¿Qué haces cuando recibes malas noticias? ¿Cómo reaccionas? ¿Te quedas amargado, preocupado durante todo el día sin poder pensar en nada más?
La gestión emocional equilibrada
Las malas noticias pueden asustarnos, pueden generarnos tristeza, pueden enfadarnos… Todas son emociones que tienen su propia forma de gestión. Lo que nos digamos al respecto, nuestros pensamientos, también incrementarán el grado de estas emociones, normalmente intensificándolas, porque ante las malas noticias no siempre nos sale el “no será para tanto” o “va a ir todo bien” de primeras.
Si bien es cierto que hay algunas personas que parecen más tranquilas ante las situaciones que les desequilibran, no siempre están tan impasibles como parece. La procesión se lleva por dentro.
Desde luego, las personas que admiro son las que tienen una maravillosa gestión emocional y saben regular su miedo, su tristeza o enfado, permitiéndoselo vivir, pero con una serenidad admirable y de forma más equilibrada. Por supuesto, no es algo que hayan logrado en un día. Requiere de práctica. Por ejemplo, la persona más feliz del mundo ante el retraso de cerca de una hora de otros con los que había quedado (a desesperación de esos otros por el “feo” que esto suponía), simplemente decía: “no pasa nada, tendría que ser así”.
Consejos para aprender a recibir malas noticias
Puede que confiemos en que el Universo nos pone pruebas o baches de los que aprender. Pero si no crees en ello, quiero compartirte algunas de las cosas que yo he ido aprendiendo y trato de practicar para asimilar las malas noticias:
- Respiraaaaaaaaaaa. Es algo difícil de hacer cuando estás muy enfadado, pero si lo consigues haces parar los pensamientos automáticos, lo que es muy importante para cambiar el curso de la situación. Por supuesto, es necesario hacerlo con consciencia.
- Pregúntate: ¿Es necesaria mi respuesta ahora mismo? No es lo mismo responder que reaccionar. Por eso necesitamos algo más de tiempo y serenidad.
- Pregúntate: ¿Estoy capacitado para responder en este momento? Si la respuesta es sí, entonces ya sabes lo que has de hacer, porque cuando puedes responder, es porque tienes la capacidad de análisis, porque has escuchado a tu cuerpo sabiendo que la decisión es la correcta y porque tienes las posibles opciones y soluciones a tu alcance o sabes cómo dar el siguiente paso, al menos.
- Cuando no te sientes capacitado para responder, sal del escenario donde se produjo la mala noticia. Puedes ir al baño, salir para que te dé el aire… suele ayudar a desconectar, cambiar de sitio nos ofrece distancia simbólica con el tema en cuestión.Todo esto has de hacerlo manteniendo la compostura y la educación. Si sigues estos pasos, es más fácil que puedas manejar tus emociones, así que practícalos.
- ¿Qué estás pensando? Hazte consciente de tus pensamientos. Será la mejor forma de poder cambiarlos y de observar lo que provocan en ti. También te podrás dar cuenta de lo objetivo que estás siendo con la situación. Céntrate en los hechos para poder separar el problema del mensajero, para evitar sacar culpables o mostrarte irracional y para poder buscar posibles soluciones.
- Pregúntate: ¿Qué es lo peor que puede pasar? La mayor parte de las veces nos ponemos en “lo peor”: que nos despidan, que se caiga un cliente importante, que nos muramos… Cuando la realidad es que lo que nos va a pasar es que nos caiga una reprimenda, que cometamos un error, que no lleguemos a tiempo para presentar un proyecto y por lo tanto, que haya consecuencias económicas para la organización que no tanto para ti. Si te ha pasado otras veces, ¿qué ocurrió después? Si sigues aquí puede que no sea tan grave como piensas.
- La experiencia adquirida y los recursos aprendidos son tus herramientas para avanzar. Plantéate lo que sí puedes hacer. ¿Qué está en tu mano? Quizá no todo lo puedas resolver tú, pero sí que podrías plantearte con quien contar, a quién preguntar o a quién solicitar algo que te sea necesario.
- ¿Qué tiene de bueno esta nueva situación? Si no hubieras pasado por el punto anterior, tu respuesta probablemente sería: “no tiene nada bueno”. Pero como ya estás valorando lo que sí puedes hacer, tu manera de ver lo sucedido es diferente. Quizá se planteen nuevas oportunidades que de otra forma no se hubieran abierto. Puede que descubras fortalezas tuyas que ignorabas e incluso te sorprendas por tu actitud. ¿Para qué ha venido esta situación a tu vida? ¿Qué has de aprender de ella o de ti?
- Practica la resiliencia. Si piensas que puedes recuperarte, ese optimismo te ayudará a llevarlo mejor. Tu disposición es diferente y más positiva. Estás ya preparado para valorar alternativas con proyección de futuro. Además, esto debería ser una constante en tu vida que te va a servir para entrenarte y para afrontar cualquier revés que te dé la vida.
- Ponte en modo soluciones. Ahora ya toca tomar decisiones. ¿Qué vas a hacer? Organízate. Cree que puedes y ponte en acción. Pasamos del dicho al hecho. Toca demostrar de lo que somos capaces. Y si la solución es la aceptación, también has de hacer lo mismo. Que se note que lo aceptas.
- Respira otra vez y reconócete. ¿Cómo te sientes? Date cuenta de cómo empezó el proceso y cómo estás ahora. De cómo has respondido sin empeorar la situación. El reconocimiento debe también poner en valor las virtudes que posees, a las que has tenido que echar mano, para que el concepto que tienes de ti y tu autoestima crezcan. Celébralo con todos los partícipes de la solución también.
- Sigue adelante. Un bache no es el final del camino. Puede que hayas tenido que ir por otra vía imprevista, que el obstáculo haya costado más o menos superarse en este momento. Eso no es relevante, lo importante es que ya pasó. La vida continúa.
No siempre podemos anticiparnos a todos los imprevistos, ni podemos tener todo súper controlado. Las malas noticias nos llegan, igual que las buenas. Así que aprendamos a gestionarlas de la mejor manera posible para nosotros y para quienes nos rodean. Nuestra actitud va a marcar la diferencia. La buena noticia, es que se puede entrenar. ¿Quieres probar?
Levántate y sigue adelante tras cada caída. El éxito está detrás del error siempre que aprendas de él. Por eso, ¿qué vas a hacer para superar las malas noticias?
Aprendiendo en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
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