Cuando guardas las apariencias, pero en realidad estás deseando dejar salir tu instinto

¿Te ha pasado que te has tenido que morder la lengua porque si no hubieras dicho cosas de las que después seguro te arrepentirías? ¿Has mirado para otro lado como disimulando para que no se te notara lo que sentías o incluso lo que pensabas? ¿Estabas aguantando mientras querías estar en otro sitio, haciendo algo diferente? ¿Has querido ser en algún momento como Sharon Stone en Instinto básico, impertérrita y respondiendo con una serenidad y aplomo, como si lo que ocurre a tu alrededor fuese lo más normal del mundo?

Los estudios de protocolo y la convivencia social en armonía nos dicen que hay momentos en los que hemos de cuidar nuestra compostura. En numerosas ocasiones sentimos y pensamos que no es el momento adecuado para decir o hacer lo que nos apetece decir o hacer. 

Como dice una querida coach, hay ocasiones en que algo “no toca”. Y decir “no toca” muchas veces es la gran herramienta que nos permite dejar para luego lo que en este instante puede que me limite, distraiga de lo importante o perjudique.  Por ejemplo, si estoy trabajando en Atención al cliente y tengo un pensamiento sobre un cliente que me revuelve. Mi instinto probablemente me lleve a tratarle mal, o regular, o a lo mejor no tan mal porque somos muy profesionales pero seguro que no tan bien como lo haríamos con otra persona que nos resulta más agradable. Sin embargo, si somos capaces de aplicar el “no toca hacer caso a este pensamiento o sentimiento ahora”, podré atender mucho mejor a esa persona. 

En cuestión de instintos, los que nos resultan más conocidos son los biológicos. Por ejemplo, si estás sintiendo ganas de ir al baño es muy difícil hacer como si no pasara nada y obviarlo. Sin embargo, nuestro cerebro es muy bueno y si le distraes o si de repente pasa algo que te obliga a concentrarte en ello, es muy probable que se te pase. Igual ocurre cuando tenemos hambre. 

Paradójicamente, es curioso que solemos ignorar las señales de nuestro cuerpo. Si estoy liado con algo se me olvida comer. Si me lo estoy pasando bien o me engancho a una peli me puedo acostar a las mil. ¿Acaso no tuvimos hambre o sueño? Sí, pero aprendimos a practicar el “no toca” de forma inconsciente. Es decir, sabemos hacerlo. Sabemos hacer caso a nuestros instintos y sabemos obviarlos, a veces conscientemente y a veces inconscientemente.  

Ahora bien, cuando queremos estar en otra parte, cuando nuestro instinto está llamando nuestra atención, nuestra comunicación no verbal nos suele delatar con pequeñas micro señales de incoherencia, que ojos expertos y no tan expertos son capaces de detectar. 

Lo interesante de los instintos es que están relacionados con la parte más animal de nuestro ser. Y lo mismo que en esta imagen esta preciosa perrita ha aprendido a esperar la señal para poder ir a jugar, o para poder moverse porque sus patitas tienen frío, nosotros también podemos aprender a manejar nuestra vida teniendo en cuenta que poseemos instintos que van a darnos señales y que, ahí ya sí, nuestra parte racional, nos ayudará a discernir cómo manejarlas. 

A veces pienso que tener la cabeza bien amueblada ayuda a que cuando te muestras absolutamente espontáneo lo que salga de ti sea coherente y no estridente. Para ello es importante conocerse y ser auténtico. Cuando hacemos las cosas por aparentar, por disimular, nos suelen pillar, antes o después. 

Reglas para mantener la compostura

Por eso, quiero regalarte unas cuantas reglas para que seamos más conscientes y a la vez podamos mantener las composturas que a veces “nos toca” mantener:

  • Escucha a tu cuerpo, es sabio, tanto para avanzar como para frenar.
  • Obsérvate y observa la situación en la que te encuentras, como desde arriba, como si te vieras en una película.
  • Analiza las posibilidades de dar rienda suelta a tus instintos. ¿Es el momento? ¿Qué pasaría si…? ¿Es tan grave?
  • Enfócate en lo que sí toca en ese momento. Elige.
  • No ignores lo que sientes, solo haz saber a tu cuerpo y a tus emociones que lo atenderás cuando sea más conveniente.
  • Respira. Respira. Para y respira más despacio. 
  • Cultiva tu serenidad mental y equilibrio emocional.
  • Comunícate con asertividad cuando necesites expresarte.
  • Conócete, reconoce tus comportamientos, los que te gustan y los que no, porque también forman parte de ti.
  • Cuídate. Desde las 4 partes del ser humano.
  • Valórate y quiérete porque es la única forma de respetarte tanto como lo vas a hacer con los demás, y te hará entenderles mejor. 
  • Los demás también están ahí, no estás solo en el mundo y se ven afectados por tus comportamientos y decisiones. Tenlo en cuenta. 
  • Enderézate, levanta ligeramente la cabeza, pon una sonrisa en tu cara y sigue adelante. ¡Tú puedes! 
  • Comprueba que tienes mucha más capacidad para adaptarte a lo diferente de lo que crees.
  • Reconoce que eres una persona completa, bella y capaz.

Saber estar es cuestión de educación y de saber dónde estás y quién eres, qué quieres y qué es lo más importante para ti y tu entorno en ese momento. Es importante dar con generosidad y amor, porque instintivamente todos somos extraordinarios, cada uno con su peculiaridad. Y con comprensión del otro, aceptación, empatía y tolerancia, saber estar es mucho más fácil. No hay que aguantar, hay que estar lo mejor posible en cada momento.

Con estas claves, ¿crees que vas a poder contar hasta 10 antes de hablar? ¿O no lo vas a necesitar? ¿Sabrás comportarte de manera que no te arrepientas de tus actos tarde o temprano?

Aprendiendo en el camino del crecimiento.

Raquel Bonsfills

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SOBRE LA AUTORA:

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Raquel Bonsfills

Licenciada en Administración y Dirección de Empresas con posgrado en Alta Dirección Hotelera por Les Roches, pronto encamina su carrera profesional hacia el área de RRHH realizando el programa superior de Dirección de RRHH de EAE - Deusto. Desde 2009 apuesta por el crecimiento personal y profesional, centrando su carrera en la consultoría y formación para empresas. En la actualidad, es CEO y socia fundadora de www.2miradas.es.

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