Muchas personas comienzan su día faltos de energía, sin ganas de hablar con nadie, molestas hasta que se toman el primer café,… A veces muestran más irritabilidad e impulsividad, son más susceptibles al estrés y a los cambios de humor…
A estas personas habría que preguntarlas ¿qué tal has dormido?
Los estudios de neurociencia están comenzando a darnos pistas sobre cómo funciona nuestro cerebro y también sobre la importancia del sueño. Muchas personas piensan que dormir es una pérdida de tiempo, y está calculado que si medimos el tiempo que dormimos respecto al tiempo que vivimos, más de un 30% del tiempo lo pasamos durmiendo. ¿Y por qué? ¡Porque así lo necesitamos para vivir!
Una de las funciones del cerebro según los neurociéntíficos (aunque hay aún numerosas hipótesis más) es que durante el sueño el cerebro ejerce un efecto reparador. Lo que hemos gastado durante el día, lo reemplazamos, y reconstruimos durante la noche. Y también, otra de las funciones importantes es que nos permite procesar los aprendizajes y sucesos ocurridos durante el día, consolidando la memoria. Os dejo un vídeo de Russel Foster explicando los avances en neurociencia sobre el sueño y la importancia de su cuidado para nuestro bienestar y estado emocional.
Muchas personas trabajan mucho y duermen poco. Si bien es cierto que según la edad las necesidades de dormir varían (por ejemplo, los niños han de dormir mucho más que las personas mayores),todos necesitamos un tiempo para que nuestro cerebro realice las funciones que sólo en ausencia de luz natural está preparado para realizar, como por ejemplo, la secreción de la hormona del crecimiento, que en los adultos condiciona la reparación de nuestra piel.
Para facilitar nuestro descanso y poder sentirnos mejor, menos irritables por las mañanas y más descansados, también será un factor importante cómo vivimos nuestro día. El cerebro acumula las tensiones sucedidas durante el día, los anhelos, la ansiedad, etc. y después necesita un tiempo para desconectar aunque nos vayamos a la cama y caigamos rendidos.
Por eso, los expertos en sueño, como el Doctor Estivill, nos cuenta en su libro «Dormir natural», que puedes conseguir aquí, que hay tres fases fundamentales que puedes chequear para valorar qué tal duermes:
1. Preparar el sueño: igual que con los niños hacemos el baño, la cena, les leemos un cuento y vamos bajando la intensidad de la actividad hasta llegar al sueño, de adultos ocurre lo mismo. Ir bajando la intensidad de la luz, olvidarnos del ordenador, el móvil o la tablet como medio para «entretenernos» antes de ir a la cama (o ya en la cama si eres de los que te lo llevas para mandar el último mensaje antes de dormir), es decir, tener rituales para ir a la cama que vayan haciendo al cerebro darse cuenta de que nos estamos preparando para dormir.
2. La hora de dormir: un buen colchón, una habitación con una temperatura adecuada, relajarnos, centrarnos en nuestra respiración, más lenta, dejando pasar nuestros pensamientos…
Dentro de esta fase se desarrolla el ciclo del sueño, donde pasamos por una serie de etapas, comenzando por la primera, de sopor, en la que se nos relajan los músculos y caemos en la somnolencia dejándonos llevar por el sueño. Después hay una etapa de transición hacia la etapa en la que hay un sueño más lento, en la que las ondas cerebrales mantienen ya un ritmo muy ralentizado y necesitamos un estímulo más fuerte para hacernos despertar porque entramos en un sueño profundo. Y la etapa que se da a continuación es la que se denomina fase REM (rapid eye movement) en la que podemos reconocer que soñamos. Estas etapas se repiten 4-5 veces a lo largo de la noche.
3. Tener un buen despertar: que suene de forma estridente el despertador no es, desde luego, nada facilitador para afrontar el día con una sensación agradable y energía. Por eso, lo ideal sería poder despertarnos de forma espontánea, aumentando la intensidad de la luz de la habitación, con caricias (si tienes a alguien a tu lado) y sonidos que vayan aumentando de forma paulatina y dándonos el tiempo suficiente para activarnos. Podemos comenzar con pequeños ejercicios para ir despertando también a nuestro cuerpo, seguir un ritual de despertar que incluya la limpieza de la piel, pues como he comentado se produce durante el sueño la regeneración de la misma, y desayunar sano y con tiempo nos ayudará a mejorar nuestro estado de ánimo para comenzar el día.
Por todo lo aquí comentado, dormir bien nos ayuda a tener una mejor concentración, tomar mejores decisiones, ser más creativos, facilita nuestras relaciones sociales, y sobre todo ganamos en salud. ¿Qué vas a hacer para cuidar de tu sueño y de tí?
Te espero aprendiendo en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
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