Una de las herramientas más importantes para que una comunicación sea efectiva está implícita en el propio proceso de la comunicación y a veces nos olvidamos de ella: la retroalimentación.
¿Te has asegurado de que lo que has comunicado ha sido interpretado como tú querías?
Retroalimentación, según el diccionario de la lengua española Espasa, es el conjunto de reacciones o respuestas que manifiesta un receptor respecto a la actuación del emisor, lo que es tenido en cuenta por éste para cambiar o modificar su mensaje.
A partir de ahora utilizaré el término anglosajón feedback en este escrito por la popularización de su uso en los últimos tiempos.
¿Para qué dar feedback?
El feedback en cualquier caso mejorará la comunicación si se realiza con asertividad y no con desdén y a modo de crítica sin fundamento.
Se puede aplicar el feedback simplemente para dar una información adicional, por ejemplo, en cuestionarios o evaluaciones en las que aportar el punto de vista personal sobre lo propuesto.
También se puede aplicar a modo de refuerzo de una mejora o para potenciar el rendimiento. Por ejemplo, “esto que has hecho está muy bien, ¿crees que podríamos añadirle algún indicador para optimizarlo?”.
Un feedback en el que se señale un error también puede ser un buen feedback, porque necesitamos de esa parte que prevea posibles inconvenientes y nos baje a la tierra, como ya tuvo en cuenta Edward de Bono en sus 6 sombreros para pensar o Walt Disney en su proceso creativo.
Por poner un caso práctico: queremos pedir a alguien que haga un trabajo para nosotros. Tenemos en la cabeza cómo ha de ser y se lo tratamos de expresar. Una forma de asegurarnos que ha comprendido lo que queremos es pidiendo su feedback. Por ejemplo, que nos cuente qué es lo que ha integrado de lo comentado, qué puede aportar y cómo lo va a hacer. Esto nos permitirá detectar las posibles pérdidas de información y acotarlas desde el inicio, para evitar futuras frustraciones de expectativas incumplidas cuando se presente el trabajo final.
Tipos de feedback
Basándonos en la diferenciación que ofrece Wikipedia, tenemos dos tipos principales de retroalimentación, o más convenientemente llamada, realimentación:
– La realimentación negativa, que es la más común, implica que ante un hecho negativo o error, su conocimiento/eliminación ayuda a mantener o devolver la estabilidad en un sistema/relación/proyecto.
– La realimentación positiva, que amplifica las posibilidades creativas y abre las alternativas. Es la condición necesaria para incrementar los cambios, la evolución, o el crecimiento. Da al sistema/relación/proyecto la capacidad de tener acceso a nuevos puntos de equilibrio.
Siendo ambos tipos necesarios según la ocasión, en 2miradas queremos apostar por el feedback constructivo:
• Busca soluciones.
• Se centra en el presente y se orienta hacia el futuro.
• Se expresa de forma asertiva.
• Utiliza ejemplos concretos y objetivos.
• Evita la sobrecarga de información.
• Establece una comunicación de dos vías, promueve el diálogo y el intercambio de impresiones.
• Encuentra metas comunes.
• No realiza juicios de valor sino que procura la ecuanimidad.
• Valora desde el positivismo.
• Separa la persona de los hechos.
• Permite considerar la perspectiva del que recibe las sugerencias.
• Ofrece ayuda y colaboración.
Ahora sólo queda ponerlo en práctica, porque el entrenamiento hará que demos cada vez un mejor feedback y mantengamos conversaciones más efectivas.
Y tú ¿te sumas al feedback constructivo?
Te espero en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
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