Una vez pasadas estas fechas navideñas en las que todos, en mayor o menor medida, hemos tenido compromisos familiares, con amigos, con los compañeros de empresa, etc., quería daros mi opinión sobre la puntualidad, algo a lo que todos nos hemos referido alguna vez, un concepto que forma parte de nuestras vidas desde niños.
Todos tenemos adquirido lo que significa ser puntual, y seguramente si a cada uno de nosotros nos preguntaran qué entendemos por puntualidad o ser puntuales, con certeza nos acercaríamos sorprendentemente a la propia definición que aporta la Real Academia Española: «Cuidado y diligencia en llegar a un lugar o partir de él a la hora convenida» y «cuidado y diligencia en hacer las cosas a su debido tiempo«.
El significado de puntualidad en sí mismo ya es importante, sin embargo son sus consecuencias lo que hacen del concepto algo realmente relevante. Y lo digo porque si bien la puntualidad puede auto aplicarse, por ejemplo, cada uno de nosotros puede responsabilizarse de realizar en los plazos previstos las tareas que nos hayamos puesto en nuestra agenda, la puntualidad resulta más notable cuando afecta a dos o más partes. Es ahí cuando el hecho de llegar, partir o hacer las cosas a su debido tiempo, traspasan el factor tiempo y entran en juego otros conceptos como pueden ser: derecho y obligación, respeto, eficacia, orden, control, etc.
Y sí, muchas veces banalizamos el ser o no puntuales. Obviamente todos los escenarios no tienen el mismo nivel de importancia. No es lo mismo perder un avión por llegar 10 minutos tarde a la puerta de embarque, que hacer esperar a unos amigos esos mismos 10 minutos cuando se ha quedado a comer. Las consecuencias no son las mismas, pero vienen provocadas por el mismo hecho.
Tenemos el derecho de tener esa reunión, esa comida o esa charla a la hora convenida, y a su vez tenemos que obligarnos a que suceda así, ya que la otra parte tiene el mismo derecho que nosotros. Y es también una señal de respeto hacia la otra parte, de poner en valor el tiempo que nos dedican los demás.
¿Quién no tiene un amigo o conocido que llega tarde a las citas sistemáticamente? ¿Cuántas veces nos hemos quejado de tener que esperar en el médico o de retrasos en el transporte público? En realidad, a todos nos molesta tener que esperar cuando nosotros estamos a la hora establecida, y el hecho de estar es una muestra de orden interior, de saber organizar nuestro tiempo para que los sucesos ocurran como están planeados.
Lo mismo ocurre en el ámbito laboral: ser puntual a la entrada al trabajo, en la llegada a reuniones con colaboradores, clientes, proveedores, etc., en los tiempos fijados de inicio y fin de esas reuniones, en el cumplimiento de las tareas en el momento establecido o antes, son características que demuestran ese orden y que aporta una confianza adicional. Además, la puntualidad redunda en la eficacia en la realización de tareas, y posibilita que los plazos se cumplan, las facturas se cobren, los clientes regresen, etc.
Y vuelvo a lanzar preguntas similares en este ámbito profesional: ¿cuántas veces nos hemos quejado de ese proveedor que nos prometía tener ese producto o tarea en una fecha concreta, y que se retrasa una y otra vez? ¿Qué opinarán nuestros clientes cuando nosotros hacemos lo mismo?
Puede que no demos a la puntualidad todo el valor que merece, pero estoy convencido de que si ponemos empeño en esta tarea, que además no supone un esfuerzo adicional, ni físico, ni emocional, ni financiero, seguro nos servirá para dotarnos de más control, organizarnos mejor, y hacer que los demás nos vean como personas cumplidoras, ordenadas y confiables.
Algunas claves para ser puntual que os pueden ayudar son:
- Averigua cuánto tiempo te puede llevar realizar cada tarea y deja un margen para no pillarte en caso de que se demore más de lo que esperabas.
- En las reuniones deja claro a todos los asistentes, por anticipado, el orden del día para así que todos vayan preparados a las mismas. Y si algún tema se prolonga, valora el dejarlo para una nueva reunión.
- Piensa cómo puede afectar tu demora a los demás o a los proyectos en los que trabajas. ¿Te gustaría que te lo hiciesen a ti?
- Si te queda un rato libre, no lo llenes con algo que sabes que te puede llevar más tiempo del tiempo que tienes.
- Realiza las tareas más pesadas en los momentos en los que tengas más energía y las más ligeras en los momentos en los que estés más cansado.
- Vigila tus ladrones del tiempo: propios y ajenos.
Os dejo como colofón final algunas frases que personas ilustres dejaron relacionadas con la puntualidad:
“Es difícil mostrarte confiable cuando la gente tiene que esperarte” – WesFesler (jugador y entrenador de fútbol americano y baloncesto).
“Llegar tarde es una forma de decir que tu propio tiempo es más importante que el tiempo de la persona que te espera” – Karen Joy Fowler (escritora).
“La puntualidad es una de las virtudes cardinales del negocio: insístela siempre en tus subordinados” –Don Marquis (humorista, periodista y escritor).
“Mejor tres horas demasiado pronto que un minuto demasiado tarde” – William Shakespeare (poeta, dramaturgo y actor).
En definitiva, a los que hacéis de la puntualidad vuestra seña de identidad, os felicito por hacer de ella un verdadero valor, y a los que, digámoslo amablemente, la puntualidad no es la mayor de vuestras virtudes, os animo a que empecéis a practicarla porque ya veréis que podréis aprovecharos de todo lo bueno que trae consigo.
¿Qué vas a comenzar a hacer para ser más puntual? Empieza a programarte con eficacia y gestionarás mejor tu tiempo.
Ricardo González Rivero
Ingeniero técnico industrial
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