Acompañar etimológicamente está relacionado con compartir el pan junto a alguien y el diccionario de la Real Academia de la Lengua nos lleva a estar en compañía de alguien. El líder acompaña, el terapeuta acompaña, el amigo, acompaña, el coach acompaña, el colega acompaña, el profesor acompaña, el psicólogo acompaña, tu pareja también te acompaña en tu viaje de vida. Y ¡tantos otros!
“¡Te acompaño!” es esa frase que nos ha sacado una sonrisa cuando nos la ha dicho un amigo, esa frase que normalmente se agradece porque suele salir del corazón. Y es que para decirla hay que querer. No es obligado. Quizá sí lo era cuando de niños nos lo imponían nuestras madres para dar seguridad a nuestros hermanos pequeños. Sin embargo, aprendimos a acompañar en situaciones más livianas, que hemos incorporado como parte de la educación social como, por ejemplo, cuando tienes visita acompañar a la puerta para despedirte; o elegimos acompañar a nivel laboral como, por ejemplo, nosotras en procesos de desarrollo personal o profesional.
Sin embargo, hay puestos de trabajo como el de responsable, jefe, directivo, o de toda persona que tenga un equipo a su cargo, que el acompañar toma un sentido aún más necesario, porque ese pan que se comparte es el fin último, el propósito, del trabajo que realizamos y de lo que se trata es de acompañar al equipo a lograrlo. También en equipos de alto rendimiento o los verdaderos equipos, se acompañan mutuamente para lograr sus objetivos.
Y por supuesto, hay profesiones que en sí mismas están creadas para acompañar a las personas que lo necesitan como trabajadores sociales, mentores u orientadores que desempeñan puestos de acompañamiento laboral, por citar algunos ejemplos.
Beneficios de sentirse acompañado
¿Por qué acompañar? Somos seres humanos y seres sociales. Necesitamos generar vínculos porque eso nos ayuda a sobrevivir. Juntos somos más fuertes.
Al acompañar se desarrolla un compartir que ayuda a generar oxitocina, que es una de las hormonas de la felicidad. Si se acompaña de una caricia, un abrazo o de un contacto físico sutil, las células de nuestro cuerpo guardarán la experiencia intensificando la sensación de calidez y promoviendo mayor bienestar.
Sentirse acompañado reduce el miedo ante lo que sucede y alivia. Como decía Sancho en el Don Quijote de la Mancha: “todos los duelos con pan son menos” porque sentirse acompañado reconforta.
No se trata de que haya muchas personas alrededor o solo una, lo que influye es cómo nos sentimos, lo que recibimos de quienes tenemos cerca y si nos dan lo que precisamos de forma oportuna, de si eso nos hace sentirnos más queridos.
Acompañar es un arte
Hemos de saber que para acompañar o más bien para saber acompañar adecuadamente hay unas claves que nos van a ayudar a generar todo eso que de forma oportuna necesita y aporta al otro. Es decir, si queremos acompañar mejor es importante tener en cuenta lo siguiente:
Atención
Compañía
- Compañía. Se trata de ir con el otro, de estar. Siempre doy gracias a la era de la comunicación y a todos los desarrolladores de tecnología que nos facilitan herramientas para estar cerca de los demás aun estando a miles de kilómetros. Y aunque no podamos estar presentes físicamente, deberás tener el pensamiento y el corazón con la persona a la que acompañas.
Organizarte la agenda
- Organizarte la agenda. Acompañar requiere un tiempo que has de reservar para esa persona. Según en qué acompañes necesitarás más o menos tiempo y aunque sea para enviar un mensaje que le haga saber que estás ahí, ese tiempo que das es un regalo para el otro que podrías estar utilizando en cualquier otra tarea. Así que si alguien te importa, organiza tu agenda, ponte recordatorios, queda, llama y dedícales tu tiempo.
Meta
- Meta. Normalmente al acompañar vas con una meta en mente. Puede que la meta de una pareja sea el “para toda la vida”. La meta de un amigo sea hasta la puerta de su casa, mañana a comer, y así a base de ratitos, puede ser por muchísimos años. La meta de un psicólogo puede ser hasta sanarte o la del líder hasta que se cumplan los objetivos o el propósito que tu trabajo conlleva. Plantéate hasta dónde estás dispuesto a acompañar.
Plan
- Plan. Alcanzar cualquier meta requiere de un plan. Incluso cuando acompañamos en un proceso de coaching hemos de seguir unos pasos que hacen que el método funcione. O cuando acompañamos a las personas en su trabajo, como responsables de equipos, hemos de planificar desde la contratación de una persona hasta el seguimiento del trabajo o el entrenamiento que va a requerir para saber desempeñarlo adecuadamente.
Apertura
- Apertura. Tanto mentalmente como emocionalmente hemos de abrirnos al otro, a que su forma de caminar sea diferente a la nuestra, a que su manera de ver la vida no sea como la nuestra o a que le resulte más fácil de otro modo a como nosotros teníamos pensado. Así que acompañar requiere de flexibilidad y capacidad para ver el mundo desde los ojos de quien acompañamos.
Aledaño
- Aledaño. Hace referencia a que va al lado y a que tiene un límite, que tú no eres el otro. Ahí es donde radica la empatía y desde la Gestalt el entender que yo no soy tú, que en el fondo aunque coincidamos o hayamos decidido compartir camino, cada uno tiene sus propios intereses y motivaciones para caminarlo. Se trata también de respetar a quien acompañas.
Amor
- Amor. Seguro que piensas que esto puede ser demasiado si hablamos de líderes o profesionales que te acompañan en procesos. Sin embargo, desde mi punto de vista es todo lo contrario. No podemos acompañar al otro si no le miramos desde el amor, no un amor romántico, pero sí un amor que admira, que cree en su potencial, que sabe ver lo bonito que hay dentro de cada persona, que no juzga, sino que te pone mucha compasión con una mirada apreciativa.
Real
- Real. No acompaña el que se imagina acompañando, sino el que lo hace. El acompañamiento requiere de una acción real, aunque sea un whatsapp de estoy pensando en ti. El acompañamiento ha de ser tácito, tangible y que el acompañado sienta que estás ahí. Así que has de encontrar la vía para hacérselo saber.
Por todo esto, acompañar es un arte que, como casi todo, se puede aprender. Tiene mucho de actitud, de querer hacerlo, de proponérselo y de disfrutarlo.
Ahora que lo sabes, ¿qué vas a hacer para acompañar mejor a quienes te rodean? Por cierto, la recompensa de acompañar no es solo para quien recibe tu compañía sino también tú al acompañar te sientes mucho más feliz porque la generosidad llena más el corazón de quien da.
Te acompaño en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
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