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La capacidad de adaptación, esa habilidad que nos permite sobrevivir y que hace al ser humano capaz de afrontar las diferentes circunstancias con las que se encuentra.

En las empresas cada día se valora más la capacidad de adaptación. Queremos que nuestros equipos sean capaces de aportar su talento para conseguir que las empresas perduren en el tiempo, que, gracias a su ingenio, sus propuestas, sus actuaciones y sus conocimientos puedan crear los productos y servicios, las herramientas y recursos necesarios para ofrecer al mundo lo que éste demanda o para generar una nueva necesidad que, en principio, facilite la vida.

Sin embargo, a nivel personal, en nuestro cerebro hay una parte que nos mantiene acomodados, porque si ya sobrevivo así, para qué voy a cambiar. Esto lleva a que solamos tener miedo a los cambios y, muchas veces, a que los hagamos cuando la situación actual se nos hace insostenible o cuando algo trunca lo conocido y no nos queda otra. 

A pesar de ello, y como decía Rogers: “el ser humano es un organismo con una tendencia natural a desarrollarse de manera constructiva”. Él lo que llamó «tendencia actualizante» que es la tendencia natural e inherente a las personas que posibilita su desarrollo completo. Además, puede autorregularse y tomar una dirección en sentido positivo, con lo que ese desarrollo siempre va a ir enfocado hacia un mayor bienestar.

¿Cómo podemos mejorar nuestra capacidad de adaptación?

Piensa: ¿Por qué haces formaciones? ¿Por qué tienes curiosidad? ¿Por qué quieres saber más de algún tema que te interesa? ¿Por qué vas a hacer deporte? ¿Por qué viajas a lugares que no conoces? Podría seguir preguntándote y la respuesta sería: porque estamos en continuo crecimiento y evolución. Solo que lo llamamos así cuando es natural y no forzado, como parece que es la adaptación.

Evita la rigidez y plantea la flexibilidad

Solemos estar acostumbrados a hacer las cosas de una determinada manera. Eso nos da seguridad y confianza. Sin embargo, no nos hará evolucionar, solo perfeccionar lo que hagamos a base de práctica diaria.

La flexibilidad lleva a dar una oportunidad a que algo pueda resultar diferente a como esperamos o a como solemos verlo. No siempre tiene por qué ser disruptora. La flexibilidad se puede realizar en modo “prueba” y observar y analizar los resultados.

Si quieres, por ejemplo, probar a cambiar tu espacio físico de trabajo, hazlo en una zona que hayas elegido que puede generar el efecto que buscas y pregúntate: ¿qué tal estás con el cambio, mejor o peor? Si decides cambiar el espacio para tus clientes, pregúntales si eso ha mejorado su experiencia contigo o no, si genera un valor añadido.

Tienes más información en el artículo que escribí sobre la flexibilidad en el trabajo que además nos lleva a tener empresas más humanas.

Has de tener un objetivo y un "para qué"

Normalmente es la subsistencia, pero ¿y si lo aplicamos para generar cambios positivos en nuestros clientes? Imagina que tienes una óptica o una inmobiliaria en un barrio donde hay muchos niños. ¿Qué pasaría si en un lado de tu establecimiento decoras todo para que guste a los niños? Incluso el escaparate, para que tiren de sus padres hacia ti. Igual que en un restaurante familiar dan unas pinturas y una hoja para colorear o tienen menú infantil, solo es hacer un pequeño cambio que guste a tus clientes. Pero ha de ser un cambio con una dirección positiva, como decía Rogers, y saber muy bien y medir el impacto para poder identificar el beneficio del cambio realizado. Si funciona, a lo mejor puedes decidir ampliar tus servicios o productos para este nuevo público.

No significa que dejes de ser tú

En ocasiones el tener que adaptarnos nos lleva a pensar que dejamos de ser nosotros mismos por vernos imbuidos en las nuevas circunstancias. Y no, eres tú en las nuevas circunstancias. Nunca te puedes deshacer de ti. Solo que, con tu historia, experiencia y vivencias anteriores, te da unas capacidades y formas de asumir esa nueva situación de una forma muy tú.

Cuando choca mucho con la forma en la que tú ves el mundo, normalmente como una confrontación a tus valores y principios básicos, es cuando puede costarte más. Si tienes la opción, piensa que quizá no es tu sitio y plantéatelo como algo temporal. Si no tienes la opción, busca entre tus cualidades y valores qué puede hacer que lo lleves mejor.

La aceptación

A veces nos peleamos tanto con lo que es que no queremos que sea así, que nos enfadamos y nos frustra. Es como cuando llueve y pensabas ir a la playa. Puedes patalear lo que quieras, pero no por eso va a dejar de llover. No está en tus manos. Igual que cuando estás con alguien que considerabas tu amigo y muestra comportamientos que ya no encajan contigo o que ha pasado el tiempo y uno ha evolucionado y el otro no. Es el momento de asumir que las circunstancias han cambiado, que puede que te gusten más o menos, y que, si de verdad quieres a la persona, acabarás dándote por vencido en la lucha por dejar las cosas como antes y aceptarás que ahora es así, precisamente porque lo quieres.

¡Atrévete!

Si nunca cambias nada, cualquier cosa que se salga de tu rutina te supondrá un esfuerzo mayor. Por eso, atrévete a sorprenderte. Déjate llevar de cierta espontaneidad. No hace falta que sean grandes cosas, pero sí acciones sencillas, pequeños pasos que te sirvan para ganar confianza. ¿Qué te pasaría si vas a llevar a tu hijo al colegio un día sin el móvil? ¿Qué pasaría si cambias el orden de los cubiertos en el cajón? ¿Qué pasaría si en lugar de poner la televisión al sentarte en el sofá, pones la radio? ¡Atrévete! A caminar se aprende andando. Así que a adaptarse se aprende adaptándose.

Recalcula

Hay expertos en tener plan A, plan B y plan C. Tener previstas otras opciones siempre te da margen de actuación. Si ante una circunstancia cambiante juegas a plantearte lo que yo llamo: abrir el abanico de opciones, hacer tormentas de ideas, empleando tu creatividad, te va a dar una mayor tranquilidad. Esto sucede porque ya no te enfrentas a lo desconocido, sino a lo que has planteado y analizado. Puede que elegir el plan B no fuese lo que habrías deseado, pero tenerlo bajo la manga por si acaso, te ayudará a adaptarte con mayor seguridad.

En cualquier caso, haz tuyo el cambio. Plantéate dónde y cómo quieres verte en esa nueva circunstancia. Cómo la puedes aprovechar tú. Cómo vas a hacer de ello una oportunidad en lugar de un problema.

El mundo gira y seguiremos viviendo numerosas circunstancias antes nunca experimentadas. E igual que has llegado hasta aquí, puedes seguir adelante. Por eso, con esto que te he compartido, ¿qué vas a hacer para aprender a adaptarte mejor a lo que está por venir?

Seguimos aprendiendo en el camino del crecimiento.

Raquel Bonsfills

¿Cuántas veces hemos escuchado que mejor solo que mal acompañado? Algunos puede que lo hayamos incluso verificado, ya sea en lo personal como en lo profesional. Sin embargo, tener un socio cuando emprendes puede ser un gran apoyo ante los retos que se presentan, además de aportar al negocio de diversas formas, lo que de algún modo te beneficia y rebaja la carga que tendrías que soportar tú solo.

¿Qué tipos de socios existen y por qué elegirlos bien?

Elegir bien a tu socio te ahorrará muchos problemas porque muchas veces, el propio problema viene derivado por la relación con el socio o por la forma de ser o proceder que tenga cuando ésta difiere mucho de la tuya, por no haber definido claramente lo que se espera de cada uno o cómo se van a resolver las cosas en caso de conflicto entre otras muchas opciones.

Por eso, en este artículo quiero compartirte algunas claves que consideramos en 2miradas que son esenciales para elegir adecuadamente a tus socios.

Antes de ello, quiero hacer un inciso para explicar que hay diferentes tipos de socios, cuyas características dependen del tipo de sociedad que definan. Aunque, sobre todo, podemos diferenciar tres tipos:

  • Socios capitalistas: son aquellos que aportan dinero a la sociedad y no suelen aportar trabajo, aunque sí van a estar al tanto de la gestión para asegurarse el retorno de su inversión.
  • Socios trabajadores: son aquellos que aportan su trabajo a la sociedad a cambio de una compensación y beneficios derivados de su trabajo. También pueden ser empresas que se asocian aportando parte de sus productos o servicios, es decir del desarrollo de su trabajo para el beneficio común.
  • Socios pasivos: son aquellos que constan en la sociedad y no participan aportando su trabajo, aunque sí reciben su parte correspondiente de beneficios. Esto suele suceder con empresas familiares.

7 claves para elegir bien a tus socios

Así que no solo hay que elegir bien a tu socio/a, sino que has de elegir de qué forma se incorpora dicho socio a tu negocio.

  1. Ten claro el "para qué" de tener un socio. Si eres una persona muy individualista, que no te gusta contrastar tus decisiones con nadie, que trabajas mejor solo, quizá tu opción es el de un socio capitalista si necesitas inversión, aunque has de saber que hoy en día hay posibilidades para conseguir fondos más allá de incluir a una persona en la sociedad. Piensa siempre en cómo eres tú, en cómo trabajas y sé honesto contigo. Tener a alguien valioso a tu lado es un regalo, tener un hombro en el que llorar o apoyarte es un alivio. Tener un respaldo y alguien con quien compartir los éxitos que vayas alcanzando es gratificante. Recuerda que hoy puedes elegir porque se pueden hacer múltiples acuerdos de colaboración sin tener que incorporar socios a la sociedad y también puedes crear junto con tu socio una empresa mucho más enriquecedora.
  2. Conoce a tu socio antes de decidir incorporarlo a la sociedad. A veces creamos sociedades con la idea de un futuro común y luego en el día a día empiezan los roces. ¿Por qué? Porque idealizamos todo lo que va a ocurrir cuando creamos la empresa con nuestras ilusiones y sueños y no incluimos las discusiones, las opiniones diversas, las diferentes formas de actuar, los tiempos y prioridades del otro… Por eso, no te precipites. Aunque tengas una corazonada comienza a trabajar, reunirte, descubre a esa persona lo más posible. La personalidad y el grado de madurez emocional va a influir en el día a día. Eso no significa que seáis iguales, porque será mejor si cada uno aporta un matiz que el otro admire y sea complementario. Lo que sí han de confluir son los valores, las formas de trabajar, el querer crecer y aprender juntos, tener una visión y misión compartida.
  3. Dejar claras las funciones y aportaciones de cada uno. Esto es necesario más que nada para no generarnos falsas expectativas que lleven a conflictos por exceso y por defecto. Cuando sabes cuál es tu posición y hasta dónde alcanzan tus funciones no te metes en el trabajo del otro salvo que sea parte de tu trabajo, no hay luchas por ostentar cargos, sino que queda predeterminado de antemano… En cualquier caso, lo mejor es consensuarlo cuando se esté creando la sociedad o incluso antes y es mejor que aquello que decidamos tenga en cuenta las capacidades, talento, pasión, experiencia, formación e ilusiones de cada uno. Cada uno tenemos talentos, puntos fuertes diferentes o algo que sabemos hacer francamente bien. Siempre hay alguien a quien le encanta algo que a ti no. Así que, encuentra ese perfil si quieres un socio que cubra unas determinadas funciones en las que esas cualidades sean necesarias. Además, en los estatutos de la sociedad se pueden redactar y estipular las reglas del juego que serán esenciales en caso de conflicto, en caso de que uno de los socios quiera marcharse o en el caso de que no cumpla con lo que vino a hacer. Si lo tenemos por escrito siempre será mejor porque cuando todo va bien, nada resulta un problema, pero cuando llegan las desavenencias, somos expertos en sacar punta a cada detalle. Así que acogernos a un escrito con el que estábamos de acuerdo puede ayudar.
  4. Mejores cuentas, mejores amigos. Aunque parece que esto está ya muy manido, “cuando el dinero deja de entrar por la puerta, el amor sale por la ventana”. Y lo mucho que querías a tu socio deja de importar porque ahora estamos preocupados por el dinero, por lo que te llevas, por lo que haces para conseguirlo, etc. Por eso, dejar bien claros los repartos de beneficios, los sistemas de ganancias, los ingresos y gastos, que sea transparente todo lo respectivo a los asuntos financieros es elemental para mantener la confianza en el otro. De la misma forma que hay que tratar todos los temas de dinero con honestidad porque también es fuente de conflicto el hecho de que uno de los socios necesite más dinero y se lo dé la empresa, si se devuelve o no, si es que deja de ser equilibrado lo que uno recibe frente a lo que recibe el otro, aunque sea por cuestiones personales. Siempre es mejor tener lo personal al margen de lo profesional. Llevar las cuentas claras entre ambos y llegar a acuerdos sobre cómo gestionarlas ayuda a estar tranquilos en cuanto a ese tema para poder dedicarte a lo demás.
  5. Comunicación: hablando se entiende la gente. No te guardes pensamientos que te van a llevar a rumiarlos toda la noche o por días. Si algo te molesta o si te afecta alguna cosa que te ha dicho tu socio o un comportamiento que no te ha gustado o que has interpretado de una forma que te hiere, háblalo. Conversar, con apertura para escuchar sin ponerse a la defensiva y sin ponerse a justificar, es imprescindible. También la comunicación es necesaria para exponer situaciones, para crear juntos, valorar opciones, reconocer el trabajo y el esfuerzo, poner metas comunes, vender propuestas o ideas… Es algo de ida y vuelta, requiere de feedback, de empatía, de curiosidad, de comprensión, de atención al otro. Si no te importa lo que tu socio te dice, entonces, mejor cambia de socio.
  6. Cuando no funciona, recuerda que es reversible. Como en una selección de personal, a veces contratas a alguien y luego resulta que en el día a día hay algo que no termina de encajar. Si has hecho todo lo anterior que te he compartido, probablemente esto no te ocurra nunca. Sin embargo, como pueden surgir diferentes situaciones y también las personas cambian o varían sus intereses, has de saber que hay opciones. No tienes que mantener a ese socio para siempre cuando es algo que ambos veis que no funciona. Por supuesto, si has dejado todo por escrito antes, si sois capaces de seguir comunicándoos con respeto y con empatía, la salida no tiene por qué ser agresiva. La parte más compleja es en la que se valora la empresa para adquirir el socio que se queda su parte o bien para llegar a un acuerdo económico por su marcha, aunque hoy en día hay profesionales que te pueden ayudar para que todo el proceso sea más sencillo.
  7. Saber poner límites y a la vez mantenerse cerca. Una de las principales claves del éxito de muchas empresas que comienzan es que los socios fundadores se pasan muchísimas horas juntos compartiendo cada detalle de su trabajo y también, de su vida. Esa relación hace que se elija en numerosas ocasiones a amigos y familiares como socios. Conocemos a sus hijos, padres, resto de amigos, y acabamos siendo una gran familia. Sin embargo, contar cosas en casa de cómo te ha ido en el trabajo puede generar en quien escucha alegría o tensión respecto al socio en cuestión al que conocen. Entonces esas personas opinan y pueden en un momento dado minar la relación o hacerte dudar. O si solo pones en realce a tu socio, pueden tener celos porque dedicas más tiempo al socio que a ellos, lo que es fuente de conflicto. Por eso, y dado que emprender se trata de una decisión vital en la que uno quiere involucrarse, necesitamos el apoyo de nuestros familiares y por beneficio de todos, es necesario que aprendamos a poner límites. Has de recordar que tu vida tiene otras áreas que requieren de tu tiempo, que has de encontrar el equilibrio para tener bienestar en la forma que tú quieras. No todo es trabajo porque te perderás otras cosas, aunque por supuesto, requiera de un esfuerzo y tiempo sacar adelante una empresa. Estás con tu socio (vida laboral) y también tienes vida personal, tienes amigos con los que disfrutar, también tienes tus propios gustos y tus momentos de ocio solo o acompañado y has de seguir cuidando de ti como persona para poder ser el mejor profesional y el ser que tu socio quiera tener a su lado.

Con todo lo que te he compartido, espero que puedas tener más claridad a la hora de elegir socio y que si eliges caminar junto a otra persona, que estéis alineados, que en el día a día sea la persona con la que quieres estar. ¿Qué te ha resonado de todo esto? Seguro que de ahí saldrá una conversación contigo mismo o con tu socio. ¡¡Mucho ánimo!!

Elegir bien es posible.

Aprendiendo en el camino del crecimiento.

Raquel Bonsfills  

Hoy existe una gran competencia de productos similares y una elevada cantidad de información que nos llega por diferentes canales, tanto analógicos como digitales. 

Las empresas y también los autónomos han de buscar la forma de destacar para llegar a sus clientes, es decir, a aquellas personas a las que de verdad les pueden interesar sus productos y servicios.

Muchos de ellos optan por lo gratis, las ofertas y las bajadas de precio; sin embargo, eso solo hará que cada vez el valor de lo que se ofrece se interprete como menor. ¿Pueden unas gafas graduadas valer 30€? El valor no es igual que el precio y el precio marcará la idea del valor del producto o servicio que se ofrece.

Por ejemplo, la empresa Lladró bajó sus precios con la idea de acercarse a públicos más jóvenes. Pero no surgió el efecto buscado, sino que al final lo que hizo fue sacar una gama de productos diferentes que cubriese los intereses de este tipo de potenciales clientes. O el caso de Desigual, que decidió subir sus precios para posicionarse entre una gama más alta de marcas del sector de la moda. Son estrategias para llegar al público objetivo y para tener más y mejores ventas.

De hecho, metodologías como Lean Management o Agile, se basan en la adaptación a lo que el cliente desea, le interesa o está dispuesto a comprar. Testando con el cliente potencial si se adecúa el producto o servicio y avanzando con él en el desarrollo del producto según sus necesidades específicas. Como ves, cada una de estas metodologías acaba apelando a la personalización de los productos y servicios para tener éxito en los negocios.

Personalización: clave de las ventas en la actualidad

Muchos pensamos que la personalización es la clave de las ventas de hoy. Y esto tiene un sentido claro, porque como usuario o comprador, siento que eso que voy a comprar está hecho para mí, lleva mi nombre, va conmigo, me queda como un guante, es justo lo que quería, me identifico con ello… ¿Has dicho alguna de estas frases cuando te has comprado algo o cuando has pagado algún servicio concreto? Seguro que sí. Como ves, el valor que damos a algo es una cuestión sentimental, es decir, de lo que nos hace sentir.

Con esta idea, marcas como Nike hace años ya permitieron que los clientes diseñasen sus propias zapatillas. Lo que fue toda una disrupción en el mercado. El cliente pasaba a formar parte del proceso creativo y de diseño. Se pasa de la producción en masa a la producción individualizada, que por supuesto, tiene un coste más elevado, pero que genera más fidelidad y conexión emocional con la marca. Otro caso que fue muy representativo en la personalización del diseño, fue el hecho de poner tu nombre en las latas de Coca-Cola. Aunque con un poco de truco porque salieron primero los nombres y apellidos frecuentes, también si no encontrabas el tuyo podías acudir a su web y pedirlo. Este tipo de acciones llevan a que el cliente vuelva.

El personalizar los productos lleva a un incremento en los costes, por eso la mayor parte de las marcas que se han permitido esa personalización de productos están relacionadas con la alta gama o el lujo. La marca de coches Porche ha empezado a desarrollar pinturas tornasoladas, que pocos se pueden permitir. De nuevo apelamos a los sentimientos. En este caso, que pocas personas tengan ese producto te hace sentir único y especial, incluso, digno de admiración.

¿Por qué personalizar?

La personalización se puede realizar en diferentes momentos de la relación con el cliente. Desde la parte de marketing, en la que captas la atención de tu potencial cliente, hasta la postventa, por ejemplo, grabando su nombre en un colgante. Por eso, al final la personalización no es una cuestión de unos pocos, sino que cualquier empresa puede personalizar su atención al cliente.

Personalizar no es más que individualizar, alterar el producto o servicio para adaptarlo al cliente dándole un toque personal. Que sepas que es para ti.

Hay productos que lo llevan intrínseco, como el caso de las gafas graduadas que comentaba al inicio. Esa graduación te vale solo a ti, solo para tus ojos. Suena a peli, sí. Sin embargo, no se hace el suficiente énfasis en la importancia de esa personalización y por eso nos encontramos con productos sustitutivos con graduaciones genéricas en otro tipo de comercios que no son propiamente las ópticas. Si de verdad deseas que sea solo para tus ojos, entonces tendrás que acudir a una óptica.

En definitiva, la personalización ha llegado como una de las mejores apuestas para nuestros negocios porque:

  • Personalizar atrae a tus clientes, a esos que son tu público objetivo, a los que valoran de verdad tus productos o servicios. Y, por ende, los que pagarán por ellos.
  • El cliente de hoy deja de ser un sujeto pasivo en la relación de compra-venta. Cada vez más es parte del proceso y cuanto más le dejes participar, mejor se va a sentir contigo y con tu marca.
  • Cuando preguntas a un cliente si le gusta algo y se lo das a su gusto, le va a costar resistirse a comprarlo. Ha sido parte del proceso y se siente “implicado” en el resultado.
  • No importa cuál sea tu negocio, siempre puedes aportar un detalle que marque esa personalización. Hasta los bancos te están dejando poner la foto que más te guste como imagen de tu tarjeta de crédito.
  • Con los datos que te ofrecen los CRM, las encuestas y toda la información que puedes recopilar hoy de tus clientes, puedes acertar mucho más y mejor en darles gusto y en generar mejores experiencias que enganchen. Es la base de la deseada fidelización de clientes.
  • La personalización impulsa las ventas gracias al cuidado de la relación, sin presión, sino atrayendo al cliente.
  • Dado que cada persona es única, solo personalizando podemos hacer que viva una experiencia propia, creada para ella. ¿Por qué tratar a todos los clientes de la misma forma si cada uno es diferente?
  • Sobre todo, en marketing, el cliente agradece que seas menos pesado bombardeándole con información que no necesita y menos ahora que estamos siempre tan atareados.

Así que, para tener más contentos a tus clientes, para acercarte de una forma más profesional, más cercana y que guste, aplica la personalización de tus productos y servicios. ¿Ya sabes dónde la puedes aplicar? Escucha a tu cliente, investiga, revisa lo que haces, aplica una pizca de creatividad… y si no encuentras la forma, cuenta con profesionales que pueden apoyarte en esta tarea.

Después de lo que te he compartido, ¿cómo vas a sumarte al reto de la personalización?

Aprendiendo en el camino del crecimiento.

Raquel Bonsfills

11 febrero, 2023

Hay un gran número de profesionales que, sin haber cursado estudios de administración y dirección de empresas, tienen sus propios negocios, han montado una empresa y viven de ello como los grandes técnicos y trabajadores que son. Por ejemplo, una persona que ha estudiado electricidad, puede tener su propia empresa y darse a conocer como electricista en el mundo laboral. O un responsable de una inmobiliaria que se ha desarrollado a base de trabajo duro y formación hasta lograr tener su propia oficina y que ha de gestionar, además, a todo un equipo. O un óptico-optometrista que en la carrera universitaria aprende todo lo relacionado con la salud visual y luego pone en marcha su propia óptica. Así podríamos enumerar múltiples profesiones en las que las personas gracias a su destreza acaban trabajando por cuenta propia y dirigiendo sus negocios. ¡Bravo por ellos!

Cuando emprendemos en un negocio propio y no tenemos la formación en gestión de empresas puede ocurrir que acabemos aprendiendo y se mantenga el negocio en el tiempo, o que el negocio no fructifique y tengamos que cerrar.

Por eso, es bueno escuchar a los grandes empresarios que saben bien cómo hacer que los negocios se mantengan en el tiempo y, sobre todo, que saben adaptarse a los nuevos tiempos, a las necesidades de los potenciales clientes y pacientes de hoy, y también, a la forma en que el mercado se mueve para no quedar obsoletos e incluso, ser los líderes de cada uno de los entornos en los que se desarrollen los negocios.

7 claves de management para aplicar desde hoy

En esta ocasión, quiero trasladarte unas claves que David Grutman, exitoso emprendedor en el sector hostelero, comparte en las sesiones que imparte en la Universidad Internacional de Florida.

1. Genera relaciones cada día

Las relaciones se generan comenzando por dar, dar y dar sin esperar nada a cambio. Incluso dando tiempo, que es el recurso más valioso que tenemos, porque muchas veces solo el hecho de estar ahí es más valioso que entregar algo material. Recuerda aportar valor, dejar huella, sé especial en la vida de alguien, porque cuanto más valor ofrezcas, mejor irá la relación.

En este generar relaciones también está el saber mantenerlas y para ello hay que mostrar interés genuino por la persona. Llama, manda un mensaje, ofrece palabras de aliento y refuerzo positivo, escucha, agradece, reconoce, incluye a la persona en planes, genera confianza y si te equivocas pide disculpas.

Grutman dice que en los negocios él piensa en el ganar-ganar a través de lo que llama cupones. Cuando haces un favor, ayudas a alguien, en el fondo la otra persona se siente “en deuda” y aunque tú lo hagas sin esperar nada a cambio, queda en el otro una sensación de querer hacer también algo por ti y es algo que, en un momento dado, si lo necesitas, puedes tú pedir un favor a esa persona. El intercambio de cupones por haber hecho favores genera un sentimiento que fortalece la relación.

Como dice el famoso DJ, productor y cantante Black Coffee: “si alguien te dice que tienes que conocer a ese chico, tienes que hacerlo” porque nunca sabes de dónde puede venir esa nueva relación que cambie tu vida.

2. Invierte tu dinero para generarte ingresos extra

Para que puedas desarrollar tu negocio necesitas dinero. Sin embargo, no todo el dinero tiene por qué venir de los beneficios que obtienes de tu propio trabajo. Invertir, por ejemplo, en proyectos y empresas de otros que veas que tienen un alto potencial, que la empresa esté en crecimiento y que realmente te sean cosas que te importan. Pueden estar relacionadas con tu negocio (como tus proveedores) que ya tienen cierto desarrollo en el negocio y eso te dará más seguridad, aunque también es interesante participar en los comienzos (en una startup) porque puedes aportar ideas y conoces el desarrollo del negocio desde dentro en mayor profundidad, aunque sea más arriesgado, si sale adelante los beneficios son mucho mayores. El propio Grutman ha invertido en empresas diversas como Liquid Death, MoonPay, Spaceperspective, Goodles, Gopuff, Last crumb and Olipop.

3. Ten un buen equipo

Ya sea porque no puedes hacer todo tú solo o porque necesites de otras disciplinas que te sumen, has de contar con personas que aporten valor. La elección de socios es determinante en el día a día. Y también un equipo puede ser el que formes con esa empresa con la que arrancar un proyecto. Lo importante es pensar ¿qué puedo aportar yo? ¿cómo puedo añadir valor?

Además, has de tener presente que en esa relación que creas con el equipo el tema está en darse apoyo unos a otros para que la relación funcione, que tenéis que estar alineados y también, dice Grutman, que has de darte cuenta que hay días buenos y malos, que todos tenemos opiniones, por lo que no arruines tu día por una opinión y sigue tu corazón.

4. No te olvides de la propiedad intelectual

Todos queremos que nuestros negocios crezcan y para ello, el hacerlo con otras personas es clave, lo hace más rápido y fácil. Por eso, dejar clara la propiedad intelectual de las ideas va a proteger tu marca. La propiedad intelectual va a identificar aquellos activos tangibles e intangibles que hacen que tu marca sea única y que no se pueda replicar o copiar.

5. Si necesitas un local, mejor haz un acuerdo de gestión

Puedes alquilar el espacio o puedes realizar un acuerdo de gestión. Si optas por el alquiler has de tener en cuenta varios costes: el precio del alquiler, impuestos, mantenimiento, gastos de comunidad, si necesitas reformas o adecuación del local para tu negocio, etc. Sin embargo, en el acuerdo de gestión todo está pagado y tú tienes el control. Lo que hace es enfocarse en mejorar la eficiencia de las ventas, aumentar la conversión y dar un porcentaje (entre un 10 y un 20%) de los beneficios que se obtengan.

6. Trata de ser cada día mejor

Fórmate, mantente en aprendizaje continuo y estate al tanto de lo que ocurre ahí fuera, en el mercado. ¿Eres el mejor? ¿En qué te diferencias? ¿Cómo haces sentir a tus clientes? Investiga a tu competencia, sobre todo para analizar los precios, y antes de hacer nada, de tomar cualquier decisión importante, plantéatelo desde diferentes perspectivas, por ejemplo, colocándote los 7 sombreros para pensar. Prueba lo que ofreces con tus amigos, familia, conocidos, el equipo y que opinen, para poder corregir todo lo que sea necesario y así cuando lo ofrezcas al público sea lo mejor de lo mejor. Sé ambicioso y trata de inspirar, impresionar y desarrollarte para ser el mejor líder que puedas ser.

7. Tu marca te representa

Has de ser auténtico y honesto. Ser tú mismo es lo que te diferencia, lo que te hace especial. Si decides tener tu propio negocio, ama lo que haces, ponle tu huella. El éxito no llega de un día para otro, por lo que es importante que disfrutes de cada día siendo tú mismo. Cuando te diviertes sale lo mejor de ti. Así que tienes que desearlo y si te dicen que estás loco, tendrás que hacerlo con más fuerza.

Grutman recomienda que des importancia a la humildad, la autenticidad, la inclusión, aspiración, pasión, resiliencia y a poner a tu familia primero, porque ellos van a ser tu verdadero apoyo.

Para terminar, te dejo la clave de los negocios de Grutman, que es: “tener claro que el éxito de una empresa viene de un camino en el que no has parado de intentarlo hasta que lo has logrado, porque si pones el foco en ejecutar y ganar, al final, ¡ganarás!”.

Después de lo que te he compartido, ¿qué vas a tener en cuenta para lograr el éxito con tu negocio? ¿Qué vas a comenzar a hacer?

Te acompaño aprendiendo en el camino del crecimiento.

Raquel Bonsfills

Si te suena el despertador y tu primer pensamiento es que no quieres ir a trabajar, es que algo hay que revisar.

Dedicamos al trabajo la mayor parte de nuestro tiempo despiertos, por lo que tener la sensación de incomodidad, estrés o rechazo al pensar en el trabajo supone un riesgo para nuestra salud mental y física.

Creencias que van en contra del bienestar laboral

Hay muchas creencias que romper para poder plantearse el bienestar laboral. Creencias del tipo: “aquí se viene a trabajar y no a disfrutar, para eso está tu tiempo de ocio”, “el trabajo requiere de esfuerzo”, “hay que trabajar duro”, “si no cumples te echan” … No todas ellas son totalmente erróneas porque efectivamente y sin irnos a extremos, hemos de hacer nuestro trabajo pues por él hemos sido contratados y hay que cumplir. Y por supuesto que cuando no sabes hacer el trabajo te va a llevar tiempo, dedicación y esfuerzo hasta aprender y tener la destreza que te haga realizarlo con mayor soltura, en menos tiempo y de una forma más sencilla.

Por otro lado, tampoco ayuda el adquirir otro tipo de creencias relacionadas con el bienestar y la felicidad en el trabajo como: “el bienestar en el trabajo es no trabajar o hacer lo mínimo”, “ganar dinero sin trabajar” sin incluir el sentido de contraprestación.

Estas creencias no dicen nada sobre que te pueda gustar tu trabajo, que lo hagas lo mejor que sabes y pongas de todo de tu parte para cumplir con los objetivos de la mejor manera posible. Ahí muchas veces está la clave para ese bienestar laboral y el cuidado de la salud mental de los trabajadores que para 2023 es tendencia según los estudios de diferentes consultoras. Es una de las principales preocupaciones para tener en cuenta.

¿Qué puedo hacer para mejorar mi bienestar y salud mental en el trabajo?

Desde 2miradas vamos a darle dos enfoques, porque de una parte está lo que puedes hacer tú y de la otra está lo que cada empresa puede poner en marcha. Por tu parte y comenzando con el sentido de autoconsciencia para trabajar sobre lo que depende de uno mismo y no tirar balones fuera o culpabilizar:

  • Revisa tus valores. ¿Por qué? Tus creencias, principios y valores son la base de lo que vas a considerar que está bien para ti y de lo que no. Cuando algo te incomoda en el trabajo, suele haber detrás algún valor tuyo que está protestando. Puede ser el sentido de justicia cuando se compara entre trabajadores. Y si te comparas tú nunca sueles salir ganando. Puede ser lo que entiendes por respeto a las personas, quizá en las formas de dirigirse o cuidarse unos y otros. Así que haz el ejercicio de reconocimiento de tus valores y asegúrate de qué es lo que te está incomodando. Una vez que lo sabes, puedes pensar en cómo cambiar la situación.
  • Atento a tu autoexigencia. El sentido de responsabilidad de cada uno puede llevarte a límites en los que pongas en juego tu salud. Dejar de dormir, preocuparte por mil y una cosas o querer controlarlo todo… no ayuda. Eres un ser maravilloso y también limitado. Es cierto que tienes una capacidad brutal para superarte, hacer esfuerzos sostenidos en el tiempo, pero el cuerpo no está preparado para estar así por un largo tiempo. Necesitamos ayudarle a parar a recuperar fuerzas.
  • Cambia el chip. Si sigues haciendo lo mismo, el resultado será el que ya tienes. Por eso, has de comenzar a incorporar en tu rutina pequeños cambios que te permitan salir de la rueda en la que estás metido que no te deja ser feliz. Comienza por un detalle simple como ponerte una hora para parar, bajarte una estación antes y caminar hasta casa o hasta el trabajo observando lo que hay a tu alrededor, dándote gusto para demostrarte que no todo en tu día es amargo. Y ese momento disfrútalo con consciencia, en presente, saboréalo.
  • Vigila tus pensamientos. Descubre qué pensamiento está llevándote a ese malestar. Aplica las reglas de gestión emocional para que el nivel de intensidad y cómo te afecta se minimice. Cuando descubres cómo te machacas y dejas de hacerlo se produce un gran alivio mental y físico.
  • Actúa. Puedes seguir igual y quejarte o puedes hacer propuestas de mejora, puedes pedir ayuda si no llegas o no tienes las fuerzas ni el tiempo para abordarlo como quisieras. También puedes decidir dejar ese trabajo, pero no lo hagas como un arrebato sino planifica, busca otro empleo, fórmate en áreas que sean más de tu interés, hasta que tengas la posibilidad de cambiar. Cuando tienes un plan, sientes que el final está más cerca.
  • Pide ayuda. Hay un montón de profesionales para ayudarte si no sabes por dónde empezar. Ayudarte en la gestión de tu tiempo, de tu estrés, en la toma de decisiones, en la búsqueda de empleo, con el plan más adecuado para ti y facilitándote tu autoconocimiento para que aquello que busques vaya más contigo y no caigas en los errores del pasado. Es importante aprender.

¿Qué puede hacer la organización para mejorar mi bienestar y salud mental en el trabajo?

Desde el lado de la empresa también hay varios aspectos que se pueden hacer y que ya muchas están comenzando a tener en cuenta.

  • Identificar los puntos de incomodidad de los trabajadores. Es necesario escuchar, preguntar y saber cómo está la situación. Si es una persona con su forma de proceder la que genera que un equipo esté revuelto o si son las condiciones del trabajo, si es la dificultad de uso de alguna herramienta o sistema, etc. Si no identificamos el problema, será difícil ponerle solución.
  • Tomar medidas que fomenten buenas experiencias en el trabajo. Por ejemplo, reuniones efectivas. Flexibilidad en el trabajo, lo que puede incluir desde la deslocalización a horarios acordes con las necesidades del trabajo y del trabajador. Tener detalles personales con los trabajadores, para lo cual lo más importante es conocerlos. Detalles que generen emociones agradables como que la empresa se acuerde de ellos para lo bueno y no solo para recriminar por no haber alcanzado los objetivos.
  • Desarrollar el liderazgo de los responsables de equipo y el autoliderazgo de cada trabajador. El buen líder es modelo, inspira, motiva, está atento a las personas, se preocupa, facilita… Ha de saber tratar a cada uno de forma individual y a todos de forma grupal. Escucha, se comunica, no juzga. Así que fomentar desde las organizaciones la necesidad de hacer seguimiento de los líderes y responsables de equipos es esencial para desarrollar un mayor bienestar y salud mental de los equipos.
  • Cuidar las emociones. Permitir la expresión emocional, con límites, y gestionar las emociones del equipo y de las personas comenzando por uno mismo. Para ello habrá que formar y capacitar a los equipos en ello.
  • Poner atención a la comunicación. Como nos sintamos, así nos comunicaremos. Utilizar la asertividad, basarse en hechos, separar a las personas de los hechos para evitar conflictos, fomentar el feedback constructivo y el reconocimiento. Dejar claras las bases y los límites son esenciales.
  • Desarrollar talento. Cada vez el talento es más escaso en muchos puestos. Hay profesiones que los jóvenes no quieres desarrollar y no se encuentran personas con las capacidades para desempeñar ciertos puestos de una forma adecuada. De nuevo la formación es clave, y también el conectar con las personas y hacerlas sentir que pueden crecer dentro de las empresas, que pueden desarrollar su carrera y cumplir sus sueños en la empresa. Crecer juntos.
  • Dar a conocer lo positivo del día a día. Estamos acostumbrados a dar noticias de las grandes acciones empresariales y también de los buenos resultados. Por otra parte, las empresas suelen tapar lo menos bonito del día a día.  Sin embargo, en este momento hay que recuperar lo positivo de cada día, de cómo es el trabajo diario, de la dedicación que ponen los trabajadores para que cada trabajo sea el mejor, destacar lo que se hace bien a diario. Eso además es marketing para el exterior. Si cada trabajador dijera lo bueno que hace en su trabajo o lo bueno que ha hecho su empresa, descubriríamos una versión mucho más real del día a día de una empresa.

Con todo lo que te he compartido, tanto tú como la empresa tiene mucho por hacer en este 2023 si queremos de verdad hacer algo por nuestro bienestar y salud laboral. Lo importante no es decirlo, lo importante es hacerlo. Así que, ¿qué vas a hacer para estar mejor en tu trabajo? ¿qué vas a proponer?

Al final del día y al final de la vida, lo que te vas a llevar son las experiencias vividas, por eso, no te compliques y haz lo necesario para cuidar de ti, dar lo mejor de ti y sentirte satisfecho con tu trabajo.

Siempre estamos aprendiendo en el camino del crecimiento.

Raquel Bonsfills

¿Te has bloqueado por sentirte enfadado, triste, frustrado hasta el punto de no poder continuar con la tarea? ¿O al menos hasta que no se te ha pasado un poco la intensidad de la emoción? ¿Te has dejado llevar por tus emociones en la toma de decisiones importantes? ¿Y en tu día a día?

La importancia de aprender a gestionar las emociones

A veces nos vemos envueltos en emociones con una elevada intensidad que nos llega a limitar. Nos cuesta prestar atención fuera de nosotros porque estamos con el foco en nuestra propia emoción. Esto es más fácil verlo en las personas que tenemos delante que en nosotros mismos. Solemos decir que una persona “se mira el ombligo” cuando está absorta en sus propios sentimientos y es incapaz de mirar fuera de sí misma, empatizar o estar pendiente de los demás. Si has vivido o vives alguna de estas situaciones te sugiero no juzgar, porque seguramente en algún momento te ha pasado a ti.

El otro día un cliente me comentó que se le había acabado la excedencia y tenía que reincorporarse al trabajo. Sin embargo, las emociones que le venían cuando pensaba en ello, a pesar del tiempo pasado fuera de la empresa, eran las mismas que cuando se fue y eso le generaba rechazo y ansiedad en la toma de decisiones. No quería volver.

Mi respuesta fue que, a pesar del tiempo, su pensamiento sobre la situación que vivía en la empresa era el mismo.

Cuando me cuento la misma historia que en su día me hacía sentir mal, enfadado, frustrado, triste… es muy difícil que cambien mis emociones al respecto hoy. Necesitamos gestionar las emociones para que haya realmente un cambio, para vivir las situaciones de una mejor manera. No es algo automático. El tiempo no cura todo, solo nos hace que tomemos perspectiva y que quizá, algo que nos ha pasado quede en una anécdota de nuestra vida, porque habrán pasado mil cosas más que nos habrán provocado otras mil emociones diferentes.

El ciclo de las emociones

¿Qué podemos hacer para obtener un mayor bienestar emocional? Dice el ciclo de las emociones:

Situación – Pensamiento – Emoción – Acción – Resultado

Ante una situación o un hecho, debido a nuestra historia, experiencia, valores, personalidad… vamos a tener unos pensamientos, en función de esos pensamientos nos aflorará una emoción, en función de esa emoción actuaremos y así obtendremos un resultado u otro.

Por eso decimos que no es lo que ocurre, es como tú te lo tomas. Bien es cierto que la mayor parte de las veces este proceso es automático, inconsciente, con lo que no te culpes.

La cuestión es que probablemente el hecho no lo podamos cambiar. Como mucho podremos anticiparlo o preverlo.

Por otro lado, el resultado es lo que ocurrirá a futuro como consecuencia de todo lo anterior, así que está, en general, fuera de nuestro alcance (hablando a nivel emocional).
Entonces, solo podemos abordar la gestión de nuestro bienestar trabajando en las otras 3 áreas:

Pensamiento

Cambia tus pensamientos con técnicas de psicoterapia de la razón. Por ejemplo, siguiendo los 7 pasos que seguimos en 2miradas. Esto también te es útil para el análisis de las creencias limitantes, que son aquellas que más que ayudarte a sentirte mejor te mantienen anclado. Revisa tus creencias cuando te sientas bloqueado y el discurso que te cuentas para detectar qué pensamientos tienes que no te están ayudando en este momento respecto a ese tema que te preocupa o te mantiene en alerta.

Emoción

En el caso de las emociones, el trabajo está en regular su intensidad. Es decir, que si vas conociendo lo que sientes (recuerda que identificarlo es el primer paso para poder gestionarlo) podrás ya ir bajando la intensidad. Solo nombrarlo ya ayuda. Y hacerte consciente de que estás sintiéndote de una determinada forma ante una situación te da un poco de margen antes de que se dé la acción permitiéndote quizá elegir.

Hay numerosas vías para gestionar las emociones que te hemos ido compartiendo. Algunas relacionadas con el cuerpo, la voz, o con cómo promover tu bienestar tomando distancia o perspectiva… Lo importante es dar mejores respuestas ante lo que te suceda en lugar de reaccionar explosivamente.

Acción

Aquí de lo que se trata es de trabajar sobre tu comportamiento. Por ejemplo, me pongo a gritar cuando me enfado. Pues en lugar de eso voy a salir de la habitación hasta que me baje la intensidad de la emoción y sea capaz de escuchar y hablar en un tono de voz razonable y así no herir con las palabras que puedo soltar en caliente o empeorar la situación. También puede servirte realizar acciones apropiadas según la emoción. Es decir, en el caso de la tristeza no tenemos mucha fuerza en el cuerpo, apenas tenemos energía. Entonces, permitirte estar triste, no exigirme con esfuerzos que puedo aplazar para cuando me sienta más fuerte es una gran ayuda. Por el contrario, cuando tenemos miedo las acciones de confirmación, contrastar información, documentarse, buscar certezas, nos van a ser muy útiles.

Reconcíliate con tus emociones

Puedes sacar el lado positivo a cada una de las emociones, pues cuando surgen es por algo. Agradecer lo que te vienen a decir siempre te reconciliará con ellas, en lugar de pelearte por sentirse de una determinada manera. Y si tienes que tomar decisiones importantes y estás algo revuelto emocionalmente, piensa en qué emoción sentirás si tomas una decisión concreta. Si tienes varias opciones hazlo con todas ellas. ¿Con cuál te sientes mejor? ¿Cuál te genera un mayor bienestar?

También puedes tener en cuenta lo que te dice tu intuición. Esto es algo sutil y muchas veces se refleja en emociones. Mantente atento y busca el equilibrio entre la razón y la intuición.

No dejes que las emociones tomen las decisiones por ti, hazlo tú teniéndolas en cuenta.

Ahora que sabes esto, ¿cómo vas a gestionar tus emociones? ¿Qué vas a hacer para sentirte con más serenidad y satisfacción? Recuerda que incluso si eres líder, puedes expresar tus emociones (de una manera adecuada, claro). Está demostrado que expresar tus emociones mejora el liderazgo.

Seguimos aprendiendo en el camino del crecimiento.

Raquel Bonsfills 

Llega la Navidad, días de encuentros o de soledad. Días de familia y de amigos, de alegrías y melancolía. Los que van y los que no pueden unirse. Los que no quieren saber nada de reuniones y prefieren tomar cierta distancia. Son días de regalos, de lotería, de compras, de dar y recibir… El ritmo se acelera en las fiestas de Navidad.

Y precisamente porque vamos muy acelerados, se nos pasa a veces por alto lo más importante: que el mejor regalo de Navidad eres tú.

Sin ti, la Navidad no sería posible.

Cuida de ti

Por eso, si viajas, recuerda que queremos volver a verte. Así que ten cuidadito y, sobre todo, cuida de ti, de tu bienestar porque cuanto mejor estés física y emocionalmente, mental y energéticamente, mejor podrás relacionarte con los demás, con los que te caen bien y con los que no tanto. Podrás decidir con más tranquilidad irte si ha llegado el momento, o quedarte un poco más y resolver un tema pendiente. No te tomarás como algo personal nada de lo que ocurra y será más difícil que te muestres reactivo.

No te desgastes económicamente

Las cosas materiales nos pueden hacer muy felices, desde luego, sin embargo, cada uno tiene unas posibilidades y no se trata de competir por quien hace el mejor regalo, ni hay ninguna ley escrita sobre que se debe equiparar lo que regalas tú con lo que te regalan a ti. La equidad es importante siempre que puedas. Los regalos hechos con el corazón acaban siendo más significativos que los que haces por mero trámite, por muy costosos que sean.

Contágiate de la magia

Mira alrededor y déjate contagiar de la magia que tiene esta época del año, porque esa magia, saca sonrisas. Aunque no te guste la Navidad, mantente atento a la sonrisa de un niño cuando ve las luces de la ciudad, o si vas a buscar a alguien al aeropuerto o al tren, observa cómo se reciben unas personas a otras. Fíjate en la dedicación que ponen los cocineros de los restaurantes o de cada casa por agasajar a los comensales. Admira el trabajo de los comerciantes que están poniendo su mejor voluntad mientras atienden en el frío mercadillo o lidiando con las exigencias de cada comprador. 

Agradece a la vida porque aquí estás un año más.

Cuida tu salud para que puedas disfrutar de muchas más navidades como tú las quieras vivir. Y si estás malito, déjate mimar. No es tiempo de ser mal enfermo pues tus cuidadores ponen todo su afán en llegar a todo lo que necesitas. También descubre lo que sí puedes hacer, seguro que hay algo dentro de tus limitaciones que te haga sentir bien. ¡Regálatelo!

Y es que, no sé si te has dado cuenta de lo importante que eres.

Cada vez que dedicas el tiempo a quienes más quieres, que acompañas a quien lo necesita, que pones todo tu esfuerzo cada día en que el trabajo salga adelante, que gracias a tu compromiso pueden contar contigo, que sorprendes cuando llegas de forma inesperada, que piensas en alguien y le mandas un mensaje solo porque te has acordado de él/ella y se lo haces saber, que pones tu energía en que los demás también tengan un bonito año nuevo, que cuidas a quienes no tienen la autonomía necesaria, que pones todo tu cariño en quien tienes alrededor, que escuchas, compartes, inspiras, guías, que iluminas los ojos de los demás, tú eres el mejor regalo.

Déjanos disfrutar de ti.

Feliz Navidad y felices fiestas.

Raquel Bonsfills

27 noviembre, 2022

Tenemos refranes en nuestra cultura que nos trasladan cierta sabiduría de la experiencia. Por ejemplo, “ojos que no ven, corazón que no siente”. No quiere decir que hagas la vista gorda o que hagas como si lo que ves no estuviera sucediendo. Más bien significa que no puedes sufrir por aquello que no sabes. Pongamos un ejemplo, si tu madre no te dice que se encuentra mal, que está yendo al médico desde hace un tiempo y tú no estás a su lado para verlo y cuando os llamáis no te lo comenta para no preocuparte, aparentando normalidad, tú no sufres. Es cuando por fin te dice que algo pasa cuando comienzas a hacer preguntas, a tener inquietud o miedo.

Por otra parte, aquellas personas que tienen la capacidad de ponerse en lo peor, de prever escenarios poco halagüeños, en realidad son personas que tienen una gran capacidad mental, creativa y cierta intuición para sospechar de todo, viendo lo que puede incluso no estar pasando. Aunque es cierto que como a veces tienen razón y se da lo que ellos preveían, se reafirman en su capacidad para predecir catástrofes. En cualquier caso, son personas que “ven” lo que puede pasar con mucha otra información que puede que tú no tengas. Y al verlo, se preocupan. De nuevo se ratifica el refrán.

Sin embargo, hay dichos y refranes que si los valoramos literalmente puede que no nos funcionen. Por ejemplo, “cuando te cases ya no te acuerdas” o “el tiempo lo cura todo”. ¿Y si no te casas? ¿El tiempo por sí solo lo va a curar? No. Aunque sí que la perspectiva que te ofrece el tiempo hace que lo valores desde un nuevo punto de vista. Y lo que era tan importante en un momento dado, luego puede resultarte una anécdota. Claro, eso siempre y cuando dejes de estar viviendo con eso que te incomoda de manera frecuente o repetitiva.

“Salir del escenario” para tomar distancia

Las emociones surgen en cada momento según lo que estemos viviendo. Son las que tocan. Incluso la melancolía del pasado la vivo hoy o la incertidumbre por el futuro la siento en este momento. Por eso, cuando mejor podemos tratar las emociones es en este momento y podemos ayudarnos a sentirnos mejor si salimos del escenario en el que se dan esas emociones desagradables.

Un caso frecuente es aquel en el que estás con una pareja con la que no te sientes querida o crees que te infravalora. Siempre te dicen tus conocidos que le dejes, que no puedes seguir así. Porque si sigues en el mismo escenario, es muy fácil que sigas sintiendo lo mismo. Los factores por los que se mantiene la relación son otros diversos desde que quieres aferrarte a las sensaciones agradables que también te provee la relación, a que no sabes cómo seguir adelante tú sola, a que tienes miedo al cambio, etc.

Igual ocurre con el trabajo. Si sientes que eres invisible o que te sobre exigen, o que no se te trata como esperas o mereces, cada vez que vas al trabajo, vuelves al escenario y con las personas con las que sientes eso a diario y al final tu ánimo se desvanece.

5 formas de tomar distancia

¿Qué puedes hacer para resolver esta situación y sentirte mejor?

  • Hacer otra actividad. ¿Cuántas veces te has puesto a trabajar para no sentir lo que sientes y que el trabajo te sirva de distracción? ¿Cuántas veces has querido salir de fin de semana para desconectar de tu trabajo? Si te das cuenta buscamos hacer algo diferente con lo que sentir otra serie de emociones, o eso esperamos. Esas actividades te ofrecen experiencias con las que sentirte mejor, porque además las eliges. Piensa en el beneficio de salir a correr si es algo que te gusta, ir a tomar algo con un amigo con el que te agrada estar, sentarte con tu libro favorito y olvidarte del mundo real.
    • Ahora bien, esto que es una gran ayuda para el momento, es temporal porque cuando vuelvas a la actividad que te provoca esa incomodidad, es muy probable que vuelvas a tener las mismas sensaciones.
  • Cambiar de escenario.  Si has tenido una discusión con alguien en un lugar en concreto, nuestro cuerpo y mente hacen una interesante asociación y graban lo que pasó ahí, lo que sentiste, y asocia el lugar, con lo dicho, con la emoción y con la persona. Por ejemplo, tu jefe te llama a su despacho para comentarte que no has logrado los objetivos, lo que te hace ponerte a la defensiva, tratar de justificarte, etc. Si vuelve a llamarte a su despacho, tu cuerpo va a mandar una señal de “peligro” que ahí no pasan cosas buenas. O si has tenido una discusión con un cliente que ha sido agresivo contigo, cuando le veas en ese mismo lugar, tu cuerpo querrá salir corriendo de allí. Por eso, para resolver esa conexión neuronal y reactiva que hemos adquirido, hemos de reprogramar lo que hemos interiorizado en ese lugar o con esa persona. En especial cuando son personas que vas a seguir viendo y con las que vas a estar en contacto, para evitar estar incómodo cada día.
    • Puedes ayudarte cambiando de escenario. Por ejemplo, proponiendo a tu cliente quedar en otro lugar, sentarte en otra silla, para que te ofrezcas la oportunidad de abrir tu mente a que pueda ser de otra manera. O si estabas trabajando en algo y te has bloqueado, no ves soluciones, sientes que te has estancado, levántate, muévete, haz que tu cuerpo desconecte de ese momento y coja aire nuevo.
  • Conéctate o utiliza el espacio que más te interese. Si no puedes salir de donde estás, acude con tu mente a ese lugar en el que te sientes siempre bien. Visualiza, recuerda o imagina un sitio en el que nada malo puede suceder. Ese lugar en el que te sientes seguro, tranquilo, en el que puedes parar sin más, en el que solo has de estar, conectado con lo que te rodea, dejándote impregnar de cada sonido, cada color, cada sensación, un lugar agradable para ti. En PNL (programación neurolingüística) se enseña a “anclar” esos momentos, cuando estás con la emoción máxima de bienestar en tu visualización tocando un punto de tu cuerpo, por ejemplo, agarrando un dedo de tu mano. Lo mantienes unos instantes y después vuelves a la realidad. Para reforzar el vínculo que has creado, puedes volver a tocar de la misma forma tu dedo, con la misma fuerza y forma, y reconectar con dichas sensaciones que la escena te provoca. Esto es muy útil cuando te supera una situación, porque te puedes “ir” un instante a ese lugar tan positivo para ti, y una vez más sosegado, retomar con una mayor capacidad de respuesta lo que estás viviendo.
    • También puedes establecer un lugar en el que se pueda hablar de todo, en el que no se juzgue y se escuche. Yo tengo con mi pareja el “sofá de las discusiones”. Discutir no es más que compartir opiniones, hablar sobre un tema, contrastar ideas… Cuando parece que no nos entendemos, llega un momento en el que uno de los dos dice: “vamos al sofá de las discusiones” y allí, ya de otro talante, se piden disculpas si es necesario, se aflojan los egos, se respira, se mira a la persona y juntos, al problema. En el trabajo, se puede y se recomienda tener una sala donde se pueda hablar así. Una sala de reuniones, el lugar donde tomamos café, el banco de la entrada en el que parece que se pasa más desapercibido y en el que comentar todo sin miedo.
  • Date un tiempo para sosegar las emociones porque bajar la intensidad no es inmediato. Sobre todo, cuando estamos muy afectados, cuando estamos muy enfadados, molestos o tristes es mejor tomar cierta distancia. Dejar que se enfríe la situación en lugar de seguir echando leña al fuego. Ahora bien, no te vayas a la cama con ello. Trata de resolverlo lo antes posible. En cuanto hayas regulado la intensidad emocional, trata de cerrar el tema para que no vayas acumulando y no te quedes enganchado día tras día a esa emoción. Hablando se entiende la gente. Y cuando es imposible hablar con esa persona, y lo has intentado, puedes hacerlo de forma ficticia, es decir como si le tuvieras delante o hablaras con ella. Le escribes una nota, le hablas a una silla en la que estaría esa persona sentada… Hacer un simulacro de la conversación te ayudará a calmar tus emociones, prever posibles respuestas y anticiparte en las objeciones.
  • Bebe agua, abre una ventana. Son formas de tomar oxígeno que pueda reactivar tu cerebro. La sensación de respirar hondo y de beber agua tranquilamente hacen que nuestro cerebro cambie de situación y piense que no estamos en peligro. Así que también nos ayuda a relajarnos y estar menos en alerta.

Como ves, tomar distancia física y emocional puede ayudarte a regular tus emociones más desagradables. Ahora que lo sabes ¿Qué vas a comenzar a poner en práctica? Puedes aplicar estas técnicas en el momento en el que se dan tus emociones o al cabo de unos días. No lo dejes mucho. Seguro que no quieres seguir sintiéndote así. Tomar cierta perspectiva te permite tomar decisiones desde fuera que desde dentro del problema te costará más valorar.

Así que cambia, muévete, haz algo que te agrade y practica aquello que te haga sentir mejor.

Te acompaño aprendiendo en el camino del crecimiento.

Raquel Bonsfills

Solo porque te has sentido vulnerable, te has hecho fuerte. Solo porque has visto tu debilidad sabes lo que significa superarse. Hasta en las historias y las películas el héroe/la heroína es una persona normal que acaba desarrollando una habilidad o haciendo algo que otros no se atreven, que se esfuerza, que actúa y se encamina a sus sueños u objetivos, normalmente por el bien común.

Hoy incluso desde Harvard nos explican que el líder no tiene que ser perfecto, que puede mostrar su vulnerabilidad, hablar de sus miedos o de la ansiedad que le producen los acontecimientos. Y hacerlo le permite desarrollar una mayor confianza, flexibilidad y apertura mental. Ya no tiene que saberlo todo, sino que su objetivo es crear un equipo que sepa resolver las situaciones y los conflictos juntos. El líder ha de crear líderes que hagan crecer las empresas, y nada mejor que facilitándoles la posibilidad de pensar.

Si el líder lo sabe todo, las cosas se harán como dictamine el líder, sin posibilidad de cambio o mejora, con una sola visión, con una sola opción, yendo por un camino marcado ajeno a posibles mejoras que aportarían otras perspectivas.

¿Un líder que expresa sus emociones?

Cuando el líder muestra sus dudas sobre el futuro, los que escuchan comienzan a pensar en cómo podría ser ese futuro. Cuando el líder se enfada porque alguien ha cruzado un límite, el equipo entiende que se deben mantener unas reglas comunes para todos, unos valores y la identidad de la empresa u organización, y comienza a pensar en cómo actuar sin cruzar los límites o en cómo flexibilizar esos límites si fuese necesario.

Cuando el líder se alegra por el trabajo realizado por el equipo, les reconoce y reconforta, los anima a seguir haciendo un buen trabajo. Cuando el líder se entristece porque no se han obtenido los resultados esperados, al igual que lo siente el equipo, se dan cuenta que el líder es realista, que no vive ajeno a lo que ellos hacen y, sobre todo, le permite al líder evaluar si los objetivos marcados eran los adecuados o si han de revisarlos juntos. Si eran asequibles, entonces podrán pensar en cómo tratar de conseguirlos la siguiente vez.

Además, cuando una persona pide ayuda, como seres humanos nos disponemos a tratar de hacer lo que esté en nuestra mano de una mejor gana que si nos imponen o nos expresan la directriz de forma ruda y dictatorial. Por eso, el líder que pide ayuda a su equipo para hacer un buen trabajo día a día, para salir adelante, expresándoles el fin que se desea obtener (mejor cuando se hace ver que es un fin común del que todos son partícipes), tendrá a su equipo más dispuesto a lograrlo

¿Qué tiene que ver el dar al equipo la capacidad de pensar con expresar emociones?

La expresión de las emociones del líder ha de ser previamente regulada. Es necesario el desarrollo de la inteligencia emocional de líder.  Un buen líder es aquel que maneja bien sus emociones, que sabe autogestionarse, sabe reconocer la emocionalidad del equipo e influir adecuadamente para canalizarla hacia un mayor bienestar que repercutirá en productividad. Para ello, ha de comenzar por uno mismo y saber reconocer sus emociones, preguntándose ¿qué siente?

Una vez que toma consciencia de las emociones que vive, si están impidiéndole manejar la situación de una forma adecuada habrá de gestionarlas. La influencia de las emociones del líder sobre el equipo es enorme, hasta el punto de que las personas que lo componen quieran acercarse, confíen o admiren a su líder, o, todo lo contrario.

Cuando comience a saber cómo funcionan las emociones en él/ella, podrá descubrirlas más fácilmente en los demás, en su equipo. Cuando comience a practicar técnicas de gestión emocional y vea qué le funciona, podrá aplicarlas con el equipo, ayudarles a expresarlas de forma más adecuada e incluso, saber cómo actuar cuando algún miembro del equipo se desborde.

Espacios seguros en el trabajo para una buena salud mental

Dado que hoy la salud mental es fundamental también laboralmente, esta tarea del líder emocionalmente inteligente se hace cada vez más importante. Y como ejemplo que es para su equipo, será el primero en crear espacios en los que se permita la expresión de las emociones sin dejar que esa comunicación sea tóxica para los compañeros. Velará por el bienestar emocional del equipo.

Si hemos de tener cuidado con las emociones es porque pueden llegar a causar estrés y enfermedades. No queremos personas enfermas en nuestro equipo, no queremos que estén de baja y mucho menos que acaben yéndose de nuestro lado porque no hayamos sabido cuidar de ellos. Siempre partiendo de la premisa de que queremos a nuestro equipo, que cada persona está ahí porque ha sido “la elegida” en cada caso y porque esa persona también ha querido estar en ese puesto con nosotros.

La importancia de la capacitación emocional

Expresar emociones es necesario, hacerlo de la forma más adecuada también y muy especialmente cuando hablamos de emociones desagradables como la irá, el miedo o la tristeza. Por cuestiones principalmente culturales, parece que un líder no puede enfadarse porque parecería agresivo y tampoco puede mostrar su vulnerabilidad porque parecerá pasivo, incapaz o débil.

Sin embargo, reconocer que no sabes es un acto de valentía. Reconocer que te has equivocado es humildad. Reconocer que no puedes, da pie a que te ayude quien sí pueda o a conseguir los recursos necesarios. Reconocer que no tienes fuerzas para hacerlo solo, es una invitación para quien quiera sumarse. Reconocer que no sabe todo, o que no tiene la certeza del futuro próximo, le pone en una disposición de aprendizaje y de escucha para descubrir o crear junto con su equipo mejores respuestas o soluciones, de forma que las decisiones no provengan de una sola mente pensante sino de la suma de las capacidades de todo el equipo.

Así que, ahora que sabes algunos de los beneficios de mostrar tus dificultades, ¿qué vas a comenzar a hacer? Capacítate en inteligencia emocional, comienza por ti, no tienes que ser el líder para promoverlo, puedes comenzar en tu ámbito personal. Y si eres el líder, trata de ser ese héroe normal que se propone hacer algo diferente, como expresar sus emociones y su vulnerabilidad para conseguir ser el mejor líder del mundo.

Aprendiendo en el camino del crecimiento.

Raquel Bonsfills

Estamos todo el día dando nuestra opinión y nuestra versión de la realidad. Nuestro cerebro suele etiquetar lo que ocurre, diferenciando entre si está bien o si está mal, si está de acuerdo o no, si le gusta o disgusta. Y como para gustos son los colores, cada uno tendremos nuestra propia versión de los hechos según los hayamos interpretado.

Cada persona puede tener su opinión, sin embargo, cuando se la contamos a alguien y esa opinión es sobre su trabajo, su persona, su comportamiento, su conocimiento, habilidad o actitud, empezamos a tocar fibras sensibles con las que ya no estamos tan conformes y podemos llegar a herir a las personas que nos rodean.

Dicen que una crítica es un regalo porque cuando la crítica es constructiva o positiva, como os compartía en el artículo sobre feedback y cómo darlo teniendo en cuenta los dos hemisferios cerebrales, cuando tenemos en cuenta a la persona y también los hechos, concretando y a la vez acompañando, entonces esa crítica sí que nos va a ayudar a crecer.

Sin embargo, es frecuente que aun cuando nos dan un feedback con cariño y de una forma objetiva, nos lo tomamos mal, entramos en justificaciones, rechazo hacia la persona que nos lo ha dicho, nos incomodamos, procrastinamos eso que nos piden porque nos han hecho ver que no lo hacemos bien.

Diferentes personas, diferentes reacciones a la crítica

¿Por qué nos duele tanto?Es cierto que hay personas que parece que les resbalan las críticas o que incluso hacen una gracia cuando la reciben o se ríen o hacen burla. No siempre ese comportamiento significa que no tengan en cuenta lo que se les está diciendo, sino que puede que no quieran tocar su propio dolor por la crítica recibida y lo utilizan como mecanismo de defensa para huir del malestar que les causa si lo toman en serio.

Otras personas cuando reciben la crítica siguen con su modo de actuación de siempre, como si no les hubieras dicho nada, igual que si les das un vaso de agua: inocuo. Parece que no han escuchado nada de lo que les has dicho. Este comportamiento puede venir por evitar entrar en conflicto, o por no desgastarse para cambiar la forma de actuar o para no comenzar con justificaciones que no llevan a ningún lado, incluso por eludir el esfuerzo de corregir algún comportamiento, una rutina, un trabajo…

También, por tipo de personalidad, les puede costar aceptar una crítica a las personas que viven la corrección de lo que sea de su vida como un fallo personal porque son perfeccionistas y autoexigentes. No pueden fallar porque el error les hace sentir vulnerables, pequeñitos, que no saben algo que deberían saber, aunque lo demás esté todo bien, se van a fijar en el “pero”, y eso cuesta. Lo han hecho mal. Incluso pueden entrar en una inquietud como la que vivían cuando eran pequeños y les regañaban. ¿Te has encontrado con personas que parece que no se les puede decir nada?

También hay personas muy sensibles a las críticas, personas que se sienten insuficientes: insuficientemente buenas, insuficientemente valiosas, insuficientemente queridas, insuficientemente capaces... Cuando la autoestima está bajita nos ponemos menos en valor y que te digan que no haces las cosas bien solo es echar más leña al fuego.  

A veces, decir a alguien que “no se lo tome así” también es decirle que se lo está tomando de forma incorrecta, lo que es otro error por su parte, o así lo entiende. Además de que a nivel de inteligencia emocional estamos negándole su emoción, lo que tampoco ayuda.

¿Cómo cambiar esta reacción ante la crítica?

Es difícil de cambiar esa reacción que nos genera una crítica porque está en la personalidad de cada uno, aunque no es imposible. Se puede aprender a llevarlo mejor y por eso es importante el autoconocimiento.

Has de saber qué es lo que te hace sentir pequeño, por qué te está incomodando tanto esa crítica. ¿Es por quién te la hace? ¿Es porque tú eres el más crítico contigo mismo? ¿Es porque la crítica toca un tema delicado por un trauma anterior que no tienes bien curado? ¿Es por la forma en la que se ha dicho o por cuándo y delante de quién se dijo? ¿Es porque te comparas o minusvaloras? ¿Qué hay debajo de eso que te han dicho que te remueve?

Quédate solo con la frase que se ha dicho y analiza. Escúchate a ti a ver qué te estás diciendo sobre esa crítica. ¿Qué emociones te genera? Descubre las creencias que hay en ti sobre esa crítica y revisa cuánto de facilitadoras son para llevarla mejor. Atrévete a destapar la caja de los truenos para dejarlos salir y que la herida que te causa la crítica se cierre.

Estamos en continuo aprendizaje, una crítica puede ser muy buena para nuestro desarrollo, puede que ni nos hubiéramos dado cuenta y nos abra una luz que nos beneficie enormemente. Incluso puede que no haya nada que hacer con esa crítica porque no merece que le demos ni un momento de nuestra vida a pensarlo. Sin embargo, esa decisión solo la podrás hacer de forma sana desde tu seguridad personal y con humildad.

Toma las críticas como opiniones de los demás, que es lo que son. No tienes que estar de acuerdo con todas las opiniones, ¿verdad? Solo no dejes que te hundan, sino que te sirvan para apoyarte en ellas para ser tu mejor versión.

Toma cada crítica con cariño hacia ti, como un impulso de renovación. No todas se pueden resolver en 2 minutos, aunque siempre se puede hacer algo por mejorar cuando nos lo proponemos. Y me dirás, “ya, pero hay cosas que no están en mi mano, que no las puedo cambiar”. Es cierto que los hechos son, que si tienes una cicatriz en la cabeza no la vas a borrar, ni falta que hace. Lo que sí puedes trabajar es la forma de tomarte los comentarios sobre esa cicatriz, para sentirte mejor. Muchas veces el cambio está en aprender a llevarlo de otra manera, no en modificar el hecho en sí.

Otras veces, cuando el cambio está en tu mano, puede ser cuestión de tesón, dedicación, consciencia para cambiar un hábito o una forma de trabajar. Lo importante es querer. Te dejo el link al artículo sobre técnicas para aceptar mejor las críticas por si te ayuda. Y como no querrás hacer sentir a los demás como no te gusta sentirte a ti, te comparto también otro de nuestros artículos para que puedas hacer críticas constructivas.

Si te supera recibir críticas y te cuesta sobremanera manejarlas, pide ayuda. Como has visto es muy normal, no te avergüences ni tengas miedo, va con nuestra personalidad. Psicólogos, coaches y profesionales de la salud mental estamos ahí para ayudarte. Lo importante es que disfrutes de la vida, que trabajes por tu bienestar tanto personal como profesional, y lo que haya que aprender, ¡se aprende!

Después de lo que te he compartido, ¿qué vas a comenzar a hacer cuando recibas una crítica?

Te acompaño aprendiendo en el camino del crecimiento. Raquel Bonsfills