Como ya cantaba Francisco en su conocida canción Latino, “no es por casualidad…” Y es que muchas veces ponemos el azar como justificación de lo que nos ocurre.
Por diferenciar entre casualidad y coincidencia, dejo aquí la definición recogida de la RAE:
Casualidad:
1. f. Combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar.
Coincidencia.
1. f. Acción y efecto de coincidir: ocurrir a un mismo tiempo, convenir en el modo, ocasión u otras circunstancias.
Si bien la casualidad estaría más ligada al azar, la coincidencia lleva una serie de condicionantes, como por ejemplo, que estemos en el sitio adecuado en el momento oportuno. Y para esto no podemos quedarnos sentados esperando a que se dé “por azar” aquello que deseamos. Hemos de mostrarnos proactivos, favorecer las circunstancias e insistir.
Como dicen Álex Rovira y Fernando Trías en el libro “La buena suerte”, tener la oportunidad depende de nosotros. Por tanto, tendremos que preparar los elementos necesarios para que se dé esa coincidencia.
¿Qué elementos son esos?
- Enfoque en nuestro objetivo: tener el foco en lo que queremos y deseamos, en lo que hemos de lograr, nos evita la dispersión.
- Conocer los pasos correlativos que nos acerquen a nuestro objetivo: plantear, al menos al inicio, las posibles metas del recorrido. Es posible que cuando comencemos a caminarlo descubramos otros pasos intermedios necesarios que en el primer momento desconocíamos, pero esa es una de las virtudes que tiene el caminar, que nos invita a descubrir, a indagar, a flexibilizar, a abordar desafíos, etc. Una advertencia: no siempre los pasos correlativos previstos son causa unos de otros. Os pongo un ejemplo:
- El terreno para la siembra: si conocemos los pasos habrá que comenzar por el principio, por la base. Y es que cuando la siembra no se realiza en el lugar adecuado, provoca frustraciones, limitaciones y rechazo. Por este motivo es importante encontrar el entorno que nos sea favorable.
- Los personajes: como en toda historia, como puede ser la nuestra, existen personajes principales (nosotros mismos) y personajes secundarios que son determinantes para el desarrollo de la misma y de los cuales extraeremos claves y aprendizajes necesarios. ¿Con quién has de contar? ¿A quién has de preguntar? ¿Cómo puedes llegar a conocer a esa persona que te interesa?
- Los recursos a tu alcance: en lugar de fijarnos en lo que no tenemos, que es una práctica muy habitual, centrarnos en qué podemos hacer con lo que sí tenemos. No sé si os acordáis de McGyver, un hombre al que las circunstancias le pusieron en apuros y que no se dejó amilanar por ellas, sino que gracias a su habilidad en combinar los recursos a su alcance, llevaba al éxito todos sus proyectos.
- Tener confianza: Como decía Henry Ford “tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, tienes razón”. Desde el punto de vista más trascendente, creer en nosotros y creer en que se va a dar lo que nosotros deseamos nos mantiene con la actitud necesaria para que así sea. Nos embarga una fuerza interior y una motivación intrínseca. Si después no se da, según las leyes de la India, sería porque no se tendría que dar. Nada ocurre por casualidad.
- Ponerse en acción: Para que algo ocurra has de estar trabajando en ello. Pedro Palao, escritor de “La casualidad no existe” cuenta que: “el científico ya estaba investigando, cuando se genera el hecho llamado “serendípico”. Lo que pasa es que a veces descubre “cuando no lo espera”, u obtiene un resultado que no era el buscado”.
Teniendo en cuenta estos elementos y contando con nuestra persistencia en aquello en lo que creemos, será más sencillo hacer de las coincidencias de nuestra vida, nuestros éxitos. ¿Promueves la coincidencia o justificas la casualidad? Te espero en el camino del crecimiento. Raquel Bonsfills
La casualidad no existe se necesitan mitivos??