Muchos «yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré» como dice la canción que cantaba Alaska nos han llevado a vernos en una posición muy íntegra con nosotros mismos, pero muy poco abierta a permitirnos ser de otra forma, a cambiar de opinión, a elegir con mayor libertad…
Como dice Andrés Pérez en su artículo, en cuestiones de Marca Personal es importante la autenticidad, pero eso no significa que si cambias dejes de ser auténtico. De hecho, evolucionamos continuamente, aprendemos continuamente e incluso nuestro valores y creencias son revisables a lo largo del tiempo. ¿De dónde crees que viene lo de la crisis de los 40?
En Programación Neurolingüística (PNL) una de las premisas es que «el mapa no es el territorio». Es decir, que tu forma de entender el mundo es tuya. Y otra persona con una educación distinta, con una personalidad distinta, con una historia distinta, tendrá una manera de interpretar el mundo diferente. Incluso en gemelos, porque no hay dos personas iguales. Y por mucho que nos empeñemos, la realidad o el territorio, como mucho, será la suma de cada uno de nuestros mapas.
Ahora, tengo una buena noticia. Podemos ampliar nuestro mapa para comprender mejor la interpretación de esa realidad según los demás, para encontrar sus matices, yendo más allá de nuestra propia visión, ganando perspectiva.
¿Para qué ampliar nuestro mapa mental? ¿Para qué tratar de entender que mi verdad no es la única verdad?
- Nos ayuda a ser más tolerantes. No siempre tenemos larazón aunque nos cueste reconocerlo.
- Podemos mejorar las relaciones interpersonales. Valoramos más a los demás y sus opiniones (aunque no las compartamos)…esto nos acerca a los demás en lugar de alejarnos.
- Se reducen los conflictos causados por una defectuosa comunicación. Por ejemplo, los malos entendidos. Si para mí el respeto es una cuestión de autoridad, me será complicado entender que para otra persona el «respeto» signifique algo diferente. Pero seguro que tú mismo tienes tu propia definición de respeto, no?
- Nos facilita la adaptación al cambio, nuestra mejora, nuestro crecimiento.
- Nuestra autoestima aumenta. Más sabemos, más comprendemos, más confianza tenemos en los demás y en nosotros mismos.
- Nos permite relativizar, relajarnos, desdramatizar. Podemos decir: «se puede llevar de otra manera». Y seguramente nos ofrezca una mayor satisfacción.
Y ¿qué hacer para ampliar o abrir nuestra mente?
Practica la curiosidad. Poner el interés en los demás, en que hay diferentes maneras de afrontar una misma situación. Es tratar de conocer a los otros, entenderlos, descubrirlos.
Utiliza tu capacidad de aprendizaje. Igual que aprendemos nuevos conceptos en áreas de desarrollo profesional, técnicas o estudios básicos, podemos aprender de las personas. De todas ellas se puede extraer una gran lección.
Cuestiona. Trata de entender a los demás con preguntas. Pide aclaraciones. ¿Qué has querido decir con esto? La pregunta es la herramienta más interesante para conocer a los demás. Practícala. Y muestra interés en la respuesta que te den, dándola por válida tanto como si fuese tu propia respuesta, sin juzgarla.
Escucha a los demás. Mantente receptivo a nuevas ideas o ideas diferentes a las tuyas. Después decide si puedes aportar alguna a tu vida o sumarle un matiz a tu propia idea.
Cambia tu perspectiva. Podemos alejarnos, acercarnos, mirar los diferentes puntos de vista que la situación, conflicto o persona puede ofrecernos. ¡Podemos sorprendernos!
Ponte a prueba. Amplia tu zona de confort. Atrévete a hacer aquello que no has hecho hasta ahora y te llama la atención. Puedes ir avanzando poco a poco. En nuestra vida estamos en continua evolución y superación de nosotros mismos.
No te pongas límites. ¿Qué más puedes hacer? ¿Puede ser de otra forma? ¿Mi madre/compañero/amigo/una persona de otro país pensaría o actuaría igual? ¿Hay otras opciones? Realiza tu propia lluvia de ideas con creatividad.
Te dejo un vídeo con unos consejos más para abrir tu mente. ¿Te animas a practicarlo?
Raquel Bonsfills
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