No sé si tú pensarás igual, pero a mí me da la sensación de que las personas están revueltas. Creo que el confinamiento, la situación laboral, la economía, la salud, las relaciones a distancia o no, la convivencia, todo, nos ha llevado a una reflexión personal y profesional.
Te haya afectado en mayor o menor medida, es probable que te hayas planteado si como está tu vida es como quieres que esté. Si no es así, creo que es buen momento para revisar la rueda de la vida en la que te mueves y cogerla con tus propias manos, liderando tu vida.
Ya, las circunstancias… Las circunstancias no han impedido que hables con algunas personas, no han impedido innovar, no han impedido la creatividad, no han impedido el apoyo de profesionales y amigos. Por eso, lejos de quejarnos, es tiempo de cuidarnos, querernos mejor y afrontar el futuro.
Ahora bien, ¿cómo se hace? Comenzando por lo que de verdad importa.
- Tú. Pregúntate qué quieres, qué es importante para ti, conócete. ¿Qué te gusta? ¿Qué disfrutas? ¿Cuáles son tus valores para que puedas apoyarte en ellos? ¿Cómo reaccionas ante la incertidumbre? ¿Cómo está tu autoestima? ¿De qué tienes miedo? Sobre todo, recuerda que estamos en este mundo por un tiempo limitado y que lo que de verdad importa es disfrutar esta oportunidad de vivir que tenemos. Así que recuerda qué es para ti la felicidad y qué te da bienestar. Y enfócate en ello.
- Entrenar las actitudes que nos ayudan. Hay actitudes que nos ayudan a superar las circunstancias. Es una pena que a veces esas actitudes no las aprendemos hasta que no nos pasa algo realmente serio que nos lleve a un cambio de paradigma en nuestra forma de ver el mundo. Sin embargo, es posible aprenderlas. Por ejemplo, como dice Elsa Puncet, hay una actitud que es especial y capacitadora al máximo, el optimismo. Ya está más que demostrado que las personas optimistas, lejos de ver el mundo de color de rosa, son capaces de valorar los obstáculos como retos en lugar de problemas, o de reponerse antes de las situaciones adversas.
- Desdramatizar. Nos ponemos muy intensos, todo lo magnificamos. Hemos de poner objetividad, relativizar y tomar perspectiva de las cosas. Ni es todo, ni es como tú quieres que sea todo, ni los demás han de hacer todo lo que tú quieres como tú quieres y cuando tú quieres… Cada persona tiene su historia y circunstancias, su forma de ser y tomar decisiones. Cada empresa tiene su historia y circunstancias, sus responsables. Y hemos de tener claro que cada persona y empresa hace en cada momento lo que cree ser lo mejor, aunque no nos guste. Tenemos dos opciones: aceptación, comprensión, compasión… o cambio. Como decía mi abuelo: “si tiene remedio para qué cabrearse, y si no lo tiene, ¡para qué cabrearse!”. Piensa qué es lo peor que podría pasar y prepárate para ello. Ocúpate en lugar de preocuparte.
Para si lo necesitas, toma tu tiempo de pensar, de estar en soledad, de estar contigo. Practica el silencio, el autocuidado y, sobre todo, quiérete a ti mismo. Eres lo más importante que tienes.
Para finalizar, te recomiendo un libro que me marcó desde que lo leí por primera vez: “Lo que de verdad importa” de Jan Goldstein.
Aprendiendo en el camino del crecimiento.
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