Parece que el estrés forma parte de nuestra vida. Los que trabajan porque no quieren perder su trabajo y realizan un continuo sobre esfuerzo. Y los que no trabajan porque estar buscando trabajo y resistir a las diarias negativas, a largo plazo, también genera estrés.
En la prevención de riesgos laborales, además de la higiene o la seguridad en el puesto de trabajo, hoy el estrés es una de las principales preocupaciones.
Hans Selye, pionero sobre las investigaciones acerca del estrés, lo define como «una respuesta corporal no específica ante cualquier demanda que se le haga al organismo (cuando la demanda externa excede los recursos disponibles)».
Y ¿qué podemos hacer para gestionarlo o incluso para prevenirlo?
La primera cuestión es saber parar. ¿Cuándo fue la última vez que paraste en tu vida? Necesitamos parar para darnos cuenta de lo que hacemos, de cómo reaccionamos, de lo que sentimos y pensamos, de cómo está nuestro cuerpo… Por tanto:
Revisa tus pensamientos. ¿Qué te dices? ¿Cuál es tu discurso sobre lo que ocurre? ¿Ese discurso es beneficioso para ayudarte a sobrellevar la situación o la tarea?
Si la respuesta a esta última pregunta es negativa, la alternativa está en tu capacidad de elegir. Puedes cambiar el discurso por uno que sea más sano para ti. Para ello suele ser recomendable estar alerta y cuando detectemos ese pensamiento, entonces pararlo. Se pueden utilizar palabras tipo “STOP!” Y funcionará mejor si lo acompañamos de un movimiento.
Por ejemplo, si nuestro discurso es del tipo “no llego, no puedo con todo, y encima quieren que tenga listo el informe para mañana”. STOP! Y un posible discurso alternativo podría ser: “voy a coger las tareas de una en una y voy a ir avanzando en el informe para tratar de tener lo máximo hecho para mañana”. Por supuesto, una buena gestión del tiempo nos facilitará la gestión del estrés pues éste es uno de los estresores más comunes.
Escucha a tu cuerpo. Cada uno de nosotros tenemos un órgano especialmente sensible a las situaciones de estrés. Para algunos es el estómago, para otros es la cabeza… ¿cuál es el tuyo?
Por hacer un símil, el cuerpo tendría estrés si corriendo una carrera mantuviéramos el sprint durante todo el recorrido. Por eso la invitación es la de ayudar a nuestro cuerpo a que se oxigene, practicando una respiración abdominal, parando para concentrarse por un momento en ella.
También la relajación, la meditación, la musicoterapia, los masajes suaves, la hidroterapia, la aromaterapia… son regalos para nuestro cuerpo y tampoco requieren de mucho tiempo. Un momento de desconexión escuchando esa canción que nos cambia el ánimo nos permite coger fuerzas para seguir.
Y todo ello sin descuidar los hábitos saludables de descanso, de alimentación o de ejercicio regular. A fin y al cabo, se trata de mantener la salud porque sin ella, ninguna de las preocupaciones por las que nos sentimos estresados será relevante.
Observa tu conducta. ¿Cómo te muestras? ¿Te sirve la forma en que reaccionas para afrontar de forma sana la situación que vives? ¿Te adaptas a la situación? ¿Fluyes con lo que sucede a tu alrededor o te peleas con ello? ¿Evitas afrontarlo?
Recuperar el autoliderazgo de tu vida, tu capacidad de decisión, tu propia organización, la manera en que quieres hacer las cosas, serán unas de las principales claves. Hoy también se habla de empowerment.
Hablar con asertividad, utilizar el lenguaje del yo: “en mi opinión” o “yo creo”, dar un buen feedback, saber poner límites y decir no, afrontando los conflictos lo antes posible para que no se enquisten, evitando que nos los quedemos rumiando en la cabeza que solo alimentaría un diálogo interno poco favorable.
Estar alerta ante cambios de conducta como por ejemplo: comenzar a fumar compulsivamente, morderse las uñas, comer con ansiedad y parar de nuevo para poder poner control de nuevo. Para ello, a veces, hemos de acudir a cambios en el entorno o contar con profesionales que nos acompañen en la consecución de los nuevos objetivos que nos permitan modificar estas conductas.
Y por supuesto, un recurso muy conveniente para gestionar el estrés es ¡relativizar! Por ejemplo, con humor. La risoterapia le sienta muy bien tanto a la mente, como al cuerpo o al entorno.
¿Disfrutas del día o te estresa tu día?
Te espero en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
Me parece un artículo muy bueno, pero la conducta no es tan fácil de cambiar pues es como un sendero trazado por los caminantes en el pasto.
Totalmente de acuerdo. Se trata más bien de tener opciones y elegir una por la que comenzar. Un pequeño paso.
Gracias por tu comentario Jorge!
Buen día!
Muy claro, concreto y aplicable al día a día de las personas
Muchas gracias Julio.
Es importante la aplicabilidad porque es necesario poner en práctica lo que queramos cambiar o mejorar para que consigamos desarrollar habilidades.
Feliz día!