaso nos lleva a aprender de los errores cometidos estableciendo un entorno de mejora continua y desarrollando las habilidades de nuestros colaboradores.
Te comparto 9 técnicas para superar el miedo al fracaso:
Establece metas realistas y alcanzables para que tengas la sensación de competencia y de avance en cumplir tus objetivos.
Considera el fracaso como una oportunidad de aprendizaje, un proceso en el que puedes demostrarte tu capacidad para tras tropezar, levantarte y seguir caminando.
Piensa que no hay fracaso si lo has intentado. Sea cual sea el resultado, siempre hay un logro al enfrentarnos a nuestros miedos.
No te recrees en tus errores. Identifícalos y a continuación pasa a otra cosa. Lo importante es tener una perspectiva amplia ante los resultados.
No digas “no puedo”, “esto no es lo mío” o “no lo voy hacer bien”. Piensa de forma realista y cree en tu capacidad para afrontar las situaciones que se presentan. Ten la seguridad de que en el proceso de intentarlo siempre está la mejor manera de realizarlo con la información que posees en ese momento.
No te exijas un resultado perfecto. Acaso ¿todo lo que sale bien es porque se ha llevado a cabo de manera perfecta? Invertir esfuerzo de un modo flexible y adaptativo es siempre la mejor estrategia.
Lo importante no es hacerlo todo bien a la primera, lo que importa es tener capacidad para intentarlo las veces que sean necesarias o valorar otras opciones, y regular adecuadamente nuestra tolerancia a la frustración.
No conseguir algo tal y como esperabas no es fracasar, o ser «un fracaso», sólo significa que en la siguiente ocasión sería conveniente que hicieras las cosas de un modo diferente para obtener resultados diferentes.
Una comunicación transparente a todos los niveles facilitará el análisis de los fracasos pasados que será fundamental para garantizar grandes éxitos en el futuro.
¿Qué otras técnicas manejas para superar tu miedo al fracaso?
Un día te duele la cabeza y te tomas un analgésico o te vas a dormir pensando que mañana estarás mejor. Otro día te quedas afónico sin sentido cuando has de exponer un proyecto que era importante para ti. Y también puede pasarte que te sientes cansado pero no es físico, tu energía está bajo mínimos. ¿Te ha ocurrido algo de esto? ¿O conoces a alguien a quien le haya sucedido?
Cada una de nuestras emociones tiene una repercusión en nuestro cuerpo. De la misma manera que cuando estamos nerviosos se nos encoge el estómago, existen numerosas afecciones provocadas por nuestras emociones. Y de ahí a las enfermedades psicosomáticas, enfermedades con causa psicológica, emocional y no física, que hoy en día llegan a ser un tercio de las enfermedades que sufrimos, como ha identificado en sus estudios la neuróloga Suzanne O'Sullivan.
No vamos a evitar la relación entre el cuerpo y las emociones, que sucede en todo momento. Lo que podemos hacer es gestionar nuestras emociones. Podemos actuar sobre nuestros pensamientos para mejorar nuestra regulación emocional, podemos actuar sobre la emoción bajando su intensidad y podemos actuar sobre el cuerpo, por ejemplo, y como ya hemos hablado, hay técnicas como Alba Emoting que relacionan los movimientos y posiciones corporales con las emociones, utilizando el cuerpo para actuar en la gestión emocional. Como ya explicaba Pilar Jericó en su artículo, con un gesto prolongado 2 minutos podemos cambiar nuestra emoción. O si quieres sentirte contento, pon cara de felicidad, achinando los ojos hasta que salgan las arrugas de los lados durante al menos 2 minutos y te sentirás más alegre. Si no te lo crees, pruébalo.
Y ¿qué pasa con nuestra energía? Las emociones también derivan en estados energéticos más elevados o más bajos. Por ejemplo, con emociones como la ira o la alegría nuestra energía es mayor, mientras que con emociones como la tristeza o el asco nuestra energía es menor.
Por otra parte, en los años 50, Alexander Lowen junto con John Pierrakos introdujo el concepto de Análisis Bioenergético que deriva de los estudios de Wilheim Reich, quien comenzó a incorporar el cuerpo como instrumento terapéutico.
La bioenergética es una corriente de psicoterapia que ayuda a la conciencia y flujo de nuestra energía vital bloqueada en nuestro cuerpo y que también se manifiesta mediante la rigidez del carácter. La mayoría de las veces, estas tensiones o bloqueos tienen un origen en las necesidades emocionales no cubiertas de cada persona y cómo nuestro cuerpo se adapta a esto a lo largo de una vida.
Por tanto, para tener un mayor grado de bienestar, necesitamos mantener alineados, equilibrados y en coherencia nuestras 4 partes del ser humano: mente, cuerpo, emoción y energía.
Y para ello, hemos de estar atentos a:
Nuestras emociones:
¿Qué siento? Poner nombre a nuestra emoción.
¿Cómo funciona nuestra emoción? ¿Cuándo se activa? ¿Cómo reacciona mi cuerpo ante ella? ¿Dónde la siento?¿Cómo es?
Y después, utilizar técnicas de gestión emocional para regular la intensidad de nuestra emoción y mantenerla en equilibrio, permitiéndonos actuar de una forma adecuada y oportuna. Y desarrollar una madurez emocional y nuestra inteligencia emocional.
Nuestra energía:
¿Qué nivel de energía tengo? Del 1 al 10, ¿cómo estoy? Más o menos activo.
¿Cómo funciona nuestra energía en nosotros? ¿Cuándo se activa? ¿Cómo reacciona mi cuerpo ante ella? ¿Dónde la siento?¿Cómo es?
Para darnos información podemos ponernos en una postura neutra, con los ojos cerrados, las rodillas semiflexionadas , columna estirada, mandíbula aflojada o boca entreabierta, sin tensión muscular.
Y por ejemplo, para regular nuestra energía corporal podemos utilizar la técnica de Jin Shin Jyutsu. Con nuestras manos podemos abrazar de manera suave y firme cada uno de nuestros dedos, porque a cada emoción se asocia un dedo (manos y pies) y el bloqueo de energía que produce esta emoción puede transformarse envolviendo suavemente el dedo respectivo, según lo que se quiera tratar o “eliminar”.
Fuente: Ayurveda y armonía
Nuestro cuerpo:
¿Dónde me molesta o dónde tengo tensión? Pásate el escáner mental por tu propio cuerpo para detectarlo.
Puedes ayudarte realizando una visualización, una meditación o ejercicio de mindfulness en la que sentado o en una postura cómoda sin cruzar manos ni pies, respires profundamente tres veces, y con los ojos preferiblemente cerrados te centres en conocer tu cuerpo, y vayas subiendo desde los pies hasta la cabeza relajando articulaciones y músculos.
¿Cuándo se activa? ¿Cómo reacciona mi cuerpo ante ello?¿Cómo es? ¿Qué me limita?
Para mantener tu cuerpo en buen estado, es conveniente que permanezcas activo, que hagas gimnasia suave con picos de actividad que cambien tu ritmo y ejercicios que potencien tu flexibilidad.
Habiendo hecho esto, podrás darte cuenta de si está en coherencia lo que sientes, lo que piensas, lo que tu cuerpo te dice y tu energía. Cuanto más practiques, podrás estar más alineado y sentirte mejor.
Aprendiendo de mi cuerpo en el camino del crecimiento.
¿Qué haces cuando negocias? ¿De qué maneras negocias? ¿Cuál suele ser el resultado de tu negociación?
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La negociación según la wikipedia es un esfuerzo de interacción orientado a generar beneficios.
Sus objetivos pueden resolver puntos de diferencia, ganar ventajas para una persona o grupo, diseñar resultados para satisfacer varios intereses, mejorar situaciones actuales, resolver conflictos o llegar a un punto neutral de la información.
El modelo Harvard define la negociación efectiva como una conversación entre dos o más partes para conseguir un arreglo de intereses divergentes o un acuerdo mutuo, con la habilidad de crear un ambiente de colaboración y compromisos duraderos.
Ya te compartí hace tiempo en otro artículo las 6 fases de un proceso de negociación hoy quiero compartir contigo algunas claves para poder lograr una negociación efectiva:
Prepara la negociación. Seguro que recuerdas uno de mis refranes que numerosas veces te he compartido en mis artículos: “lo bien preparado resultado esperado, lo mal preparado resultado caótico”. Y en esta preparación comienza por prepararte tú, trabaja en tus 4 partes del ser humano: emocional (gestionando cómo estás y como te pueden llegar a sentir durante la negociación), energética (que vayas con una energía positiva y limpia con ganas e interés por desarrollar la negociación de forma efectiva para ambas partes), tu parte física (muestra una buena y saludable imagen y una postura corporal que invite a querer negociar) y por supuesto, la parte mental (aprende lo que puedas sobre la negociación, sobre las partes implicadas, posibles acuerdos, prepara estrategias, desarrolla habilidades negociadoras…). Te dejo mi artículo donde hablo sobre algunos trucos para preparar la negociación.
Define los objetivos de la negociación. Es necesario saber lo que queremos lograr para saber planificarnos y poder pensar las diferentes opciones a llevar a cabo para lograrlos. Cómo saber definir objetivos racionales lo puedes comprobar con la técnica del SMART-E.
Gestionar toda información posible. Todos sabemos que la información es poder, así que: obtén la mayor cantidad de información sobre las partes implicadas y recoge, a ser posible, por escrito toda la información necesaria que sustente tus intereses y respalde tu posición para poderla presentar cuando sea necesario.
Plantea estrategias y alternativas desde el ganar-ganar. Si quieres hoy en día llevar a cabo una negociación exitosa es necesario trabajarla desde el ganar-ganar y que los intereses de todas las partes se encuentren atendidos, si esto no se produce toda solución que pase por ganar-perder o perder-ganar pondrá en riesgo la negociación, y podría acabar no avanzando o rompiendo la negociación.
Crea un MAAN (Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociador). Plantéate los diferentes escenarios posibles que podrías aceptar, así como lo que puede resultar inaceptable para ti. Trata de ponerte en el lugar de las otras partes pensando las zonas de interés y satisfacción de la parte contraria, lo que la otra parte quiere y necesita. Con este análisis seremos capaces de encontrar una zona de intereses común.
Sé duro con el problema y sensible con las personas. Concéntrate en la solución y no en destruir a tu oponente. Las negociaciones se hacen entre personas y es importante cuidar las relaciones. Negociar con respeto, ética, sinceridad y transparencia favorece negociaciones futuras.
Practica durante todo el proceso negociador la comunicación asertiva, la escucha activa y la empatía. Esta forma de afrontar una negociación te llevará a generar un mayor número de alternativas, e incluso para ceder en un momento dado, esto con la finalidad de que el beneficio para las partes negociadoras sea mutuo.
Pregunta, no des nada por supuesto. No presupongas atrévete a preguntar, no tengas miedo a dar una imagen de que no sabes algo. Aclara las situaciones para evitar malos entendidos y poder encontrar las mejores opciones para ambas partes.
Insiste, resiste y persiste. Un “no” inicial en un proceso negociador puede ser un “sí” posterior. Es necesario que no nos rindamos ante la primera dificultad, es importante persistir para lograr un acuerdo favorable para ambas partes. En mi artículo Pilares de la Persuasión te dejo 6 claves para ser persuasivos.
Cerrad la negociación con un compromiso. De una forma clara y concreta especificar el acuerdo de la negociación o los siguientes pasos a llevar a cabo si no se ha logrado en ese momento un acuerdo, así como establecer cómo y cuándo se debe cumplir. De esta manera evitaremos los malos entendidos posteriores o las frustraciones futuras y tendremos un plan de cumplimiento.
Te recuerdo que ser un buen negociador implica conducir un suceso para llegar a un acuerdo satisfactorio entre dos partes enfrentadas.
¿Qué otras claves manejas para lograr negociaciones efectivas?
Después de lo que acabo de compartir ¿de qué te has dado cuenta? ¿Qué otros claves tienes en cuenta para llevar a cabo una negociación efectiva? ¿Cómo vas a mejorar un proceso de negociación?
Te recuerdo que estoy siempre a tu disposición, si quieres hablarme de tu caso y que te responderé cualquier pregunta o duda que quieras hacerme.
No te olvides que te acompaño con pasión hacia el logro de tu éxito.
La consciencia es la capacidad del ser humano para percibir la realidad y reconocerse en ella, mientras que la conciencia es el conocimiento moral de lo que está bien y lo que está mal.
En mi último artículo te hablé de los 6 pasos para tener una mayor conciencia. Hoy quiero aportarte claves para lograr tener una mayor conciencia pero empecemos por el principio: ¿Qué es la toma de conciencia?
Desde el enfoque psicológico de la Gestalt, la toma de conciencia es “la capacidad de darse cuenta de cómo la persona funciona como ser organísmico (mente, emoción y cuerpo), como ser social, como sujeto transpersonal y como ser ecológico”.
Al tomar conciencia comprendemos para qué vivimos lo que vivimos. Darnos cuenta de lo que vivimos es una oportunidad para crecer en nuestra experiencia de vida y nos hace responsables de ello. Sin toma de conciencia nos creemos las víctimas y responsabilizamos a los demás de lo que sucede en nuestra vida.
Cuando comprendemos dejamos de posicionarnos, perdonamos, nos liberamos del victimismo y alcanzamos una madurez emocional.
¿Quieres tener una mayor conciencia? Te comparto 9 claves para que puedas conseguirlo:
Reconocer que puedo mejorar mi estado de conciencia. El principio de cualquier cambio es el darte cuenta que cometemos errores y querer subsanarlos. Asumir que el cambio es posible.
Mejorar y/o formar la conciencia. La formación de la conciencia es una tarea para toda la vida, para ello es necesario discernir lo bueno de lo malo y de la mentira, evitando la falta de sinceridad y de autenticidad.
Realizar Autoanálisis objetivos. Es importante para mejorar nuestra conciencia el comenzar a observarnos de la manera más objetiva y vernos de la forma más realista y honesta posible, evitando la imagen falsa que tenemos de nosotros mismos. Tomando, en especial, conciencia sobre nuestras debilidades.
Cuestionarte. ¿Por qué lo hago? ¿Qué me lleva a actuar así? ¿Qué gano con esto? ¿Qué pierdo?
Ser coherente. Ser coherente es pensar, decir y obrar de la misma manera. La coherencia nos va a llevar a mejorar y tener una mayor conciencia. Nos va a aportar madurez en nuestro comportamiento.
Ser sincero. Saber decir "sí" y "no" ante cualquier circunstancia, saber poner límites y decirlo con asertividad ayuda a mejorar nuestra conciencia.
Cumplir lo que prometes. Ser fiel a nosotros mismos, a nuestras palabras y compromisos y mantenernos fiel a la palabra dada es fundamental para desarrollar nuestra conciencia.
Hacerte responsable de tus actos y palabras y extraer las consecuencias de cada resultado. Para poder mejorar y aumentar nuestra conciencia es necesario hacernos responsables de nuestras acciones y palabras y las consecuencias que éstas tendrán en nuestro entorno. Hemos de valorar la situación generada y por supuesto, poner los medios necesarios para superar nuestros errores.
Trabajar en la mejora continua. No sirve de nada ser consciente de tus errores o tus debilidades si no practicas el cambio y la mejora. La toma de conciencia no sirve de nada si no existe una evolución. Es fundamental reconstruir nuestra realidad y mejorar la versión de nosotros mismos.
¿Qué otras cosas haces para alcanzar una mayor conciencia? Con el fin de complementar lo que te acabo de comentar te dejo este vídeo de Pilates porque también podemos aprender a ser más conscientes a través del conocimiento de nuestro cuerpo: ejercicios de conciencia corporal.
No te olvides de que “si quieres crecer personalmente es necesario que crezcas en tu toma de conciencia”.
Después de lo que te he compartido ¿qué vas a hacer para mejorar tu conciencia? ¿Cuándo vas a empezar a hacerlo?
¡Tú puedes, puedes lograr lo que te propongas, además, te lo mereces!
Te recuerdo que estoy siempre a tu disposición, si quieres hablarme de tu caso, yo te responderé a cualquier pregunta o duda que quieras hacerme.
No te olvides que te acompaño con pasión hacia el logro de tu éxito.
¿Eres perfeccionista? ¿Te gustaría dejar de serlo?
Foto: pixabay
Mucha gente piensa que para ser excelente hay que ser perfeccionista y es un claro error, pues la excelencia como impulso resulta una gran fuerza pero si se convierte en una obsesión resulta ser un gran freno.
Pon conciencia y analiza. Todo principio de cambio pasa por darse cuenta de lo que nos ocurre y para reflexionar, en este caso, sobre el perfeccionismo se pueden analizar los beneficios y perjuicios de ser perfeccionista, así como las consecuencias y efectos que tiene en tu vida el hecho de ser perfeccionista.
Analiza, planifica y revisa tus expectativas y las expectativas de la/s personas para las que vas a hacer esa tarea, proyecto… antes de comenzar lo que vas a hacer. Establece prioridades y tiempos para la actividad que vas a llevar a cabo y trata de cumplir y finalizar la tarea en el tiempo que hayas decidido, no dediques más tiempo a tareas pensando que así quedará mejor. Atrévete y da el siguiente paso… "Lo perfecto es enemigo de lo bueno" - Voltaire.
Limita el número de opciones a elegir. Intenta tomar decisiones más rápidas limitando las opciones. De esta manera ganarás más tiempo y tu mente quedará liberada para poderte dedicar a otras cosas.
Elige alguna actividad o área para dejar de ser perfeccionista. Es imposible comernos un elefante de un solo bocado pero sí podemos comérnoslo en trocitos. Este ejemplo es aplicable para lo que estoy tratando, es muy difícil de la noche a la mañana dejar de ser perfeccionista, así que elige alguna actividad, asunto o área en la que empezar a ser más flexible y menos perfeccionista.
Nada es perfecto. Además de ser más felices con nosotros mismos, bajaremos el nivel de exigencia hacia los demás. Reconocer que nada es perfecto y que son necesarios los errores para mejorar. Una forma de lograr esto es tomar contacto con la realidad y apreciar que no tiene porqué salir todo bien desde el inicio y que no pasa nada y, sin embargo, es necesario para la búsqueda de la excelencia y de la mejora continua.
Practica el humor y disfruta más. Un perfeccionista tiende a ver todo blanco o negro. Cuanto mayor capacidad de disfrute tengas, mayor perspectiva aportará a tu vida y esto te ayudará a valorar algo como suficientemente bueno.
Además, el reírte de los fallos, defectos, errores o imperfecciones te llevará a sentirte más libre y disfrutar del momento, así como te ayudará a restar importancia a lo que no lo tiene y a encontrar nuevas soluciones para las siguientes veces.
Practica la relajación. El ser perfeccionista lleva en muchos momentos a sentirnos nerviosos o ansiosos, así que te invito a practicar técnicas de respiración, a practicar la meditación, el yoga, el mindfulness… Desde un estado de serenidad es más sencillo obtener claridad mental y por consiguiente tener más objetividad sobre lo que estés realizando.
Vence tus miedos. Deja de ser tan meticuloso con cada detalle de todas las cosas que realizas por miedo a la crítica, miedo a afrontar el siguiente proyecto o desafío o por terminar algo complejo... Una forma de lograrlo es pensando que si lo terminas ya, lo que aún no has empezado puede resultar más interesante que seguir en el bucle de perfeccionismo en el que estás manteniendo sin terminar tu tarea actual. Además, si crees que falta algo, añádelo y con lo que pueda faltar que no eres consciente asume con responsabilidad la consecuencia que pueda suponer.
Cuida tu comunicación contigo y con los demás. Deja de criticarte por lo que no haces bien y deja de criticar a los demás. Hablarte en positivo te ayudará a vivir el momento y ser más feliz. Dejar de criticar a los demás, supone aceptar que los demás puedan pensar y hacer las cosas de forma diferente a la tuya y esto abrirá más tu mente y te ayudará a poder ser más creativo y a encontrar otras posibles soluciones.
Delega o pide ayuda. Acepta que las personas no hagan las cosas como tú las haces y que eso no es malo. Aprovecha al máximo el potencial, conocimientos y actitudes de las personas que te rodean o de los miembros de tu equipo, de esta manera aumentará tu tiempo libre, aprovecharás los recursos que tienes a tu alcance y harás que los demás se sientan motivados, útiles e importantes aumentando su autoestima.
Si eres una persona perfeccionista sabes lo duro que resulta tener y hacer todo perfecto, así como el efecto paralizante que puede causar.
La belleza está en el ojo de quien mira, lo que significa que cada persona va a apreciar la belleza desde su propia perspectiva. Lo que es bonito para alguien no tiene por qué serlo para otro. Y de ahí que podamos apreciar diferentes versiones de lo mismo.
Además, están los gustos. Y para gustos los colores. Cada persona tendrá una idea de cómo le gustan las cosas, cómo decorar su hogar, con qué modelo de coche se identifica más, qué estilo de vestir va con uno mismo o cómo le gusta tener el espacio de trabajo para sentirse más inspirado.
Por otra parte, la mayor parte de las personas podemos apreciar ciertos aspectos que nos provocan ese gusto por lo que vemos, admiración, o simplemente nos generan una sensación de armonía o bienestar. Por ejemplo, podemos estar de acuerdo en la belleza de las 7 maravillas del mundo o que la belleza está en el interior.
¿Qué supone la belleza?
La belleza es una cualidad que complace a los sentidos. También se identifica con lo bueno y lo excelente según la R.A.E.
En coaching hablamos de la triada: verdad, belleza y bondad como los valores supremos del Ser. Aquí la belleza hace referencia al saber estar en diferentes ámbitos, a las inteligencias múltiples, a la elegancia con la que cada uno impregna en su comportamiento, a la forma en la que cada uno se autoadministra y se regula para favorecer la convivencia. Es una forma de dignificar y elevar los estándares.
Llevada al día a día, la belleza supone si lo puedes hacer mejor, si lo puedes hacer más bonito, si lo puedes simplificar, si lo puedes clarificar… ¿por qué no hacerlo?
Se puede poner belleza en lo que hacemos. ¿Cómo? Te dejo algunas ideas:
Pintar. Siempre me ha fascinado el arte urbano. Los trampantojos de paredes que están vacías y que pintadas nos sorprenden. Las cajas de la luz que nos encontramos por las calles también pueden estar decoradas. Un cierre de un comercio que lejos de ser una simple persiana metálica cobra vida y es sugerente. Y no solo por la calle. También dentro de las tiendas y dentro de las oficinas el color de las paredes puede resultar más propicio a la alegría o a la serenidad, con frases escritas podemos inspirarnos o podemos dejarnos llevar por la creatividad.
Lugares de trabajo en los que apetece estar. Espacios con luz natural, con orden, con una mejor oxigenación, lugares agradables en los que la mente puede centrarse, con una buena acústica, con áreas diferentes para desconectar y activar nuestro cerebro… Por ejemplo, el edificio de Amazon en Seattle, es un lugar en el que se han llevado la naturaleza a la oficina, en el que puedes tener una reunión en una sala similar al de la casa del árbol.
Rematar los productos o servicios que ofreces para que resulten más atractivos. En el trabajo diario también podemos hacer que la belleza se aprecie, sobre todo cuidando los detalles. Un buen diseño de una presentación hará que llegue mejor la información que contenga, el trabajo bien rematado dará una sensación de mayor calidad, un emplatado adecuado hará más apetitoso el menú… y no solo eso, generará una mejor imagen de marca de la empresa.
Escribir correctamente. Aunque hoy en día el uso de herramientas como el Whatsapp ha provocado una disminución en la "necesidad" de escribir sin faltas de ortografía, la buena escritura hace bello lo leído. Como dice la escritora Yolanda Saenz de Tejada "necesito la belleza como forma de vida, igual que la poesía (es lo mismo, ¿no?)". Escribe textos atractivos, que inviten a soñar, que despierten sensaciones, que inspiren, que sean claros, fáciles de leer y entendibles por todos.
Ser puntual. Es la belleza de estar ahí cuando la otra persona llegue, poder recibirle, acogerle, recogerle, estar. El cliente al que esperamos se sentirá importante. Y recuerda que tu belleza se mantendrá mejor en la mente del otro si no tiene que esperarte. “Procuro ser siempre puntual, pues he observado que los defectos de una persona se reflejan muy vivamente en la memoria de quién la espera”. Nicolas Boileau-Despréaux.
Comportarse con educación. Dicen en protocolo que las buenas formas ayudan a que una persona se vea más bella. Una manera de moverse grácil, respetando el espacio interpersonal, ser cortés, saber conversar, ser respetuoso, saber guardar la compostura según el momento, pedir las cosas por favor, dar las gracias, decir lo siento… todo hace que se vea mejor nuestra belleza personal. La buena educación gusta.
Sonreír. Una de las formas de expresión que más embellece a cualquier persona es su sonrisa. Una sonrisa sincera. Aunque no tengamos los dientes perfectos, seguro que la alegría que transmitimos, lo que se ilumina la cara, el brillo en la mirada, la actitud que mostramos cuando sonreímos harán que seamos percibidos mucho más bellos. La sonrisa nos hace cercanos y seguro que preferimos estar con personas alegres a nuestro alrededor que con personas que están en continua queja.
Sorprender Una sorpresa es algo agradable e inesperado que se acoge con agradecimiento. La generosidad para dar sin esperar nada a cambio con acciones que simplemente nos salen del corazón, hace bellas a las personas que la proporcionan. Tener ese detalle que es importante para la otra persona, para el cliente o para nuestros compañeros, amigos, pareja nos hace más bellos a sus ojos. Cuidar los detalles hace que se maximice la calidad de nuestras actuaciones y en la atención al cliente es una herramienta que marca la diferencia.
Hacer las cosas bien cuesta menos que hacerlas mal, y si además de hacerlas bien, las ponemos bonitas, serán mucho más apreciadas. Así que te invito a poner un poco de belleza en tu mundo. Al fin y al cabo, la belleza está en todo lo que tienes a tu alrededor, solo tienes que poner atención.
La diversidad cultural es en nuestros días algo tangible en las organizaciones. Es frecuente contratar a alguna persona de una nacionalidad diferente, trabajar con ella como cliente, como proveedor o como colaborador localizado en un país distinto del nuestro, encontrársela en redes sociales, reuniones de negocios...
Esta diversidad cultural se ve reflejada en la multiplicidad de formas en las que se expresan grupos y sociedades y se trata de encontrar la armonía para que puedan convivir. Para ello, es importante el diálogo y el respeto mutuo.
Además, la pirámide demográfica en España está invertida, hay cada vez más personas mayores que se irán jubilando y muchas menos jóvenes para abarcar todo el tejido empresarial. Por eso, personas migrantes o con culturas diferentes son y pueden ser una de las principales vías para desarrollar las empresas, para generar negocio, para hacer la economía sostenible y para mantener nuestra calidad de vida.
Atender a la diversidad de las personas en las organizaciones no es solo una cuestión cultural, es también atender a las diferencias de edad, de género, orientación sexual, origen étnico, socioeconómicas, de capacidades físicas, creencias religiosas o políticas, etc. Y como dice Don Ignacio Sola, Director General de igualdad de Trato y Diversidad, "hablar de gestión de la diversidad en la empresa ya no es una opción, es una obligación".
El pasado día 16 de Mayo, la organización Red Acoge, que lleva más de 11 años trabajando en la sensibilización para una mejor gestión de la diversidad en las organizaciones (entre otras de sus acciones), presentó por tercer año consecutivo, el informe sobre el índice D&I de la gestión de la diversidad y la inclusión en España.
En él se hace notar la influencia del cumplimiento de las leyes relacionadas con la Igualdad de género y de discapacidad, que obligan a las empresas con más de 250 trabajadores a tomar medidas en estos ámbitos. Aunque las empresas con menos de 250 trabajadores, que son la mayoría en nuestro país, también pueden poner el foco en la inclusión y en la gestión de la diversidad de las personas. Y son precisamente estos dos aspectos sobre los que más políticas o instrumentos de diagnóstico se implantan en las empresas. De hecho, el 84% de las empresas de la muestra atiende cuestiones de género y el 50% de las mismas atiende cuestiones de discapacidad.
Además, un 75,76% de las empresas participantes en este índice declaran contar con una política de gestión de la diversidad y el 69,70% dispone de instrumentos de diagnóstico, evaluación y seguimiento de ésta.
Claves para hacer una buena gestión de la diversidad:
Reconocer la ventaja competitiva que supone. El mundo se mueve muy deprisa. Las conexiones son globales, los clientes y proveedores pueden estar deslocalizados, las características y aspectos culturales propios de la forma de trabajar en unos países y otros, la creatividad que ofrecen los diferentes puntos de vista, la facilidad de entrada en nuevos países con personas que los conocen, la agilidad para adaptarse a los entornos y la rentabilidad económica que supone tener a personas diversas, hace que los negocios puedan crecer más rápido y mejor.
Por ejemplo, una autoescuela viendo la demanda de clientes de nacionalidad china decidió incorporar a su plantilla a personas de dicha nacionalidad, editó manuales en chino y ofreció sus servicios a los miembros de esta comunidad logrando así un gran éxito para el negocio.
El compromiso del equipo directivo. La dirección ha de considerar que es importante gestionar la diversidad, y además, dada la evolución de la población en España, la gestión de la diversidad es ya una variable o área a tratar. Hay que ponerlo en el plan estratégico de la empresa.
Crear una cultura de apertura a las diferencias. Hay empresas que fomentan esta cultura cuando se internacionalizan, cuando la ley obliga o cuando algún colaborador se encuentra en una situación de exclusión, de discapacidad, o ha tenido algún conflicto relevante. Sin embargo, la cultura de apertura a las diferencias se desarrolla desde unos valores de tolerancia, ética, inclusión, aprender de los demás, relaciones de igual a igual, porque todos somos personas que aportamos valor a la empresa.
Formación y sensibilización, especialmente de directivos y mandos medios. Los responsables de equipo son esenciales en la gestión de la diversidad. Las personas que tienen a su cargo son cada día más variadas y han de saber tratarlas. Se habla de liderazgo para la diversidad y hay que capacitar a estos líderes en las formas de gestionar equipos diversos, saber atender las necesidades individuales y que sumen su valor como grupo, gestionar los conflictos de las diferencias existentes y alinear a todos hacia los objetivos comunes. Y como lo que no se conoce no se puede gestionar, habrá que formar y capacitar a líderes y responsables de equipos en esta gestión.
Sin embargo, según el índice D&I, solo el 12% de las empresas sensibiliza a sus mandos medios. Mientras que las empresas que están viendo la ventaja competitiva que supone, tienen todas incorporada la gestión de la diversidad en sus programas de formación de líderes. Y nosotras, desde 2miradas, no solo gestionamos la diversidad entre los distintos miembros de nuestro equipo, sino que también incluimos la gestión de la diversidad en las formaciones sobre liderazgo y gestión de equipos que realizamos en las empresas.
Selección de las personas. Basarse en méritos, en experiencia, en capacidades y cualidades para después ver a la persona que hay detrás de ellos. Los currículum ciegos son una forma de seleccionar sin filtrar de antemano. A veces es difícil porque por el tipo de empresa se requieren ciertos requisitos, por ejemplo, una altura determinada, una fuerza determinada, una resistencia determinada, una imagen determinada… Sin embargo, eso que parece limitar la inclusión de la diversidad, en realidad no lo hace porque, por ejemplo, dentro de una misma franja de edad o con una fuerza determinada tenemos personas con diferentes culturas, género, etnia, orientación sexual… Así que está en nuestra mano abrir las posibilidades y dejarnos sorprender, en lugar de cerrarnos opciones a la entrada de talento.
Según el estudio del índice D&I, el 90% de las organizaciones cuentan con un procedimiento destinado a garantizar que los procesos de selección se basen únicamente en mérito y en las competencias de cada puesto. Y también se aplica a la selección de proveedores de forma que 5 de cada 10 empresas incorporan criterios de diversidad en los procesos de selección de empresas proveedoras y tienen en cuenta sobre todo la variable de discapacidad.
Comunicación que lo haga visible. Una empresa con una cultura abierta en la que se valoran las diferencias, en las que se permite disfrutar de los actos religiosos según cada ideología, en la que se comprende que ser madre y padre requiere de tiempo de cuidado de los hijos, que todos tenemos mayores a los que atender, que se entiende lo que es importante para cada uno, que quieras llamarte María cuando naciste Mario y sea tan fácil como cambiar el nombre en tus documentos, que lo haga fácil en pro de una mejor convivencia. Una empresa así, se convierte en un buen lugar para trabajar, un lugar atractivo donde las personas quieran ir a trabajar. Comunicar las buenas prácticas en la gestión de la diversidad es la mejor vía para atraer talento.
Casi el 85% de las empresas que han participado en este estudio tienen en cuenta las diferentes variables de diversidad en la comunicación externa que realizan, especialmente las relacionadas con el género.
Conocer la empresa y sus necesidades de negocio. Cada empresa es un mundo, y es importante conocer las oportunidades del mercado, las dificultades, a las personas que en ella están desarrollando su trabajo, los intereses de los stakeholders, el clima laboral, la imagen de la empresa…Todo esto supone un punto de partida, porque lo que no se conoce no se puede gestionar. Necesitamos indicadores. Y desde Red Acoge, participando en el estudio y respondiendo a las 22 preguntas de su cuestionario ya te dan claves sobre qué atender y dónde poner el foco para plantear las medidas necesarias para la mejor gestión de la diversidad de la empresa.
Y algunas empresas como Sodexo incluso han creado ya redes internas para la gestión de la diversidad LGBTI+ con resultados muy positivos. Aun cuando es una cuestión de índole privada, de voluntaria respuesta, cada vez se suman más personas y hay una mayor normalización e inclusión de las mismas.
La diversidad está, incluso sin pensar en las variables de edad, género, cultura, orientación sexual… cada uno somos de nuestro padre y de nuestra madre. La suma enriquece, se amplían las oportunidades de negocio, mejora la innovación y se obtienen mayores beneficios. También hay que gestionar los conflictos pero sigue compensando.
Como dice Mª Antonia Pérez, directora general del trabajo autónomo, economía social y de la responsabilidad social de las empresas, "no vale con blanquear el discurso, si luego dentro de la empresa no funciona así". La gestión de la diversidad habla de líderes inclusivos, que atraigan talento, buscando un entorno de respeto donde las opiniones en contra de las diversidad no sean bien recibidas, donde las mujeres no se tengan que poner el gorro masculino por llegar a puestos de responsabilidad, donde se mantenga el talento de las personas mayores dándoles un mayor recorrido por su experiencia, donde la salud sea un factor a cuidar así como entender que hay enfermedades que no son limitantes para todos los trabajos, y que la creatividad y la innovación crece con personas diversas, y que cuanto mejor entendamos las diferencias, mejor podremos sumarlas para lograr los objetivos deseados y para poder trabajar en las mejores condiciones, en espacios donde querer trabajar, sin discriminación, sino como personas que aportamos valor.
Te dejo algunas ventajas más de gestionar la diversidad en este vídeo de Red Acoge:
Ábrete a la diversidad para mejorar el resultado y el bienestar empresarial.
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