A veces nos encontramos muy cansados o nos enfocamos tanto en un problema que sin querer lo maximizamos, y dramatizamos la situación hasta tal punto que se nos hace mucho más dura y cuesta arriba.
¿Por qué es importante bajar la intensidad?
Es cierto que hay personalidades que necesitan vivir las emociones de forma más intensa para sentirse más vitales, sin embargo, dramatizar suele tener consecuencias que pueden afectarnos incluso a la salud.
Poner intensidad a las emociones que nos provocan un mayor bienestar puede hacer que exageremos. Seguro que conoces personas que en su forma de hablar utilizan frases o palabras del tipo: “Lo mejor que he probado en la vida”, no rico, sino “delicioso”… siempre con una sensación de que lo que te está contando es lo más.
Mientras que poner intensidad en las emociones más desagradables hace que suframos y que generemos mucha más negatividad y catastrofismo. Además, alimentamos las dificultades buscando factores que sumen a empeorar lo que ocurre o puede llegar a suceder.
En cualquier caso, dramatizar forma parte de idealizar, de traer algo a la realidad que no es del todo así y tiene como base la continua observación, la atención insistente de la realidad, de las personas, de las situaciones y de las relaciones entre unas y otras, o con uno mismo.
¿Qué podemos hacer para desdramatizar?
Ponle objetividad. Trata de plantear los hechos reales que han sucedido, las palabras concretas que se han dicho, la secuencia en la que se dado… Lo importante es darte cuenta de cuándo estás haciendo una montaña de un grano de arena o saber que estás creando una película, normalmente bastante fea, de lo ocurrido, que en cualquier caso es irreal. Bajar a la realidad será de gran ayuda para no exagerar.
Tomar distancia y perspectiva. Cuando algo nos afecta sobremanera, enfriar la situación suele ser una opción muy beneficiosa. Por eso, alejarnos de ella, ya sea físicamente o incluso mentalmente, pensando en otras cosas, nos ayudará a distraernos y darnos tiempo para actuar después de una mejor manera.
Utiliza un diario de emociones en el que anotar también el nivel de intensidad en el que estás viviendo cada una. De esta forma podrás tomar consciencia de qué situaciones te generan una mayor inestabilidad emocional y podrás comenzar a plantearte cómo gestionarlas de una forma más adecuada.
Rodéate de personas que han superado esa situación y averigua cómo lo han hecho. A veces necesitamos referentes. Tener un modelo con el que comprobar que se puede, te da esperanza. Nunca va a ser exactamente igual la situación vivida por el otro que la tuya, pero seguro que puedes aprender formas que te pueden resultar de ayuda para probar, al menos, para dejar de dramatizar.
Ponte en lo peor y busca la solución para ello. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Si te pones en la peor posición, todo lo que pase distinto será mejor. Y si has podido idear un plan de acción en caso de que ocurra lo peor, te sentirás más tranquilo, ya que no te sorprenderá ninguna situación para mal y sabrás qué hacer, saliendo del desasosiego y la incertidumbre y avanzando por un plan que te genera un mayor bienestar.
Foco en las soluciones. Si en lugar de enfocarte en el problema de forma continua, comienzas a ponerte en modo soluciones, en buscar el cómo dejar de dramatizar, ya tu cerebro se pone a plantearse alternativas. Así que, querer cambiar te ayudará y te pondrá en una mejor disposición para estar mejor.
Nunca va a pasar tal y como te lo imaginas. Tener esta frase en mente te puede servir para bajar un poco la intensidad. No podemos controlar lo que no esté en tu mano o lo que el otro va a hacer, no estamos en su cabeza, no sabemos si actuará como tenemos en mente o no. Entonces, no te atormentes con lo que te estás imaginando pues puede que no se dé.
En cualquier caso, si quieres saber si eres una persona dramática, te dejo el enlace al test que desarrolló el psicólogo Scott Frankowski traducido y compartido por el equipo de la revista Moi.
Por si te ha salido que tienes un alto nivel de drama en tu vida, piensa que la dramatización en determinadas ocasiones puede ser de gran ayuda, porque en psicología se utiliza el psicodrama para poder expresar inhibiciones, superar límites, abordar frustraciones o anticipar situaciones que presentan cierta agresividad ensayando para conseguir controlarlo antes de afrontar el momento en la realidad. Se hace representando roles, teatralizando la escena. Pero, eso sí, siempre con ayuda de psicólogos y para casos concretos, no dejes que domine tu vida.
Con lo que te he compartido, ¿qué vas a comenzar a hacer? ¿Cómo vas a desdramatizar eso que estás maximizando y no te hace bien? Recuerda que la toma de consciencia será tu aliada para mejorar tu bienestar y reducir el drama.
Aprendiendo en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
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