Recientemente he tenido un aprendizaje importante, que ocurre, como en muchas ocasiones, cuando las situaciones inesperadas nos desestabilizan: «Aquellas cosas que no aprecias realmente, las puedes perder fácilmente».
Aunque puede sonar sentencioso, lo cierto es que me he dado cuenta que puede ocurrirnos en diferentes ámbitos de la vida. Si no cuidas una relación porque empiezas a no apreciar a esa persona o no aceptas varios de sus comportamientos, es muy posible que esa relación muera y que esa persona desaparezca de tu vida. Si no tienes verdadero aprecio por tu trabajo, lo irás desestimando y puede que el rendimiento que vayas consiguiendo sea cada vez menor, llevándote a un posible despido o un abandono. Como dice Porta, un joven rapero español, en su canción «Aprecia lo que tienes» antes de que sea tarde.
Cuando tenemos algo que consideramos de gran valor, lo protegemos, lo guardamos como si fuera un tesoro, lo mimamos, lo sacamos a la luz para que brille, presumimos y hablamos de ello con pasión y admiración.
Esto me ha llevado a preguntarme y os invito a hacer lo mismo, ¿a qué cosas materiales no tenéis verdadero aprecio? ¿A qué personas no profesáis verdadero afecto? y después, ¿por qué lo seguís manteniendo? ¿Cuál es el beneficio de mantenerlo? ¿Nos hace más feliz?
A veces no nos atrevemos a avanzar y salir de la comodidad de nuestra zona de confort porque el cambio nos genera incertidumbre, «tener que» movilizarnos y hacer algo diferente a lo que venimos haciendo. ¡¡Cuesta!!
Éste es el momento de apelar a nuestro interés por el crecimiento personal y también profesional (si es en este ámbito en el que no estamos apreciando nuestro tiempo dedicado a ello con la pasión que nos haría felices), en definitiva, plantearnos qué queremos para nuestra vida.
Para poder evolucionar muchas veces hemos de vaciarnos de aquello que ya no nos sirve, aunque en su día fuese muy necesario e importante para nosotros. Ya tuvo su función. Existe una fábula oriental que nos explica la importancia de vaciarse. Aquí os la dejo.
Vaciarnos para poder llenarnos de nuevas perspectivas, actualizarnos, acoger a nuevas personas que pueden enriquecernos, descubrir nuevos caminos, permitirnos pequeños cambios, pequeñas acciones diferentes, que nos apetecen y no nos atrevíamos a realizar, y que van ampliando nuestro Ser, nuestras capacidades, despertando inquietudes y dejándonos volar y soñar.
La invitación, por tanto, es a:
- Revisar lo que tienes a tu alrededor y valorar tu nivel de aprecio por ello. Revisar todo: lo tangible y lo intangible, como el cariño hacia ciertas personas, la confianza con un determinado grupo, el ambiente en el trabajo…
- Separar lo que no aprecias realmente de lo que aprecias de verdad y esto último, ¡¡cuidarlo!!
- Sobre lo que ya no aprecias de igual forma, decidir qué quieres y qué eres capaz de hacer por mantenerlo en tu vida y qué no te atreves a hacer para alejarlo de tu vida.
- Agradecer el tiempo pasado y la utilidad ofrecida mientras estuvo a tu lado. Y despedirnos. En muchos casos podemos elegir el nuevo destino de algunas de las cosas de las que nos desvinculemos.
- Respirar profundamente y plantearnos qué nuevos aspectos queremos que entren en nuestra vida.
- Enfocarnos en ellos, plantear un plan de acción para conseguirlo y fluir para lograr que sean nuestros nuevos compañeros en el camino de la vida.
¿Cómo quieres que sea tu vida? ¿Qué quieres que tenga? ¿Qué ya no es necesario? ¿Qué vas a hacer para lograrlo?
Con todo esto, ¡felicidades! estás avanzando y, como siempre, yo te acompaño en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
0 comentarios