Me gustaría invitar a todos a mirarse como en un espejo y que cada uno trate de responder a una pregunta: ¿Soy un buen ejemplo o modelo?
En las organizaciones, las personas responsables de los equipos definen y crean la forma de trabajar en ellos. Aquellas cuestiones a las que el/la «jefe» ponga interés, a las que dedique un mayor tiempo, por las que insista y pregunte, serán las cuestiones a las que los miembros de su equipo dediquen mayor tiempo, mayor interés, insistan y por las que respondan. De igual modo ocurre con los temas que por diferentes motivos no se pueden afrontar con la dedicación que a veces nos gustaría. Y sin ser conscientes, crean el clima y la forma de trabajo del equipo, pero ¿es el que quieren realmente crear?
De ahí la importancia de conocer los objetivos y saber transmitirlos, de alinear a los equipos con la cultura, misión, visión y valores de la organización con el propósito de su trabajo. La alineación sólo se consigue de arriba hacia abajo en las organizaciones. La implicación de los equipos directivos, de los mandos, coordinadores, delegados, responsables de equipos, etc. es fundamental en todo cambio pues si no se da, se pierde credibilidad y es más costoso que los colaboradores se comprometan con aquello con lo que sus responsables directos no se comprometen.
Pero no solo a nivel técnico, en base a funciones o tareas sino también a nivel emocional. Una persona que está estresada tenderá a generar estrés en aquellos que tiene a su alrededor, una persona que sonríe favorecerá que quienes le rodean sonrían. Las emociones también se contagian.
Parar un momento para darse cuenta de lo que cada uno hace, como decíamos, es importante para reconocer nuestra realidad y poder avanzar hacia nuestro objetivo buscando la mejora, las soluciones y mirar hacia el futuro que deseamos. Para facilitaros este «darse cuenta» os propongo algunas preguntas que os pueden ayudar, pero seguro que se os ocurrirán otras muchas posibles preguntas que os animo a compartir.
- ¿A qué presto una mayor atención?
- ¿Realmente muestro mi interés a aquellas cuestiones que digo que me parecen importantes?
- ¿Estoy transmitiendo correctamente a mis colaboradores la importancia y objetivo de lo que pretendo?
- ¿Sé comunicar y motivar de forma adecuada para mantener la implicación de mis colaborador@s?
- ¿Soy capaz de responder a aquellos temas con los que me he comprometido hasta el final?
- ¿Qué emociones genero en mi equipo con mi forma de actuar?
De las respuestas que deis aquí, el ejercicio siguiente es contrastar con uno mismo la coherencia. La coherencia se aplica a la persona cuya forma de pensar no se contradice con su forma de actuar. Y en las organizaciones, mostrar coherencia propicia una mayor sostenibilidad, genera respeto hacia las personas que lo muestran, e incluso admiración, cualidades que tienen las personas a las que se quiere copiar y/o tener de referencia.
¿Sois un buen ejemplo o modelo a seguir para vuestros colaboradores?
Te espero en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
0 comentarios