Seguramente estas palabras hayan salido de tu boca o simplemente hayan pasado por tu mente no hace muchos días.
Las vacaciones, según cómo cada uno se las tome, pueden servir de desconexión, de inspiración, de descanso, de actividad, pero lo que sí suelen suponer, es un cambio de aires y romper con la rutina.
Y a la vuelta, además de adaptarse poco a poco y seguir las recomendaciones de los expertos, también es tiempo de nuevos propósitos y de ponerse en acción hacia esos “tengo que” que nos hemos planteado.
A veces los “tengo que” pueden resultarnos pesados, son autoexigencias que nos imponemos. Desde perder los kilos de más hasta abordar un nuevo proyecto profesional. Hemos pasado de un “me doy permiso” en las vacaciones a una obligación que viene determinada por un deseo propio o de otros.
Un caso de estos “tengo que” puede ser el de cumplir con las expectativas de los demás, lo que se supone que “debemos hacer” de cara a nuestro entorno, lo que se espera de nosotros. Y eso, a veces, puede que no lo afrontemos con tanto vigor como cuando nos mueven nuestros propios deseos, y más que volver con energía renovada, comencemos con frustración anticipada. Como nos relata Sandra P. Coral Dulcey en el cuento “El hombre que no podía triunfar” :
“Gonzalo no sabía que podía liberarse de las cadenas que lo ataban a cumplir el sueño de otros, no tenía ni idea de cómo hacerlo, creyó fielmente que tenía que ser, hacer y tener lo que otros habían elegido de su vida. Aunque esto le costará sentirse internamente frustrado y triste.
Así entró a la universidad y estudió administración de empresas siendo un alumno modelo. Le agradaban los números y todo lo que tenía que ver con la carrera, pero no se sentía realmente pleno.”
Y es que afrontar la vuelta se puede hacer de forma radical o poco a poco. Exigiéndonos mucho o alternando las actividades de nuestras vacaciones con las de la vuelta al trabajo. Es conveniente, como dice David Pulido, plantear de forma ordenada y práctica cómo irse empujando a ello.
Incluso la forma de expresarlo para nosotros mismos cambiará si en vez de decir “tengo que” quitarme los dos kilos que he cogido, cambiamos la expresión por “necesito” quitarme los dos kilos que he cogido. Si hablamos de cumplir deseos, “necesito” también puede ser una buena opción para plantearlo. Un “necesito” suele llevar asociado un “para qué”, un objetivo. Eso nos marca una dirección a seguir que facilita la valoración de si las acciones que me proponga realizar me llevan allí o no. Y más que exigencia hablamos ahora de responsabilidad.
Pero ¿qué pasa si damos un paso más y nos ayudamos con un “quiero”? Probad a decir la misma idea comenzando la frase por “quiero”. Aquí ya hablamos de deseo y no sólo de necesidad. Si bien muchas necesidades, sobre todo de supervivencia, nos llevarán a la acción de forma más rotunda, seguramente sin ese “quiero”, que aporta el componente emocional, el resultado nos parezca algo más costoso. Es como poner la pasión en lo que hacemos aunque sea por una necesidad a cubrir. Si queremos cubrirla, la afrontaremos con una fortaleza mayor, como la fuerza extraordinaria que sacamos en situaciones límite.
Siguiendo con el cuento de Sandra P. Coral Dulcey:
“Gonzalo decidió que terminaría con lo que había empezado, que comenzaría a crear su propio sueño. Sabía que necesitaba ayuda, de personas que le enseñaran a creer que él podía. Flor, fue una de ellas….
Gonzalo decidió hacer la mejor inversión de su vida, y apostó por él mismo. Invirtió en mentores que le enseñaron a liberar sus cadenas y miedos, compró libros que le ayudaron a crecer y a sentirse más poderoso, se dejó guiar por otras personas que sabían convertir en realidad sus sueños y esto lo fortaleció a tal grado que en poco tiempo Gonzalo transformó su vida.”
Cuando nos ponemos en marcha apoyados por querer cumplir nuestros sueños, recuperamos fuerzas que podían parecer olvidadas y que resurgen para apoyarnos en el camino. Un camino que puede tener baches que esa fuerza nos ayudará a salvar, un camino para el que prepararnos buscando a las personas horizonte, contando como Gonzalo con mentores o acompañantes que nos aporten su experiencia y sabiduría, o tan solo que crean en nosotros y nos alienten a lo largo del recorrido. Porque cuando ponemos un “quiero” surge la magia.
¿Te animas a facilitarte la vuelta transformando “tengo que” por “quiero”?
Te espero en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
0 comentarios