¿Cuántas veces has dejado de hacer algo que te hubiera gustado hacer, por vergüenza? ¿Cuántas veces te has quedado mudo por vergüenza? ¿Cuántas veces la vergüenza ha dominado tu comportamiento?
Sí, la vergüenza que sentimos nos ha jugado malas pasadas en nuestra vida, nos ha puesto rojos como tomates la cara, nos han entrado sudores y nos ha paralizado o dejado hasta sin voz.
Es posible que la causa de nuestra vergüenza haya sido el miedo al ridículo. Un miedo a lo que nos vayan a decir los demás o a lo que vayan a pensar de nosotros. Sentirnos juzgados nos hiere y, en ocasiones, preferimos no actuar que hacerlo y llevarnos las consecuencias, que prevemos nefastas.
Sin embargo, es año nuevo y entre los propósitos de este año vamos a ayudarnos un poco para conseguir aquello que nos propongamos, sin que nos frene la vergüenza.
Tenemos mucha esperanza puesta al respecto de este año que comienza. Queremos que sea, sobre todo, más positivo en todos los sentidos para todos. Queremos mantener la salud, mejorar la situación económica y laboral, disfrutar más de nuestros seres queridos, poder estar “cerca” sin riesgo… ¿Qué quieres tú?
6 ámbitos en los que trabajar para dejar atrás la vergüenza
- Te recomiendo que escribas y dibujes o decores en un papel tus sueños y deseos (así pones en juego tus dos hemisferios cerebrales), asegúrate que ¡sean realistas! Y a la par ilusionantes porque sin ilusiones es más difícil manejar la resiliencia. Necesitamos pensar que hay algo mejor después. Esa fuerza nos va a ayudar a seguir adelante y superar obstáculos. Trabaja tu optimismo.
- Como dice Mario Alonso Puig, “si vas a dudar de algo, duda de tus límites y de nada más, no de tus capacidades”. Por eso, comienza el año revisando tus mejores cualidades, haz una lista. Después pregunta a los demás qué creen que es lo mejor de ti. Date un baño de reconocimiento. Te lo mereces. Ahora, eso sí, has de comenzar a creerte lo que has puesto y lo que han añadido los demás porque son grandes cualidades que hay en ti. Mírate al espejo, ¿qué hace que te brillen los ojos? ¿qué te saca una sonrisa? ¿qué se te da bien? ¿cuál es tu marca personal? Trabaja tu autoestima.
- Además, en estos tiempos la generosidad es importantísima, porque juntos es la forma de salir adelante. Apoyándonos unos en otros. Hoy por ti y mañana por mí. ¿Sabes que está comprobado que el amor por los seres queridos activa los neurotransmisores cerebrales? Así que para cuidar de nosotros y tener una mente más ágil y en forma hemos de practicar el amor y la compasión. Trabaja tu generosidad.
- Hablando de emociones, cuanto mejor estés, cuanto más gestiones tus emociones, más feliz puedes llegar a ser. Cuida tus pensamientos, deja de ponerte zancadillas mentales. Deja de rumiar con lo que pudo ser, con lo que será que solo te trae angustia y vive. La felicidad se vive en el momento presente. Deja descansar tu cabeza, incluso Einstein o Steve Jobs desconectaban de vez en cuando para ser más creativos y encontrar mejores respuestas o soluciones. Para, respira, disfruta, regálate ratitos de paz interior. Trabaja tu inteligencia emocional.
- No te olvides de ti. El liderazgo comienza por uno mismo. Si no eres capaz de poner toda la fuerza necesaria para el logro de tus propios objetivos y metas, ¿cómo vas a poder apoyar o ayudar a otros? No es solo dar, es también saber ponerte a ti en tu lugar para poder dar desde una mejor posición, más plena, más resolutiva, más inspiradora. Trabaja tu liderazgo.
- Pide lo que necesites porque los demás no tienen los superpoderes para leer tu mente y no todo el mundo tiene la capacidad de estar centrado solamente en ti como para saber en todo momento lo que puedes necesitar y anticiparse a ello. Se nos olvida que de bebés aprendimos que “quien no llora no mama”. Por eso, si queremos algo en esta vida, hemos de hacer algo para conseguirlo. Hasta para que nos toque la lotería hemos de comprar un décimo. Por eso, el primero que ha de cambiar es uno mismo, el primer paso lo ha de dar uno mismo, más aún para pedir ayuda. Por suerte, somos muchos coaches, muchos profesionales de diferentes áreas, los que nos dedicamos a ayudar a los demás a llegar más lejos. Tenemos la mano tendida. Estamos ahí. Solo has de comenzar a moverte. Trabaja tu propio cambio.
Por eso, olvídate de la vergüenza que no te facilita el camino. Agárrate a la esperanza de lo posible. Cuando te entre el miedo, recuérdate a ti mismo: “¡ya me he cansado de tener vergüenza!” Haz un gesto como de desdén para dejarlo atrás y hazlo.
¡Sigue adelante sin vergüenza! El año acaba de comenzar.
Aprendiendo en el camino del crecimiento.
Raquel Bonsfills
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